Los discursos impotentes y la falta de responsabilidad social de la industria farmacéutica
Por Alessandra Minnicelli.
Numerosos informes dan cuenta que la Industria Farmacéutica, antes de investigar determinado producto, se pregunta por su valor actual ajustado por riesgo, net present value risk-adjusted, NPVr o sea, el monto de invertir más la renta presunta, menos cualquier pérdida de ingresos. Si para un anti infeccioso su NPVr es de 100, para un medicamento oncológico es de 300, para uno neurológico de 700 y para uno del sistema musculoesquelético de 1.150, está claro en cuál de ellos se invertirá. Este es el motivo por el que queda una población importante de medicamentos huérfanos.
Pero estamos en Pandemia, con un gobierno y una población en crisis y haciendo esfuerzos de cuidado mutuo y responsabilidad individual que merecen algo más que discursos impotentes por cadena nacional, no es momento para que la Industria farmacéutica, este condicionada por el interés económico, es momento de actuar con integridad, con responsabilidad social para anteponer razones científicas y no de mercado a la hora de investigar.
Hoy ya sabemos que los ensayos clínicos internacionales son una expresión de la falta de independencia de las investigaciones, sabemos que su financiamiento y su conducción están influenciados desde redes comerciales que, de una manera u otra, afectan los resultados y los fines de la investigación.
La estrategia de nuestro país debe ser optimizar la aplicación de vacunas a toda la población y es momento de no especular de no priorizar las ganancias y la innovación sobre otros medicamentos que no sean los necesarios para obtener la inmunidad de nuestra población contra el COVID y las nuevas cepas.
A la imagen del Presidente en estos días en cadena nacional, se contrapone la de costosos laboratorios existentes en nuestro país en los cuales el dominio del mercado empaña los fines de la investigación. Esta imagen contradictoria, habla de un escenario donde la prioridad no es el bien común y el bienestar de la población.
Esta vez, toca que el interés económico deje de condicionar la integridad científica de la investigación, que la ciencia y la tecnología estén al servicio de la salud de cada argentino, que los laboratorios se pongan al frente para producir la vacuna como acción responsable y por un día, solo por un día, devolverle a la investigación científica su neutralidad y su orientación al bien común.
Las necesidades sociales de nuestro país así lo demandan y esperamos que la rectoría regulatoria del Estado este a la altura de las circunstancias.