Vi luz y subí… la independencia judicial perdió 6-0 6-0
Por Maximiliano Rusconi.
Mientras el presidente y algunos magistrados y fiscales maltrataban con golfísticos movimientos a las raquetas de paddle, organizaban cómo asegurar la eternización del poder en el manejo del destino deportivo de algún club de fútbol, diseñaban o pactaban con “pepinescos” asesores cómo gambetear las deudas postales e imaginaban con alguna poli o multi-ideológica ministra de seguridad el diseño de la indumentaria con la cual iban a disfrazar y caricaturizar a los imputados elegidos para su destrucción ideológica y personal, las bases republicanas sobre las cuales se construyó nuestro país se desangraban rápidamente y sin pausa.
Entre game y game dañaban de muerte al art. 72, segundo párrafo del Reglamento para la Justicia Nacional –acordada S/Nº del 17/12/1952, en función de la acordada 7/2004 del 24/2/2004, ambas de la CSJN–, que establece que “… Cuando los litigantes y profesionales soliciten audiencia con alguno de los jueces del Tribunal, ella tendrá lugar siempre que dichas personas obtengan la presencia de la contraparte o de su letrado en la causa contenciosa de que se trate…”. Se trata del derecho a contar con “… la bilateralidad de las entrevistas que suelen efectuarse a pedido de los litigantes, como medio idóneo para aventar cualquier suspicacia y brindar a las partes la posibilidad de ser oídas cuando alguna de ellas aduzca ante el juzgador argumentos a favor de su pretensión o vinculados al objeto del litigio…”.
Siempre se supo que se trataba de evitar la “suspicacia” que daría lugar al objetivamente fundado temor de parcialidad.
El poder ejecutivo no sólo intervenía reafirmando a los cinco (¡sí, cinco!) vientos las sentencias que se adecuaban a lo que “habían quedado” y pidiendo la expulsión extorsiva de aquellos “locos” que fallaban por afuera de lo acordado, sino que además ese poder estaba representado como “parte” por intermedio de la no-abogada Laura Alonso (titular de la Oficina Anticorrupción), a quien no le gustaba denunciar a los funcionarios de su propio riñón de negocios. También se reflejaba en el rol de la Administración Federal de Ingresos Públicos a quien le gustaba hostigar a los dueños de medios de comunicación que no comunicaban lo que debían comunicar de acuerdo a los “pedidos” de quienes detentaban el poder.
Incluso cumplió ese papel acusador, la propia Unidad de Información Financiera que lejos de investigar los grandes casos de lavado de activos le gustaba amenazar a los abogados de los ex-funcionarios que la desopilante ministra de seguridad solía disfrazar para las fotos que sacaban los medios adictos cuando los jueces, a la buena de Dios (Bonadío), llamaban oportunamente a declarar.
Dentro de unos meses (no muchos) todos, unos y otros, nos habremos olvidado de que alguien tuvo la osadía de negar lo que llamamos con el neologismo “Lawfare”.
En ese momento sabremos explicar que lo que se llamó de ese modo era el uso del poder penal, por jueces que jugaban a ser amigos del paddle de quien ejercía de presidente, aplicaban de modo desigual las normas constitucionales, perjudicando al sector ideológico que debían destruir, protegiendo a quien debían encubrir, encarcelando masivamente a los opositores violando la ley procesal.
Se trataba de procesos en los cuales se legitimó el uso de la información que se había originado en ilícitas actividades de inteligencia por parte del poder ejecutivo y que luego era “blanqueada” por la publicación en medios hegemónicos y por la profusa actividad anti-legislativa, pero mediática, de algunas diputadas.
Fueron casos en los que se sedujo a algún defensor oficial para que no cumpliera su rol de defensa del imputado, pero se asociara a algún fiscal federal de fuerte espíritu deportivo y futbolístico, haciendo de Torquemada para que los que pretendían gozar de su libertad tiraran al blanco que juez y fiscal (y defensor) determinaban.
Sabremos contar en unos meses que en el “Lawfare” los jueces obligaban a los peritos a concluir lo que se disponía desde el poder central, faltando a la verdad. Descubriremos que en el “Lawfare” se persiguió a los hijos, hijas y hermanos y que la agencia de inteligencia infiltraba abogados en casos relevantes para la política, “abogados” que no tenían ningún interés en defender a nadie, sino que buscaban quebrar al que debía ser usado para acusar a quien debía ser acusado.
El resultado deportivo es lo de menos, lo importante es cómo jugamos. Solo para información de los resultadistas: Miserables 6/ República 0.