Sincrotiempo Parte 3

Por Victoria Rítmica.

Se escuchaban insectos y grillitos, al compás del nocturno silencio.

En realidad, se escuchaba todo, pero estos eran más significativos, al menos en ese instante.

Que lindos son…  pensó para sí misma.

Volvió a leer, el libro le generaba tanta tranquilidad, tanta paz …  que allí se sumergía, y hasta se veía iluminada por cada línea y por cada letra.

Ya la linterna pasó de ser algo sumamente necesario, a casi un complemento, todo era como un abrazo contenedor, como un apoyo intangible, muy cercano.

Un faro, su faro, un bálsamo para su ser.

Quería llorar, pero no podía, o mejor dicho no se animaba a hacerlo frente  o cerca de  él,  reprimía sus sentimientos , todo para no causar ni malestar, ni sermones hasta largas horas de la noche, ni nada por el asunto … aunque eso era algo que ocurría bastante seguido ( las charlas)  y a lo sumo muchas veces  eran hasta enriquecedoras, como quien diría para “ crecer” solo que  en esos momentos, y mientras iba decantando todo eso en su mente “ el incómodo aceptar” ,  las conversaciones  no eran tan amables ni fructíferas , ya que no existía  el tacto ni el cuidado , aunque sea para ciertas cuestiones.. para ciertos temas delicados por llamarlos de alguna manera … (al menos eso esperaba de manera inconsciente), por más que en su interior y por sus pasadas experiencias, no estaba acostumbrada a que eso ocurriese (el no sentirse comprendida y que, al increpar la situación, la respuesta fuese agresiva o violenta), se acomodaba a la idea de “conformarse” esa errónea idea, que cualquier persona dentro de su mundanidad y su inexperiencia, haría o espera…  no está mal (se consolaba por dentro).

A lo largo del tiempo ella habría aprendido y tomaría esa enseñanza, para darse cuenta que lo mejor sería no esperar nada, empezaba a planteárselo como “tarea para el hogar” …  para el “hogar interno” donde sumaría, además, una larga listas de tareas. pero eso es otro asunto.

Prefirió respirar y tragar sus emociones, esa angustia le provoco sed, se paró y fue a buscar agua a la pileta, una pileta cerca de la caldera con una canilla que tenía el pico teñido de sarro y tierra. goteaba, no mucho, no siempre, pero si goteaba. Así que tomo un vaso y se sirvió agua.

Tragó, respiró, el agua era rica, bien dulce. . será su cercanía al rio que la hacía deliciosa?  todavía pensaba, como hay gente que cree que el agua no tiene sabor?

El río estaba sereno, había una claridad en el aire, un vientito lindo.

Volvió al tronco a seguir leyendo, un poco mermó su angustia, así que decidió leer un poco más y finalmente, culminar su día yéndose a dormir, ese era todo un tema, ya que compartían el habitáculo, que, en este caso, era una carpa.

Una carpa que habían conseguido poco antes de viajar, era para tres personas, solo entraba ellos dos, sus pertenencias, sus bolsos y materiales de viaje.

Como para consolarse, pensaba para sí misma, al menos no llueve…

En su mente sus diálogos eran eternos, se hablaba, se consolaba y se conversaba, su mundo era una revolución total, una revolución que fue a buscar, pero no esperaba que fuese tan fuerte.

Pensaba: ¡bueno, paró de llover al fin!  remarcando ese acontecer como lo mejor de su última semana, alzó la vista al cielo y podía ver todas las estrellas que eran infinitas, muchísimas, imposibles de contar; realmente era muy hermoso lo que veía, y de eso también se alimentaba.

Nutriendo su espíritu y su fortaleza, de la fuente inagotable que es la naturaleza.

esta jamás la abandono.

Finalmente decidió por entrar a la carpa, ya estaba frío afuera.  él ya estaba allí, acomodando su ropa, se miraron, él trató de acercarse, como si nada hubiese pasado, ella no quiso saber nada, lo saludó, cerró los ojos y se esforzó en dormir, su cuerpo extremadamente cansado, su mente jamás había estado en ese estado de exaltación, un estado de exaltación que se habría desprendido allí y que continuaría por largo tiempo.

La mañana siguiente el haz de luz que ingresaba por el cierre roto de la carpa, anunciaba un nuevo día, aunque la tranquilidad y la serenidad no era lo que más abundaba, cabe destacar que las mañanas con su paisaje, eran dignas de admirar.

El mate siempre, lo primero, lo primordial. y luego todo lo demás, era algo así como “para despertar al cuerpo” y lo más esperado, lo que acontecería luego, la alegría de poder bañarse después de once días, imposible imaginarlo, jamás habría estado tanto tiempo sin asearse.

Eso era lo más importante, la ducha caliente prometida por el cuidador del lugar y la cantidad de leña en la caldera, eran los condimentos perfectos para un instante de felicidad.

Encender la caldera, era muy fácil, el trabajo pesado ya estaba hecho, solo había que arrancar el fuego… las ramas y leños harían lo suyo, ya estaba todo listo y era cuestión de esperar solo media hora. Y así lo fue.

Las llamas crecieron como lenguas al cielo, enormes e incandescentes, cerraron la gran puerta de hierro que las contenía; el cuidador que se acercó a supervisar mientras miraba feliz y asombrado decía: ¡hace cuanto no se enciende!  impresionante!!!  afirmaba sonriente y seguro. disfruten!!! y partió Nuevamente a la casita donde cuidaba, era el sereno de ese lugar, el “cuidador” un hombre con piel color de tierra, ojos rasgados y nariz prominente, sus manos estaban curtidas de grietas y líneas con mucha historia y trabajo.

Lo vieron alejarse, ellos agarraron una toalla cada uno y entraron a bañarse.

el baño tenía un techo muy alto y se notaba la falta de gente de hacía meses, realmente era un lugar recóndito en el medio de la nada.

Tenía eco, y hasta era divertido escucharse, había veinte duchas, todas separadas por muros, diez en cada lado, enfrentadas y sin cortina. en ese momento los roces mermaron, no había pleitos ni miradas incómodas, parecían dos niños descubriendo una plaza con juegos, hamacas y toboganes nuevos.

encendieron la palanca de agua caliente, y finalmente el vapor decoró el lugar… dios santo! ¡el agua estaba a mil grados, había que sí o sí agregarle agua fría (que abundaba) para aclimatar lo suficiente, si no realmente quemaba!!  jamás olvidaría esa ducha, fue una de las más deseadas y mejores de su vida.

entre risas y emoción por lo que estaba sucediendo, cada uno se tomó su buen tiempo en disfrutar de esa limpieza, no solo del cuerpo, sino también de la mente, las ideas y el alma.

El agua hace milagros.

Fueron minutos de intenso fervor, mientras tanto “jugaban” con el eco de sus voces, muro por medio, perdiéndose así entre el vapor, eran niños, y disfrutaban de esos instantes, hasta que, en un momento de silencio, el pronuncia entre risas:

– y ¿? cómo te sentís? espectacular, ¿no?

– si!!!!!!!!! estoy muy contenta. le contesto, mientras se enjabonaba alegremente, perdiéndose entre las burbujas.

– sabes que me hace acordar?

– no, respondió curiosa.

– estos muros parecen donde estarían los desaparecidos, ¿no?? viste …  en la época militar ….

Al mismo tiempo que pronunció esas palabras y entre el vapor caliente, ella notó como su mente se enfriaba, sentía un temblor en su cuerpo difícil de explicar, un estado de alerta. notó como su aliento se cortaba, su esporádica alegría estaba frenada y el silencio tajante alzó la voz.

Se quedó muda, no pudo pronunciar respuesta alguna, solo se oía el correr del agua y los cantos bajo la ducha de él, que mientras todo lo disfrutaba, siguió como si nada.

Ella sintió que algo no estaba bien, no quería sentirse víctima, pero le era inevitable sentirse mal.

pensó en su libro que no lo tenía allí, recordaba frases, palabras, algo que la ayudase, porque el pánico invisible se hizo presente y la tomó del brazo intimándola.

Sintió miedo, incertidumbre y el terror afloro otra vez.

Estaba en la ducha, así y todo, jamás sintió su cuerpo tan descubierto y tan desnuda la vulnerabilidad de su ser.