Las PASO, ¿Por qué?

Por Alessandra Minnicelli.

Hay algún material de estudio doctrinario sobre las PASO, que da cuenta que el sistema de primarias (o internas) abiertas fue propuesto, incorporado y/o utilizado en casi todos los países de América Latina, a lo largo de los últimos años. Pero en la mayor parte de los países latinoamericanos no existen disposiciones formales que impongan la realización de primarias, sino que en su mayoría éstas han sido implementadas unilateralmente por algún partido.

En Argentina, la sanción de la Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral (Nro. 26.571) en 2009, formalizó el método de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) procurando con ello volver a institucionalizar el sistema de partidos; logrando un realineamiento partidario y mitigar la fragmentación existente.

El diagnóstico que dio lugar a la reforma sostuvo que los partidos eran inconsistentes en lo ideológico y programático, e incluso que muchos de ellos directamente estaban constituidos como meros sellos electorales nominativos, sin estructuras ni afiliados y sin capacidad de incidencia territorial ni representación social (Abal Medina, 2009).

Básicamente las finalidades teóricas buscadas con este mecanismo se sintetizaban en: el ordenamiento del sistema partidario (reducción de partidos y candidatos, y unificación de partidos similares)[5] (Astarita, 2009); la democratización interna partidaria a través de la apertura en la selección de candidaturas, otorgando más chances de competir a actores minoritarios partidarios y más opciones a escoger para el electorado en su conjunto y la participación y politización de los ciudadanos, a quienes se hacía ahora partícipes de una de las decisiones más relevantes concernientes al funcionamiento partidario (Tullio, 2011).

El procedimiento  de primarias abiertas en Argentina, el único país latinoamericano en los cuales éstas son compulsivas tanto para los partidos como para los electores, se utilizó este método en 2011, 2013, 2015 y 2017, y a juzgar por los resultados , hoy se puede sostener que hay tres elementos que influyen sobre los resultados electorales y condicionan la coordinación de los actores (Cox, 1997), a saber: las reglas electorales (es decir, el sistema electoral existente) (Duverger, 1954); las decisiones de los actores políticos (o sea, las determinaciones de los dirigentes con respecto a quién participa en la lidia electoral) y las preferencias y expectativas de los votantes (las opciones predilectas por los ciudadanos y las perspectivas sobre los posibles resultados alternativos) (Cox, 1997: 22).

Y los tres afectan el sufragio pasivo y el momento de entrada estratégica de candidatos y grupos (Escolar, 2011), en el que se forjan las posibles alianzas y esto es así porque: El proceso de nominación de candidatos debería representa el mecanismo preferente a través del cual los partidos se coordinan para escoger candidatos que logren maximizar su votación y por otro lado porque son los ciudadanos quienes deben elegir a determinado precandidato para transformarlo en candidato partidario.

Si contrastamos los objetivos teóricos de los propulsores de esta legislación, con los resultados de la aplicación fáctica de la misma a lo largo de todos los procesos eleccionarios sucedidos hasta el momento en nuestro país, vemos que cuando la PASO no se combina con competencia intrapartidaria, las primarias pierden efecto informativo y legitimador, para transformarse directamente en una primera vuelta adelantada (Tagina, 2011; Gallo, 2016), malogrando su razón de ser originaria.

Y también que hasta ahora las coaliciones que decidieron forjar los actores políticos han sido heterogéneas y asimétricas, y en la gran mayoría de los casos resultaron ser pasajeras. Y que cuando no se resuelve establecer competencia interna en ellas y se opta por acordar candidatura o lista única no se logra el objetivo previsto en la ley de creación del sistema al no existir una correlación positiva entre el empleo de este sistema y el cumplimiento de los beneficios esperados.

En tanto no se amplié desde cada partido en forma real la oferta electoral, dirimida internamente en cada uno de ellos. Parece que las PASO serán lo que algunos llaman una “gran encuesta nacional”, brindando información fiable a los actores políticos participantes. Que solo podrán ser de utilidad para recalcular estrategias, fortalecer la campaña en zonas específicas y ampliar apoyos informales (Cruz, 2017), permitiendo también discernir la cantidad de votos propios y de votos prestados con los que cada uno contaría (Calvo y Pomares, 2015).

El porqué de las PASO sigue siendo por ello una incógnita y hasta una falsa opción para muchos de los ciudadanos, que no ven competencia real y debate ideológico en el seno de los partidos y en algunos casos solo convalidación de las viejas listas sábana.