Sin eufemismos
Por Alessandra Minnicelli
Leíamos en estos días un artículo de Henry Alfred Kissinger (que desempeñó un papel preponderante en la política exterior de EEUU entre 1969 y 1977) publicado en The Wall Street Journal titulado “La pandemia del coronavirus alterará para siempre el orden mundial”.
Para el ex secretario de Estado norteamericano las naciones son coherentes y prosperan con la creencia de que sus instituciones pueden prever calamidades, detener su impacto y restaurar la estabilidad.
No es una nota de opinión, es una exhortación, un reclamo al gobierno de EEUU, para que no deje de ser potencia y no abandone el protagonismo.
Con vehemencia manifiesta que EEUU está obligado a realizar un gran esfuerzo en tres dominios. Primero, apuntalar la resiliencia global a las enfermedades infecciosas y para ello los insta a desarrollar nuevas técnicas y tecnologías para el control de infecciones y programas de vacunación a escala de grandes poblaciones. En segundo lugar, señala que hay que esforzarse por sanar las heridas de la economía mundial, menciona las lecciones de la crisis financiera de 2008 y reconoce que la actual crisis económica es más compleja y que además de las medidas necesarias de salud pública (distanciamiento social y el cierre de escuelas y negocios), que están contribuyendo al dolor económico. Señala como un mandato de acción que “Los programas deberían tratar de mejorar los efectos del caos inminente en las poblaciones más vulnerables del mundo”.
El punto que quiero resaltar es el Tercero, allí señala que deben salvaguardarse los principios del orden mundial liberal y dice: “La leyenda fundadora del Gobierno moderno es una ciudad amurallada protegida por poderosos gobernantes, a veces despóticos, otras veces benevolentes, pero siempre lo suficientemente fuertes como para proteger a las personas de un enemigo externo. Los pensadores de la Ilustración reformularon este concepto, argumentando que el propósito del Estado legítimo es satisfacer las necesidades fundamentales de las personas: seguridad, orden, bienestar económico y justicia. Las personas no pueden asegurarse esos beneficios por sí mismas”.
Peligra la globalización claramente de la mano de la pandemia, y no solo hemos vuelto a hacer pan casero con masa madre (que suena muy vintage), sino que algo está reconfigurando el ser nacional en cada uno de los países , y creo que es una necesidad, la de volver a la ciudad amurallada sobre todo para quienes no somos norteamericanos y no creemos que la prosperidad de un país dependa del “comercio mundial y el movimiento de personas” esos , que son los pilares que sostienen la política liberal expansionista de EEUU , no son parte del modelo social nacional ni de los pilares del justicialismo que necesita nuestro país para desarrollarse.
Mientras con la mirada en los lineamientos del orden mundial liberal se insta a defender y sostener los valores de la Ilustración. Nuestro país demanda mas Estado para que haya más salud, más educación y pleno empleo.
Desde distintos espacios de reflexión, se propone restaurar la vigencia de los principios básicos de la Constitución Nacional 1949 como camino para transformar definitivamente las estructuras fundamentales de la Patria definiendo una política que pueda acompañar las luchas sociales y políticas liberadoras (“No liberales”) que vienen desarrollando históricamente las masas populares argentinas (conducidas por líderes de la talla de Irigoyen, Perón y Kirchner , que SON los líderes descriptos de la ciudad amurallada que menciona Henry Kissinger en su artículo), para avanzar hacia nuevas reformas aún más profundas y acordes a las necesidades y a los tiempos que tenemos por delante, recuperando los valores de creación y defensa de derechos.
Entendiendo que el capital debe estar al servicio de la economía y esta en función social , la misma debe tener por objetivo principal los intereses de quienes crean la riqueza, es decir las y los trabajadores porque resulta imperioso en nuestro país llevar adelante una profunda redistribución del ingreso, sólo posible mediante la apropiación de la plusvalía de los excedentes exportables del país , siguiendo el camino de la CN49, es decir vía nacionalización del comercio exterior y monopolio estatal de los servicios públicos, combatiendo toda forma posible de monopolio ello nos llevará a la construcción de un Federalismo pleno que sepa y pueda poner las áreas estratégicas de la economía al servicio del interés común.
Sin distraerme ni distraerlos, lo que quiero señalar es que, así como EEUU para sostener la política liberal expansionista creó Instituciones con las que gobernaron y dominaron a países en desarrollo como el nuestro, se hace necesario ver una oportunidad en las nefastas consecuencias del COVID 19, que va a dar sin duda otra dinámica a las relaciones entre los países. Impondrá una reconfiguración de cada uno de los estados soberanos, y en ese marco nosotros necesitamos retomar el concepto de “vivir con lo nuestro“ (título del Libro del Dr. Aldo Ferrer ) , para ello es gráfica la idea medieval de “ciudad amurallada“ o de aplicar “nacionalismo“ (palabra tan temida), donde definamos urgente , mecanismos de protección y valoración de lo nuestro y estrategias autóctonas de producción y desarrollo , que nos permitan tener con el resto del mundo relaciones de intercambio autóctonas para dejar de ser el “ patio trasero “ que nos ha impuesto la potencia creadora de “ las instituciones”, a las que se refiere el art. de Henry Kissinger que son custodias de las políticas de EEUU.
El lineamiento del artículo que venimos comentando es que luego de la actual crisis el orden liberal siga más vigente que nunca, nos toca a países como el nuestro ver la oportunidad de retomar la idea de un Estado Presencial y Promotor dejando atrás este capitalismo que año tras año se muestra impotente para resolver los problemas más acuciantes de los pueblos, el desempleo, el hambre el declive en la producción, el peso abrumador de la financierización o la crisis de los recursos naturales y la concentración de la riqueza que es su objetivo básico.
Se trata – como se dijo recientemente en un documento titulado Restaurar los valores de la Constitución de 1949 para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria- de tener sentido del tiempo histórico y ser capaces de proyectar un destino posible, un camino transitable comprendiendo la novedad de los cambios sociales de nuestros días.
Se trata de construir un federalismo pleno con un Estado fuerte e inclusivo, para conducir en el ejercicio de una política de liberación nacional, independencia económica y justicia social.