Relatos del Sincrotiempo 6
Por Victoria Rítmica.
Abre los ojos, estaba acostada, tapada hasta el cuello y con una almohadita hecha de ropa debajo de su cabeza, no tenía medias, se despertó con mucho dolor en su frente, toda su área nasal, por arriba de los ojos sentía un zumbido que le retumbaba, como una resonancia insoportable y una jaqueca muy muy fuerte. Le dolía toda la cabeza, y sobre todo su nariz. Mientras trataba de ponerse en órbita nuevamente, “cayendo” de lo que había acontecido, se escucha el cierre de la carpa que baja, y una luz que le enfoca la cara, entra su compañero y colocando la linterna hacia arriba para iluminar el lugar, le dice:
¡Te despertaste!!! Amor, ¿estás bien? me asusté mucho, me fui a buscarte algo a la farmacia, por suerte hay una en la ruta acá cerca (a unas siete cuadras) fui corriendo lo más rápido que pude, me tiraron la data que es 24 horas, joya viste? ¡Mira! Te compre esto (un analgésico) te va a ayudar a que no te duela nada, te traje agua también, si queres me fijo de buscar hielo.
No, no hace falta hielo, Estoy bien, respondió ella, mientras se tocaba la nariz para saber si le sangraba.
No te sangra, quedate tranquila. Es el golpe nomás, con esto vas a estar bien, ahora trata de descansar si? querés mate? ¿Te preparo algo para comer? Te traigo el celular, ¿así escuchas radio? Decime lo que sea por favor, mi amor quiero que estés bien …
Pasame una botella con agua así tengo un poco más que este vasito, y solo necesito silencio, dormir, me duele mucho todo, me duele la cabeza y además …
-por eso! (interrumpe) tomate esto, te va a aliviar y vas a poder dormir tranquila, buenísimo que tenemos una farmacia cerca! Ya sé que ahora es tarde si queres después hablamos, pero ya sabes cómo me pongo amor, perdóname, ya sé que parece que te miento, pero te juro que no… te prometo de verdad no lo voy a volver a hacer si? Entendeme por favor, ponete en mi lugar. Estoy mal, nervioso, ya sabes… extraño mucho, me siento mal y estas cosas que me decís me sacan, no soporto porque siempre volves a repetir lo mismo, a hacer lo mismo, y conste que sabes que me hace mal que me compares, y que nombres al innombrable, estás conmigo ahora, entonces me da bronca y reacciono, pero te prometo que no lo vuelvo a hacer si? Te lo juro, confía en mí, no estás sola.
Quiero estar sola ahora, le contesta.
¿No queres que me quede y te hago compañía?
Ella no responde.
Ay amor, ¡¿ves?!! por favor te estoy pidiendo perdón, mirame, no te enojes, no me dejes por favor, me muero sin vos, no me dejes, ya te pedí perdón, necesito saber que me perdonas. Por favor, decímelo dale.
Por dentro ella solo quería quebrar en llanto, pero lo evitaba para que no continúe esa secuencia, de la que ambos formaban parte, era bastante insoportable, y además ya estaba cansada de pelear, le ardían y dolían los ojos de llorar.
No hables más, ya está bien, está todo bien, responde. Y continúa: si querés quedate, pero en silencio. Quiero dormir.
Se levantó despacito, tomo el analgésico y se volvió a acostar, tapándose más, y poniéndose medias
¿Porque me sacaste las medias? Ella le pregunta
Porque cuando te traje acá para acostarte, te empecé a tocar los pies a ver si reaccionabas, también te hacia golpecitos despacito en la cara y te dije que me esperes que no te vayas que ya volvía, te hablé, te mojé la frente, estabas pálida, pero respirabas y tenías pulso, así que te tapé y me fui rápido a la farmacia. ¡¿No te acordás de eso?! ¡Me fui rapidísimo, rogando por dentro que estuvieras bien, y mi pedido fue escuchado porque volví y acá estas!!! (sonreía y mientras la acariciaba) ves amor? Yo si te cuido, dormí tranquila, mañana va a ser otro día.
Ella lo miró, no le dijo nada, se puso de costado, dándole la espalda y cerró los ojos.
A la mañana siguiente lo primero que hizo al levantarse, es ir al baño, se puso un abrigo porque respiraba y salía vapor de su boca del frío que hacía, amanecía lento, era muy temprano, pero sus ganas de ir a orinar la despertaron, cuando salió del habitáculo miró el suelo, le conmovió ver el rocío casi helado del pasto, el pasto brilla (pensó). Entra al baño, orina, y mientras se tocaba el cuerpo, como despertándose, los brazos le dolían, tenía mucha ropa encima y era trabajoso sacársela y con el frío, prefirió no hacerlo, al menos no en ese momento. Luego va hacia el espejo, un espejo que el marco superior derecho estaba marrón de lo viejo y como si fuese “picado” de la humedad que delataba los años allí colgado y puesto. Incluso las marcas en la pared, del marco y su margen.
Entonces se mira y observa, se toca la cara, se frota los ojos, lo mismo con la frente y la nariz, como aún le molestaba, la mueve despacio para un lado y para otro, le dolía la punta porque además estaba fría, aún le retumbaba la cabeza, no por el golpe, pero si por el cansancio mental que físicamente ya empezaba a percibirlo con más intensidad en su cuerpo, se mira de perfil, se toca nuevamente y se da cuenta que su nariz estaba más grande, el golpe le ensancho el tabique y así iba a quedar. Su nariz creció, no por haber mentido, recordando aquella fábula de Pinocho (aunque en su espíritu de autocrítica, sabía que todo ocultamiento de la verdad, ya estaría empezando a pagarlo) nunca imaginó que sería de esa forma, su nariz creció, ya que el golpe fuerte le ensanchó el hueso. Respiraba bien, así que eso era lo que más importaba, mientras respirase bien, ya está. Por lo demás tenía que acostumbrarse al “nuevo retoque” de su cara.
En ese nuevo espacio había una parrillita, y ahí hacer un fuego, era pan comido. Juntó algunas ramas que estaban debajo de la losa, prendió el fuego, se quedó observando el avanzar del mismo, su crepitar característico y esa chispa seguida por el sonido hipnótico que invita a meditar, una vez ardiendo puso la pava y preparó el mate, para desayunar.
Aprovechó que él dormía, para estar tranquila y pensar un poco, ya hacía meses que estaban viajando, con mucha intensidad cada día, con momentos vividos, que estuvieron buenos, momentos compartidos, sobre todo al principio, pero cada vez se volvía más pesado, y el estar solos la mayoría del tiempo, con muy poca gente que ocasionalmente se sincronizaba en el camino, le estaba cansando. Los momentos de encuentros con las gentes, eran buenos en su mayoría, pero básicamente andaban solos. Y ella quería volver. Al menos a ver a su familia y sus amigas.
En el fondo sabía que era un planteo que no le agradaría a su compañero, pero lo necesitaba y lo pensó entonces para decírselo una vez que él se levante. No quería ir ella a despertarlo, ni siquiera dirigirse hacia la carpa, a tomar algunos de sus libros, o el cuaderno, o el celular con radio. No quería hacer ningún ruido de más, ya que los momentos de total silencio, consigo misma, era lo que más necesitaba, pocas veces estaba sola.
Mientras mateaba miraba como amanecía el lugar, ya que la situación de la noche anterior y lo que había pasado, la había enceguecido tanto, que no se detuvo a contemplar su alrededor (como quien da la bienvenida a un nuevo día respirando y agradeciendo la vida… el oxígeno) ensimismada en su egoísmo emocional y humano, lo único que había visto fue el pasto brillar, no había levantado la vista para mirar el cielo, y los amaneceres de cualquier lugar donde abunda la naturaleza (y más si son nuevos o desconocidos), regalan espectáculos dignos de admirar, generalmente son hermosos, los árboles, el balanceo de sus hojas, la protuberancia vegetal, la niebla corriéndose lentamente, los rayos de sol penetrando el rocío, los pájaros amanecidos, su cantar, los aromas de la tierra, en fin, por un instante todo era bello. Todo calmo, todo en paz.
Pasó un buen rato con su catarata de pensamientos, su silencio de fondo y los sonidos del lugar, en eso se percibe el cierre de la carpa que baja, sale su compañero, le dice:
– buen día!!! ¿Che porque no me despertaste y amanecíamos juntos?
Es que me levanté temprano, y no quise despertarte, igual hace un ratito que estoy acá. Es muy lindo este lugar, está fresca la mañana, pero es hermoso el paisaje, ¿queres un mate?
Vos sos linda, le dice. Y continúa: ¿voy al baño antes, ahora vengo y mateamos dale? queres que vaya a comprar galletas o algo? Bueno… esperame, pensalo, voy al baño y cuando salgo decime si? Y salió caminando sonriendo y tirándole besos a la distancia.
Ella notaba su excesiva cordialidad. Evidentemente se sentía mal por lo que había pasado.
Sale con la cara lavada, desperezándose y sonriendo.
– Tenés razón! ¡Qué hermoso lugar!! Igual te digo algo: es más lindo con vos acá. Y se sienta a su lado, le toca el pelo y le pregunta: – como estas? ¿Te duele algo? ¿Te sentís bien?
Me duele un poco la nariz… mirá, creo que la tengo como más ancha, más grande. Y le muestra señalándosela.
¡No se te nota!!!! ¡Lo importante que no te duela, tenés un montón de pastillas para tomar, no seas tan exagerada, casi que no se te nota, de verdad te digo, además quedate tranqui, acordate sos hermosa, a lo sumo ahora estás más hermosa! Le respondió riendo.
– si está bien… le respondió ella casi resignada.
¿Seguro no queres que vaya a buscar galletas? ¡Quizá ya abrieron los almacenes!! Voy de una escapada.
No no está bien, andá si queres, pero no por mí. Con mate estoy bien. Además, me gustaría bañarme, aprovechando el sol, después si queres para el mediodía compramos.
Bueno como quieras… ahora sí te acepto un mate, le dice frotándose las manos y calentándoselas con el vapor de la boca.
Compartieron un rato hablando sobre el lugar, el paisaje y la inevitable comparación sobre cada sitio, sobre la gente, las calles asfaltadas y de tierra, las casas y como las habitaban, de cómo estaban construidas, el estilo, los rasgos de las personas, sus costumbres y sobre cómo vivían; En fin, hablaban de todo lo que iban observando y así pasaron varias horas.
Ella se levanta y se dirige hacia la carpa a buscar toallas y ropa para bañarse, en este nuevo lugar no hacía falta llenar ninguna caldera, había agua caliente de una, con la simple y cómoda acción de abrir una canilla. Era más que evidente que estaban cerca de una ciudad o punto turístico; ¡Farmacia 24 horas, canilla y agua caliente, electricidad, almacenes completos o “poli rubro”, colectivos y buses interurbanos, hasta remises locales! también algo que no sucedía muy a menudo y venía muy bien, señal en el celular.
Tomando sus cosas ella le dice:
– Me voy a bañar, te dejo el mate, ahí hay madera para que hagas más fuego si queres, debe estar helada ese agua ya.
Dale gracias, que disfrutes la ducha, después contame que tal te fue. Te espero… y si queres cuando salgas vamos juntos a la proveeduría para buscar para almorzar, en más, podemos comprar en algún bazar un calentador, para cuando no tengamos leña. ¿No?
– Si dale.
Ella entra al baño y se va sacando la ropa, mientras abre la ducha, el agua tardó un poquito en calentarse, pero no más que tres minutos, cuando se desnuda el torso, se mira la piel, y puede ver el porqué de su molestia, tenía ambos brazos marcados, moretoneados, no llegaban a estar purpura como cualquier marca fuerte, pero si rosados, pellizcados y con hematomas rojizas, formando los dibujos del agarre.
Se observó la piel, también observó que tenía una musculatura como nunca antes había tenido en su cuerpo, y además observo que estaba muy flaca, ese ritmo de vida la había llevado a perder peso, no se pesaba en balanza hacía bastante tiempo, pero podía percibirse más delgada, aunque paralelamente , había ganado masa muscular de tanto cargar peso y caminar.Mientras se bañaba, regulaba el agua porque tan caliente le hacía arder los brazos, era como si estuviesen quemados, pero no, difícil de explicar la sensación, sentía que el agua le dolía, le molestaba si estaba muy caliente, se pasaba el jabón y le dolían los músculos. Terminó de enjuagarse, se secó, se cambió, y salió nuevamente hacia donde estaban. Él la esperaba afuera.
– ¿Y cómo estuvo? Le pregunta
Muy bien, lo necesitaba. Estoy más flaca, le dice al pasar, ¿viste?
Estas linda, no seas obsesiva! ¡Estás tremenda con eso eh! que la nariz, que el cuerpo… Sos lindísima. Dale dejate de joder, vamos a la proveeduría y de paso caminamos un poco, dale. Despejá.
Ella deja sus cosas, la toalla colgando sobre un tronco, y salen juntos a la ruta.
En la caminata, le plantea que extrañaba un poco su ciudad, y le gustaría volver pronto, él la toma de la mano y le sugiere que se relaje, que habían llegado la noche anterior, y ya quería moverse de nuevo….
La mira y le dice: – disfruta bonita, mira qué lindo paisaje hay acá…
Llegan a la urbanidad, había ruidos y autos, negocios que ya abrían, pasan por la panadería, compran galletas, pasan por la verdulería, y compran para almorzar. En eso ella visualiza una cruz verde titilando, era la farmacia que la noche anterior él había ido a busca los analgésicos.
– Me bancas? Le dice, Ahí vengo.
– ¿Dónde vas? Si tenemos analgésicos.
– No voy a buscar analgésicos, quiero preguntar algo.
Él se queda afuera y se prende un cigarro.
Ella entra a la farmacia, y pregunta si tienen balanza, que quería pesarse. Las mujeres que atendían, muy amables, le responden: ¡si claro! Ahí tenés una, mirá! Y le señalan la balanza que estaba casi en la entrada (a su vista) pero que ella ni había visto. Como tantas cosas que a su vista estaban y tampoco veía.
Ella nunca fue obsesiva con su cuerpo, al contrario, pero le llamaba la atención, además era una forma como de “chequearse”, el último tiempo su autoestima estaba tan de baja, que no le importaba como estuviera, y refiriéndose al peso de su cuerpo, quería sacarse la duda, ya que una de las últimas veces que recordaba se había pesado en balanza de farmacia, había sido el año anterior, pesaba 65 kilos.
Entonces, les agradece a las mujeres, y se dirige hacia la balanza dejando su bolso en el piso, sube, se pesa, y la aguja le marca 47 kilos.