Un asado en Beijing con condimentos criollos

Por Julio De Vido (h).

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Vertiginosa se ha vuelto la agenda agropecuaria esta semana con la bienvenida al club de los conflictos de mecha corta que ya integraban las retenciones, la hidrovía y los biocombustibles (entre otros tantos) a la ganadería y la cadena cárnica en su conjunto a partir del cierre por treinta días de las exportaciones de carne bovina.

Del anuncio difundido el lunes por la noche tras la reunión entre el presidente Alberto Fernández, el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas y la secretaria de Comercio Interior Paula Español con representantes del consorcio exportador de carnes ABC, entidad que va a empezar a hacer ruido y mucho, a la resolución 75/2021 del Ministerio de Agricultura, cuya silla en la reunión no estuvo ocupada tal como paso en el episodio Vicentín de esta errática serie, se sucedieron los comunicados de las distintas entidades agropecuarias en contra de esta medida y el cese de comercialización de hacienda por una semana, con grandes posibilidades de prolongarse por un tiempo más.

Paso a paso, ¿por qué les comenté que el Consorcio ABC iba a empezar a hacer ruido? Inmediatamente terminada la reunión antes mencionada, con el horno dispuesto a calentarse, salieron a la luz los primeros roces entre la industria cárnica en su conjunto contra este Consorcio acusándolo de “haber negociado” con el gobierno los términos de este cierre. De este consorcio de alrededor de treinta empresas frigoríficas entre las que se encuentran algunas con capitales brasileños, los jugadores más grandes en el negocio mundial de la carne como su país y como el beneficio adicional que este tendrá por la medida tomada de este lado de la frontera. Dicho mal y pronto, el presidente tomó partido por acción u omisión en una interna en la que poco tenía para aportar ni para modificar la vida de los argentinos o mejorar su poder adquisitivo “en carne”, un nuevo error no forzado en la que la astucia política brilla por su ausencia.

Volvamos el tiempo atrás, en enero del 2018 se firma un convenio entre el SENASA y su par chino, el AQSIQ, para avanzar en la exportaciones de cortes enfriados y con hueso y a su vez agilizar el protocolo de frigoríficos habilitados para la exportación al gigante asiático, hasta ese momento dominada por los socios del consorcio ABC, a esto hizo referencia de forma un poco burda el presidente en una entrevista a Radio 10 cuando hablo “terminar con los que exportadores que exportan carne como como si fueran camisas” e inclusive comentó que en el encuentro circuló la posibilidad de volver a restringir la exportación a quienes tradicionalmente se ocuparon de estos negocios, es decir, concentrar el negocio. Como así también, según AF, planteo que los mismos exportadores le plantearon la idea de imponer cupos

Entre una serie de yerros e imprecisiones, habló de 3 millones de cabezas bovinas cuando nuestro país tiene 54 millones y precios de la carne al alza cuando en la realidad desde que China entró como protagonista los precios descendieron habiendo sido el promedio por tonelada exportado en el 2020 de U$s3943/ton, cuando, por ejemplo, en el 2018 sin un mercado de granos marcando récords como en la actualidad fue de U$s4499/ton. Luego hablo también de 51 millones de toneladas de stock quedando en evidencia donde se mezclaron los tantos, son 3 millones de toneladas equivalente res por año de producción y 54 millones de cabezas de stock bovino.

Uno de los periodistas que participó de la entrevista consultó sobre la posibilidad de que esta encrucijada derive en un aumento de retenciones, posibilidad rechazada por el presidente pero usando la misma explicación con que se le sigue mintiendo a la sociedad respecto a que dicha herramienta sirve como desacople de los precios internos de los alimentos de los precios internacionales en lugar de sincerar de que se trata de un instrumento fiscalista recaudatorio o inclusive de redistribución de la riqueza, tema abordado en reiteradas oportunidades por esta sección.

Alrededor de lo sostenido algunos párrafos atrás sobre que se estaría tendiendo a volver a concentrar al sector frigorífico valen hacer algunas aclaraciones y apreciaciones, la aparición de China posibilitó la realización de jugosos negocios en particular en el año 2019, lo que incluso derivó sobre finales de ese año en que el gobierno central chino tenga que tomar cartas sobre el asunto instrumentando una serie de medidas para bajar los precios de la carne que estaban importando, esto sin embargo no frenó la aparición de nuevos actores, inclusive ajenos al negocio de la carne, que sirvieron también para sistematizar, en el marco de las restricciones cambiarias vigentes a partir del 27 de octubre de 2019, el “rulo ganadero” que implica la venta de la carne al mercado destino, subfacturación mediante, y liquidar la menor cantidad de divisas posibles, incluso se han llegado a detectar agentes “fantasmas” que han defraudado al fisco por millones de dólares.

A priori esta se ve como una maniobra que presiona más sobre la recaudación del fisco que sobre el precio de la carne, sin embargo, la liquidez que genera en estos agentes fantasma la repatriación por mercados paralelos de esas divisas presiona al alza a las distintas categorías bovinas teniendo que verse la mayoría de los agentes por acción u omisión envueltos en este tipo de maniobras y/o aceptar condiciones de compra y venta ajenas a las habituales en el mercado.

Por habituales tampoco entendemos que sea un mercado totalmente transparente ni mucho menos, en una economía que supera el cincuenta por ciento de informalidad poco se puede esperar prácticamente de cualquier sector que aspire a una rentabilidad sostenible en la maraña impositiva en la que se encuentra cualquier actor que busque atenerse al sistema tal y cual está planteado. En estos días de tensión me apuntaron por ejemplo que los últimos sondeos indican que solo el 20% de las medias reses que llegan a las carnicerías del AMBA son facturadas, claro, quien querría pasarse del tope del monotributo o en el mejor de los casos pagar altísimas tasas de ingresos brutos por la facturación que tienda a cubrir las compras y gastos en blanco realizados.

A mí personalmente no me gusta andar con el dedito vigilante en ningún aspecto de la vida, sin embargo, me fastidia cuando funcionarios o personajes de la opinión pública dedican su tiempo a hablar en reiteradas alocuciones sobre el contrabando de los granos, o el negreo de la carne, o la subfacturación en cualquier caso, sin mencionar ni una vez a la Administración Federal de Ingresos Públicos o en su defecto a la Aduana cuando estos son de forma cierta los que deberían tener las “armas” para combatir dichas acciones, aun siendo cierto que el sector privado tiene una dinámica y funcionamiento que haciendo una alegoría asemeja una Ferrari y la AFIP-Aduana a un Renault 16 a gas.

O quizás simplemente sea un fenómeno derivado de una cuestión sobre la que escribimos en esta sección, quizás el sistema como lo entendemos, en sus variables productivas, impositivas y aduaneras está herido de muerte y es hora de reformarlo.

Infinidad de variables y cuestiones nos quedarían por abordar en esta edición, como el rol de la macroeconomía en todo este descalabro, el poder adquisitivo por el piso y el estancamiento productivo y tecnológico en general del sector ganadero, por ejemplo, comparándolo con la agricultura del siglo XXI, sin embargo ya me he extendido lo suficiente como para tener su atención por algunos minutos y seguiremos hablando de este tema como se sigue repitiendo esta política en la historia.

Y ojo, no se vayan a creer que en Beijing comen asado.