Subí el volúmen
Por Sebastián Ruiz.
Hace unos días la radio cumplió 100 años. ¿Quién no tiene anécdotas con la radio? ¿Hay mejor momento para contarlas que un aniversario con número redondo? No lo creo, así que acá van algunas mías.
Cuando era chico, con mis amigos, estábamos todo el día jugando a la pelota. El arco era la puerta y la ventana de una fábrica abandonada, le podíamos pegar con ganas ya que nadie se iba a quejar. Uno de los mayores inconvenientes que podíamos tener a esa edad es que juegue Boca a la misma hora que nosotros. Todo pibe de buena madera, a esa edad, es de Boca y, nosotros éramos y somos todos re bosteros. No íbamos a dejar de jugar y un pedido a la AFA para que Boca juegue en otro horario, no habría sido viable. “Mire señor, ¿puede poner a boquita a la hora de tomar la leche?” No iba a funcionar…
Ahí apareció la radio, que se la hicimos a alguno de nuestros padres, a solucionar todo. La poníamos atrás de una reja para no romperla de un pelotazo y la subíamos al mango para escuchar durante nuestro partido que no tenía tanto público. Era un motivo para jugar mejor y todos lo hacíamos, menos mi hermano Fatiga, que tenía unos botines re truchos que lo hacían refalar. Un día se los sacó, los mordió y los tiró a la mierda. “Ponele limón en la suela así traba mejor”, le recomendaban otros players del barrio. “¡Que limón, pendejo, eso es para comer!”, le refutó mamá.
La primera vez que hicimos esa movida fue un Boca vs Gimnasia y Esgrima de La Plata. Me acuerdo cada segundo. La radio sonaba al palo; pero no se escuchaba un carajo. Igual la hicimos. Por allá, mientras nos cagábamos a patadas en un rincón, se escuchó gritar al relator: ¡GOOOOOOOOL! Uh, no sabes el bardo que armamos. Todos a los gritos, pateando la puerta de la fábrica abandonada y tirándole piedras al portón para hacer ruido de cohetes. Desbordados y explotados de felicidad. Nos calmamos, volvimos a escuchar la radio y el relator dijo: Gimnasia 1, Boca 0.
La radio me acompañó mucho más cuando empecé a trabajar. Hasta me levantaba con alegría al saber que ese día tocaba una buena sección, o que se iba a continuar con alguna temática planteada el día anterior. Seré tal vez demasiado breve en la descripción: mi cuerpo pelando cables y mi cabeza en la radio.
Hago Stand Up porque en un programa invitaron a Martín Rocco. Trabajo en una radio porque en ese mismo programa me enteré que se podía estudiar producción de radio. Un día me corté un pedazo de dedo y la radio me acompañó desde el sector de máquinas de inyección de plástico hasta el baño… yo estaba tan concentrado en lo que sucedía al aire que no me había dado cuenta. Fue una linda secuencia: yo, sonriendo por los buenos chistes de Martín Pugliese; corte a; yo, tirado en el baño casi desmayado porque me faltaba media falange.
Ahí creo que está el eje: la radio tiene que acompañar al laburante. Así hay que pensar la radio a la hora de hacerla: que vas a estar espalda con espalda con un laburante resistiendo la malaria. Informar bien, entretener piola, educar con altura y pasar unos buenos temaikenes. ¿Qué es eso de andar manipulando información, apretando para que te tiren una pauta o hablando en Latín? Pórtense bien.
Dale, Fatiga, subí el volúmen que juega boquita y hoy no podemos perder.