Sobre la bandera, la agenda y los sueños argentinos
Por Luciana Hidalgo.
Había una vez, una frase que se usaba para describir situaciones trágicas de la vida, la misma decía: “La realidad supera la ficción”. En los tiempos que corren esto se ve reflejado en la nueva conflictividad que instalaron entre los pro cuarentena y los anti cuarentena. Más allá de lo trágico del estéril enfrentamiento permanente, cabe resaltar la predisposición infantil a hacer de la “agenda pública” motivo de enfrentamientos ridículos. Esa pérdida de respeto hacia los demás y hacia uno mismo cuando desatamos una rivalidad conceptual irrespetuosa, se ha vuelto una moda nociva para la convivencia, al menos virtual, de estos tiempos que corren.
En este año donde se cumplen 200 años del nacimiento de nuestro creador de la Bandera, Manuel Belgrano, deberíamos por lo menos reflexionar, sobre lo que significa “levantar una bandera”.
Hay un testimonio, de un juramento a la bandera, de trabajadores sindicales con la presencia de General Juan Domingo Perón. Al cabo de varios juramentos se lo ve a un obrero llorando, en eso declara: ¿Cómo no voy a llorar? ¡Si antes no la quería!
Las banderas también se levantan en el futbol, en el rock, en la política, en la escuela… las banderas se levantan para crear comunidad. No sólo simboliza identidad, sino que también, simboliza proceso de aprendizaje, refleja valores como solidaridad, misericordia, perdón, armonía. Será la comunidad que sepamos edificar alrededor de esa bandera la que nos traerá la Justicia Social. Como continuidad de aquella jura de obreros, vino Néstor Carlos Kirchner a proponernos un sueño. Sueño que se materializó con decisiones políticas que defendían un solo interés: el del pueblo argentino. Poner la agenda pública al servicio del bien común, es algo que debería ser la tarea que a todos nos convoque. Ganamos cuando gracias a las intervenciones de Guillermo Moreno en la secretaria de comunicaciones y de comercio, nadie pudo volver a decir que Clarín no miente. La verdad de las cosas es lo que nos importa. La dignidad de nuestro pueblo está en juego en cada intercambio con otro. ¿Qué entendemos por dignidad? Justo hablaba con una tía que me contaba que su papá era radical, que tenía un trabajo que no le permitiría demasiado progreso, pero que, gracias a Evita había podido comprar su terreno y su casa. Su frase fue: ¿quién iba a creer en mí?, ella creyó y me dio la oportunidad de sacar ese crédito y comprar mi casa. No pude dejar de llorar. Lo que ha significado para el pueblo argentino que creyeran en él. La Comunidad Organizada, el trabajo, el techo y la comida asegurados, nos hizo concluir que “la realidad siempre supera los sueños”. Por eso el peronismo siempre florece en cada argentino que se permite soñar y dedicarse a la realización de la comunidad, se fortalece en cada gesto de humanidad que habita en nuestro ser de pueblo.
Hoy en día, donde desde los discursos quieren que creamos lo que no es. Que somos malos porque salimos, que somos buenos porque no nos besamos… leemos a Perón, escuchamos a nuestros adultos que peinan canas, y sabemos, que el futuro es triunfalmente nuestro. Porque tenemos conciencia nacional, porque sabemos que “hasta el pelo más delgado hace su sombra sobre esta tierra”, como decía Martín Fierro, porque sabemos que Clarín Miente, y porque estamos dispuestos a imitar el ejemplo haciendo que el amor emanado de nuestra doctrina no sólo nos cuide, sino que también nos cure. Eso aprendieron de Evita y nos lo trasmite el trasvasamiento generacional que vivimos en estos tiempos. El amor es peronista y se vive a través de la lealtad hacia nuestras banderas. Sepamos transitar con armonía, el proceso de levantar las banderas en nuestros corazones: Justicia Social, Independencia Económica, Soberanía Política y Nacionalismo Cultural.