Medicalización

Por Liliana Etlis

El carácter colonial que cotidianamente vivimos naturalizando, se traduce en formas, mecanismos, dispositivos, modos, prácticas y saberes que no son precisamente del campo popular, sino que son expresiones de la colonialidad en momentos actuales y pretéritos a la Pandemia. Dicho criterio necesita cruzar las fronteras de la economía política y de la cultura introduciendo el concepto de la modernidad, imprescindible noción para avanzar hacia una crítica al eurocentrismo hegemónico universalista en salud, y comenzar a concretar formas alternativas, pluriversales donde se vean iluminadas aquellas formas de pensar no binarias y cartesianas de los fundamentalismos, socializando el poder y descolonizando sentipensares propios de la Patria Grande.

Uno de los temas que más me acercan a estas miradas es el de la medicalización de la sociedad favoreciendo espacios de poder a los lugares médicos donde existen problemas que pueden no ser de esta índole, construyendo entre otros dispositivos, manuales diagnósticos eurocéntricos con “nuevas” enfermedades.

Ejemplo de esto último es la triplicación de la cantidad de trastornos, construido en el pasaje del DSM IV al DSM V así como también el CIE 11 (DSM: Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales en su quinta versión de origen norteamericano y el CIE europeo: Clasificación Internacional de Enfermedades en su 11° versión respectivamente)

Este aumento de trastornos trae consecuencias culturales y políticas ya que provienen de visiones donde el instrumento de la industria farmacéutica y de la biotecnología, así como también las corporaciones de seguro médico privado, los medios de comunicación y las asociaciones profesionales, dominan tratamientos estéticos, quirúrgicos y farmacológicos. De esta forma los saberes hegemónicos son modelos de atención en salud dirigiendo a su vez las respuestas sanitarias junto a la economía de mercado. Discursos y recetas médicas construyen una subjetividad de consumidores desactivando las potencialidades del sujeto humano centralizando el malestar como parte de la anormalidad y no de la condición humana.

De la misma forma se disciplina y se controla a las personas estigmatizando como peligrosas o disfuncionales prescribiendo el consumo de psicofármacos, así como la influencia desmesurada de teorías como las neurociencias y de las terapias rápidas ejerciendo un poder sobre los cuerpos a través de modelos clínicos cuya perspectiva asistencial fortalece el proceso de medicalización intentando desplazar los derechos sociales hacia la salud pública.

La crítica a la modernidad, retomando las ideas del comienzo, evidencian siempre un carácter colonial y es necesaria además la inclusión de perspectivas de género, de etnias y de clases sociales en las nociones diagnósticas, así como también la utilización de criterios diagnósticos que sean acordes a nuestra identidad latinoamericana y no exportaciones que provienen generalmente de EEUU, Alemania, Francia Inglaterra e Italia como lugares de dominación del conocimiento, del saber y del poder.

Los nuevos discursos moderno/coloniales producen subjetividades y territorialidades, por eso la necesidad de redefinir, además, la biodiversidad intentando articular nociones que tendrían que incluir las ideas pluriversales y no universales.

Pensadores de la Patria Grande han denunciado manifestaciones relacionadas a la falta de equidad en el acceso a la salud en la transformación de afectos, las prácticas médicas y la forma en que se ha expandido argumentaciones en situaciones que patologizan fases del ciclo reproductivo en mujeres, la vejez, la soledad, el aislamiento por problemas sociales, la pobreza y el desempleo por nombrar algunas.

Laintroducción de la tecnología médica pasa a considerar como enfermedad problemas que son de índole económico, político y social construyendo un criterio médico eurocéntrico a partir de la subordinación hacia la autoridad médica.

La categoría de enfermedad es la llave para medicalizar redefiniendo la percepción de profesionales, que incorporan a la mirada médica una patología o excluir alternativas para resolver padecimientos, dolencias o sufrimientos, por medio de prácticas comerciales donde los pacientes cada vez van perdiendo derechos a ser tratados preventivamente.

Descolonializar saberes desde una concepción crítica, puede ser una solución resultante además de un profundo cuestionamiento al paradigma dominante.