Tensión política y social en Sudáfrica por la detención del ex presidente Jacob Zuma
Por Ezequiel Vega.
La situación de descontento social y de violencia viene en aumento en Sudáfrica desde los últimos días. Los saqueos y los incendios provocados por los manifestantes siguen asolando al país. Al día de la fecha, el número de fallecidos ascendió a 72 y los detenidos a más de 900.
Una situación que desde el gobierno intentan controlar con el despliegue del Ejército, distribuidos en los puntos de mayor nivel de manifestación. Uno de los principales motivos que dispararon la oleada de concentraciones fue el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma por decisión judicial y el descontento que generó entre sus simpatizantes y militantes políticos.
A su vez, fue tomando cada vez más fuerza hasta convertirse en un estallido de ira social fruto del nivel de desigualdad y pobreza que se profundizo en la nación africana como consecuencia de la pandemia del covid-19.
Si bien la violencia comenzó con el encarcelamiento de Zuma –que se entregó voluntariamente tras negarse a declarar por las acusaciones de corrupción en su contra– esta se agravó cuando el político impugnó el pasado lunes su condena de 15 meses de cárcel ante el máximo tribunal sudafricano.
No obstante, la problemática de deterioro social en Sudáfrica es de larga data y principalmente se encuentra relacionada con las carencias de la población que nunca han llegado a resolverse, como los altos índices de pobreza y desigualdad.
Desde el fin del apartheid en 1994, con la elección de Nelson Mandela como presidente de Sudáfrica, son muchas las deudas y expectativas que siguieron al fin del gobierno de la minoría blanca
Ante esta sensación de desamparo y persistente desigualdad entre los ciudadanos más desfavorecidos, el apoyo a Zuma tiene mucho que ver con su militancia junto con Mandela en los noventa y su ingreso en prisión por ello.