Vivencias patrias

Por Liliana Etlis.

Hoy es un día especial, de esos donde la trama entre las vivencias personales y la fecha patria me acuna. Épocas donde mi madre nos ayudaba a confeccionar una escarapela con papel crepé gigante en tamaño y en símbolo, así como cada pliegue donde la redondez se confundía con sus dedos, planchando los dobleces, ensamblando los tonos celeste y blanco, las puntadas con hilo de coser y otras uniones con pegamento.

Décadas más tarde presencié su amor hacia Belgrano con más potencia, como si hubiese una relación entre el paso del tiempo y la presencia de los patriotas que viajaban desde la memoria. Era para ella una escalera hacia la unidad, la acción y el anhelo de un país soberano. Vivía el juramento hacia la bandera de mi hijo liberando al aire el “sí juro”, percibiendo situaciones que se iban intercalando entre palabras y miradas de ambos, con ese brillo particular sostenido por ojos y garganta, meciendo movimientos casi caóticos y solidarios cuando se agotaban los discursos. En ese instante a ella, mi madre, se le erguía la espalda, cobraba altura: se preparaba para cantar el Himno. Su voz se agudizaba y mestizaba entre la entonación tucumana y la adaptación hacia un extraño modismo porteño, junto al ritual de la cinta azul y blanca sobre el pecho. Sentía un particular orgullo nombrando a los patriotas como Belgrano, Moreno, Castelli, Monteagudo, era como nominar a los dioses del Olimpo.

Durante este amanecer tranquilo y recordado me encontré con un fragmento que me había enviado un compañero, que comparto entre formas de narrar sentires.

Dice el envio de mi amigo:

Expropiaciones de tierras efectuadas por Manuel Belgrano a partir de las directivas del Plan de Operaciones del secretario de la Primera Junta, Mariano Moreno

Publicado en el Correo de Comercio Nº 17 del 23 de junio de 1810:

“Cuando vemos a nuestros labradores en su mayor parte llenos de miseria e infelicidad, que una triste choza apenas les liberta de las intemperies; que en ellas moran padres e hijos; que la desnudez está representada en toda su extensión; no podemos menos que fijar el pensamiento para indagar las causas de tan deplorables desdichas.

Todos esos males son causa del principal, que es la falta de propiedad de los terrenos que ocupan los labradores: este es el gran mal de donde provienen todas sus infelicidades y miserias, y de que sea la clase más desdichada de estas provincias.

Sí; la falta de propiedad, porque el que no puede llamar suyo a lo que posee de hecho, aunque pone allí todos sus esfuerzos, con la consecuencia de tener que ceder el fruto a un “señor” que se aprovecha de sus sacrificios por la sola razón de argüir injustos derechos de propiedad y en consecuencia disponer de los beneficios, quitándole a los labradores el producto de su trabajo porque trabajan en tierra ajena.

Es ineludible deber del Estado corregir tamaña injusticia otorgando el derecho de propiedad de la tierra solamente a aquellos que la laboran, expropiando dichos bienes inmuebles a aquellos otros que no hacen otra cosa que tener una vida de ociosidad y holganza en base al esfuerzo de los demás.” Manuel Belgrano.

Si viviese mi madre se le hincharía el pecho de orgullo, marcaría parte de la colonialidad del poder en una ajustada síntesis con sus palabras no académicas, que a veces son las mejores.

El divorcio entre las ideas y la realidad que nos mostraron en épocas hegemónicas, historias entre escarapelas gigantes y juramentos, entre golpes de Estado y neoliberalismo, ideas del poder dominante donde las teorías en la América Profunda acentuaban la dependencia y la sumisión. Simultáneamente las resistencias. Bellas historias de compañerxs en la lucha por un mundo mejor. El relato de la posibilidad de alcanzar un pensamiento propio, y comenzar a dejar de ser lo que somos desde la colonizante experiencia de continuas pérdidas soberanas, es un espacio a construir junto a la solidaridad y el deseo siempre de una Patria Justa, Libre y Soberana.