Los tiros son para los trabajadores
Por Oscar Rodríguez.
“No hay que mirar al costado para ver qué hace el compañero. Hay que mirar adelante para ver qué hace el enemigo”. – Juan Domingo Perón
Y ¿si el enemigo está adentro?…
Créditos para la industria, plena ocupación con altos salarios. Aumento de la capacidad industrial, nacionalización de la banca que permita el otorgamiento de créditos. Manejo por parte del estado de la producción agropecuaria para su comercialización en el exterior que permita una regulación del precio interno.
Reactivación de centrales hidroeléctricas, plantas siderúrgicas, gasoductos, refinerías de petróleo, actividad con plena capacidad funcional del astillero río Santiago, que permita tener barcos propios para abaratar costos en el traslado de las exportaciones. Construcción de escuelas, escuelas técnicas, universidades y viviendas. Creación de cooperativas, garantizar leyes laborales, sindicalización de todos los trabajadores. Consolidación de la central obrera, con participación activa de trabajadores en la gestión política. Poner el capital al servicio de la economía nacional cuyo principal objetivo sea el bienestar social.
En tiempos de escasos debates, porque no empezar a poner sobre la mesa de discusión este modelo de país. ¡Un modelo… se podría llamar PERONISTA! En anteposición al modelo de: el salario es un costo, saquemos las indemnizaciones, endeudamiento externo, destrucción de la industria nacional, precarización laboral.
Un modelo… se podría llamar MACRISTA, conservador, neoliberal. Independientemente del nombre que se le ponga a ese modelo, está claro que siempre va en detrimento del trabajador. Funcionarios que no funcionan o funcionan defendiendo otros intereses, dejemos la benevolencia de la duda.
Ya está, y más teniendo en cuenta que lo que hay de la vereda de enfrente defiende intereses ajenos a los del pueblo. Lo claro y concreto es que no puede haber descuidos, hay que medir cada palabra, cada acción, los de enfrente NO perdonan.
Ahora pongamos la discusión donde hay que ponerla. ¿Es posible llevar adelante un modelo de país como el que describimos al comienzo de esta nota? ¡Claro que sí, CLARO QUE SI! Para eso el pueblo tiene que estar comprometido, tener una cierta capacitación política para entender dónde tiene que estar parado. Es necesario también, tener una conducción estratégica. Pelear con los que tengamos que pelear, con voluntad política y con coraje. Esto es imposible de llevar adelante tratando de quedar bien con todos.
Además, convengamos algo, esta pelea se viene dando desde el 1800, y nosotros siempre fuimos los que perdimos. Perdimos cuando nos alambraron todo el país y a las hectáreas de tierra les ponían la escritura con apellidos ilustres, apellidos patricios. Perdimos con las bombas de la unión democrática, que pulverizó un proyecto de país que al día de hoy aún no hemos podido recuperar. Perdimos cuando nos borraron de un plumazo la constitución del 49. Perdimos cuando nos arrasaron una generación entera, perdimos en los 90, cuando un gobierno llamado peronista hizo todo lo contrario a lo que hubiera hecho un gobierno verdaderamente peronista. Nos tocó perder con los señores del ayer feudal, que nunca se resignaron a compartir sus riquezas producto de enormes latifundios de dudosa procedencia. Padres y abuelos de los que hoy sueñan con volver al poder político para continuar con la entrega de la nación al poder económico. Siempre, pero siempre nos tocó perder.
Pero te digo algo, ¡¡NO NOS HAN VENCIDO!! El pueblo sigue de pie soportando las balas y las bombas desde 1951. Se hace necesario en este sentido una resignificación de la historia argentina, el relato de la historia oficial ubica las acciones que caracteriza de “subversivas” en los años 70, ignorando y pasando por alto los hechos de violencia desatada desde 1951 contra el peronismo. Ignorando que los tiros siempre fueron para los trabajadores. Balas y bombas que destruyeron un modelo de país, pero que sin dudas no van a borrar de la memoria del pueblo el estado de bienestar que se supo conseguir.
En un momento de nuestro devenir histórico ese modelo de país llegó a contar con un 70% de aprobación. Se comprendía donde se quería llegar y se acompañaba, luego vino lo que se tapó y se ocultó en las páginas de los libros de historia. Vino el relato conservador lleno de odio y venganza hacia aquel líder que lo que había hecho era darle dignidad al pueblo. Vino el enterrar un modelo de país que iba en contra de los aristócratas, feudales, cipayos, vende patria.
El desafío de hoy está claro. Poner en debate qué país queremos, el del odio constante, el de los tiros a los trabajadores o el del amor a un pueblo que tiene que recuperar la memoria, sin dudas. El pueblo trabajador tiene que comprender de qué lado le vienen los tiros.
Dicen que el amor vence al odio, ojalá así sea.