Nueva normalidad. Última fase de la Pandemia o 1era de que ¿??
Por Alessandra Minnicelli
El término la “nueva normalidad” ha sido adoptado por la OMS para referirse al mundo el día después de la pandemia y en varias partes del mundo ya hay protocolos para ese momento que seguramente va a depender de la curva de los contagios, de la opinión de los especialistas en materia sanitaria y de las posturas de las decisiones de los gobernantes.
Así como ya hay protocolos para el día después, hay reflexiones filosóficas tejiéndose en torno a la sociedad pos pandemia.
El filósofo Josep Ramoneda lo hace sobre el reconocimiento de la vulnerabilidad del ser humano y dice, además: “Me parece que ha habido un exceso de prepotencia por parte de la especie humana. Hace muchos años que vivimos en una aceleración muy considerable, que sufrió un primer bache con la crisis económica del 2008. Eso puso de manifiesto que habíamos perdido la noción de los límites y, cuando la humanidad pierde los límites, siempre acaba mal. Así que justo ahora, cuando nos creíamos capaces de solucionarlo todo con la tecnología, un simple virus nos ha recordado que somos naturaleza y ha provocado un parón en casi todo el planeta.[1]
Realmente se abre una perspectiva de cambio ¿?
He visto la edición N⁰ 22 del informe Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. El trabajo en tiempos de pandemia: desafíos frente a la enfermedad por coronavirus (COVID-19) (mayo de 2020) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que contiene estimaciones sobre la dinámica del mercado de trabajo en los últimos meses y explora algunas de las políticas implementadas por los países para proteger el empleo formal, cuidar los ingresos de los trabajadores en la economía formal e informal y proteger al sector productivo.
El documento señala que, la implementación de las políticas para la reactivación requerirá de un fuerte componente de formación y educación en seguridad y salud para los actores del mundo del trabajo. Para ello son necesarios recursos institucionales y presupuestarios reforzados que garanticen su cumplimiento, y deben incluir buenas prácticas como la puesta en marcha de un protocolo de salud y seguridad en el trabajo que incluya inducción al personal, la adopción de horarios de entrada y salida desfasados para evitar aglomeraciones, rutinas de desinfección y sistema de lavado de manos, uso obligatorio de mascarillas, y un protocolo en caso de que algún trabajador presente síntomas.
Entre los datos que aporta Naciones Unidas, señala que antes de la pandemia América Latina y el Caribe mostraba bajo crecimiento y en el 2020 se espera la peor contracción económica desde 1930, con una caída en el Producto Interno Bruto (PIB) regional estimada de -5,3%, lo que tendrá efectos negativos sobre el mercado de trabajo. Se proyecta un aumento de la tasa de desocupación de al menos 3,4 puntos porcentuales, hasta alcanzar un 11,5%, lo que equivale a más de 11,5 millones de nuevos desempleados. De profundizarse la contracción económica la tasa de desocupación será mayor.
Según cálculos de la OIT la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 y las medidas de confinamiento provocan una pérdida de alrededor del 10,3% de las horas de trabajo en el segundo trimestre de este año, lo que equivale a 31 millones de empleos a tiempo completo (suponiendo una jornada de 40 horas semanales).
Y además indica que esta situación afectará negativamente la dinámica de la pobreza y la desigualdad y el logro de los compromisos de la Agenda 2030, agregan los organismos de la ONU. La CEPAL estima que para el 2020 la tasa de pobreza aumentaría hasta 4,4 puntos porcentuales y la pobreza extrema 2,6 puntos porcentuales con respecto a 2019. Esto implica que la pobreza alcanzaría entonces a 34,7% de la población latinoamericana (214,7 millones de personas) y la pobreza extrema a 13% (83,4 millones de personas). También se espera un aumento de la desigualdad en todos los países de la región, con incrementos del índice de Gini de entre el 0,5% y el 6,0%.
La CEPAL ha propuesto un ingreso básico de emergencia (IBE) por un monto igual a una línea de pobreza durante seis meses para satisfacer necesidades básicas y sostener el consumo de los hogares. Esto supondría un gasto adicional del 2,1% del PIB para abarcar a todas las personas que se encontrarán en situación de pobreza en 2020.
El informe reitera que es necesario repensar el modelo de desarrollo y consolidar las dimensiones económicas, sociales y ambientales del desarrollo sostenible, sin dejar a nadie atrás, como lo señala la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Asimismo, en paralelo a las políticas laborales se requiere un sistema de protección social basado en un enfoque de derechos, sensible a las diferencias, con políticas universales, redistributivas y solidarias. (sic)
Una breve mirada indica que la desigualdad hoy es muy grande (detonaron los índices Gini); que las fuerzas económicas, políticas y sociales van por distintos caminos; que no hay equilibrio entre el Mercado, el Estado y la Sociedad, que hay que estar dispuesto a hacer concesiones.
Para ello, el primer paso es darse cuenta que, pandemia mediante, venimos de momentos políticos de un capitalismo muy fuerte y salvaje, que nunca derramó en beneficio de todos y nosotros planteamos desde la Responsabilidad Social, que además del mercado y el Estado hay una Sociedad presente que demanda ser responsables a la hora de producir bienes y prestar servicios, porque de eso depende nuestra calidad de vida.
Coopetición, es la palabra, aún no aparece en el diccionario, pero el concepto es fundamental para avanzar en el momento actual. Se trata de generar sinergias para el desarrollo y buscar innovar en nuevas formas de comunicación, en esfuerzos y reconocimiento de talentos.
Ya no se trata de competir sin tener en cuenta al otro, como en épocas anteriores, sino de cooperar y transformarse de competidores a coopetidores, no se trata de evitar que compitan- se trata de promover que el Mercado identifique , a partir del reclamo de la sociedad causas o temas que les interese a todas por igual: Por ej. cuidar a los consumidores, hacer responsabilidad social, dejando de lado la competencia[2], y allí es donde el Estado tiene que hacerse parte y promover que esto ocurra .
De qué forma lo hace ¿además de usar directrices y protocolos, sin duda desde el territorio y desde la cercanía con la gente, debe actuar definiendo políticas públicas que intervengan en la transición hacia esta nueva normalidad como tarea orientativa en todos los ámbitos.
Para esta tarea el diálogo es con fundaciones, organizaciones, empresas, sindicatos, universidades, es decir, entre todos tenemos que encontrar nuestro lugar para mejorar la condición de vida donde desarrollamos nuestra actividad. Nadie puede hacerse el distraído, todo lo que no tiene un marco legal es responsabilidad social y cada uno tiene que poder encontrar su lugar y, en lo posible, juntarse con otros.
La reflexión, como en nuestros CIRS[3], vuelve a ser la necesidad de confluir gradualmente hacia la construcción de un nuevo modelo de gestión de la economía y las empresas que ponga en el centro de la acción a las personas y el ambiente, a partir de un cambio de hábitos y actitudes.
[1] https://www.lavanguardia.com/vida/20200522/481310334179/nueva-normalidad-sociedad-pospandemica-josep-ramoneda-brl.html= [2] NOTA:http://fonres.com/panel/upload/file/Suplemento%20RS%20TA%2029.11.15.pdf [3] http://www.comunidadrse.com.ar/3-congreso-internacional-de-responsabilidad-social-cirs-2015/