La Patria es el Otro

Por Crece desde el pie.

La crisis económica devenida de varios años de inestabilidad, falta de empleo, exclusión, inequidad y tantos aspectos más, siguen ahí, y no están excluidos del contexto internacional de la pandemia y esta sorpresiva “anormalidad del Covid”.

Muchas organizaciones sociales y políticas, durante largo tiempo han articulado diversas estrategias, con y sin el Estado, para poder dar algún grado de respuesta a las personas que últimamente llamamos los más necesitados. Muchas de esas propuestas han incorporado entre sus acciones centrales la asistencia social, otras han buscado alternativas con algún eje ordenador como puede ser la educación en espacios populares o el trabajo auto-gestionado en sus diversas posibilidades; y todas seguramente tendrán en su espíritu original una visión que incluye no seguir haciéndolo, que cada una, uno y une que es destinatario de esas acciones pueda tener el sustento más digno y de verdadera justicia social que un día nos dará la verdadera distribución de la riqueza en nuestra Patria. Por ello, es que son tan valorables esos proyectos colectivos que vienen desde hace años sosteniendo el entramado social. Sin embargo, hoy, a todo eso le tenemos que añadir el inesperado Covid.

Este invasor que deambula de cuerpo en cuerpo, enfermando a quienes puede y cuantos más mejor, nos pone a todos, todas y todes en otro lugar, en otra posición. Por un lado, en cuidarnos para cuidar, en la toma de conciencia, en incorporar nuevos rituales a nuestra vida cotidiana, al tiempo de hacernos nuevas preguntas que pueden quedar irresolubles, vacilantes por mucho tiempo más.

Todos hoy estamos en este baile, y por un natural espíritu de supervivencia vamos construyendo alternativas que nos permitan transitar de la mejor manera posible la pandemia, la salud, la enfermedad, el aislamiento, y todo eso que seguramente estén pensando.

Esto, que nos sucede como individuos, también nos pasa desde lo colectivo. En lo que les vamos a narrar está presente la experiencia específica de un Espacio Cultural que nació con otra visión, que surgió del compromiso militante y, quizás sea válido decir, desde la resistencia y la permanente búsqueda de un mejor país para todos los habitantes de nuestra Patria.

Iniciado el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, allá por el 20 de marzo, la incertidumbre también nos invadió a cada uno de los que formamos parte del espacio. La planificación de talleres, charlas, encuentros, espectáculos y hasta abrir la biblioteca popular para que quienes estén cerca de nuestra esquina mágica de Constitución y Pichincha puedan renovar lecturas, acercarse a ellas simplemente puedan encontrar una excusa para intercambiar con otros se encontró truncada. Aunque ya entendimos que solo está en un modo de espera, en stand by dirían algunos. Todos esos proyectos siguen ahí, buscando otras formas de materializarlos al tiempo que va madurando también.

Esos días de marzo, nos encontraron con los teléfonos colapsados, mensajes de todo tipo iban llegando, desde comentar las medidas adoptadas, hasta pensar distintos plazos, cercanos todos, de finalización y retomar la vida como la veníamos llevando… eso no implicaba que fuera buena y generosa con todos.

En los primeros días ya comenzaban a vislumbrarse necesidades nuevas a nuestro alrededor, veníamos de la experiencia de diciembre de repartir unas cien bolsas navideñas que la gestión política de compañeras y compañeros hizo llegar a local, de tomar la decisión de que en cada evento que realizáramos la entrada fuera un alimento no perecedero para el comedor que estaba a tan solo media cuadra. Veníamos de tender puentes que se pudieran materializar en soluciones a las necesidades que aparecían. No estaban en nuestros planes esto, que hoy es una realidad.

Cada viernes, desde abril, en “nuestra esquina mágica, donde pasan cosas” como gentilmente nos describió un vecino, bueno vecino no, un compañero que desde que aterrizamos ahí poco a poco se fue transformando en un compañero más, que milita desde el arte, funciona una olla popular.

El puntapié de esa primera olla fueron los vecinos de Crece desde el pie, vecinos que hoy son militantes y encontraron en ellos mismos otra forma de definirse, compañeros.

Como en todo, salimos a la cancha, a ponerle el pecho a la situación, hicimos un primer cartel, decidimos no “viralizarlo” mucho, porque ya teníamos dos premisas, la primera esto no es eventual, esta olla tiene que sostenerse cada viernes por el tiempo que sea necesario del ASPO y de su salida paulatina. La segunda, no vamos a dejar a nadie sin compartir el pan en nuestra olla popular.

Sabiendo eso, teniéndolo internalizado como un mantra, arrancamos. ¿Qué necesitamos? ¡De todo!, ¿Qué tenemos? Algunos alimentos no perecederos y compañeras y compañeros dispuestos a poner tiempo, entusiasmo y amor en cada tarea.

Así, las redes informales de todos se transformaron en nuestros principales aliados. Ollas prestadas, cubiertos del local y otros de cada casa, más alimentos, la vaquita para comprar las verduras y carne, y se integró al grupo una cocinera, vecina del barrio que tenía la experiencia de cocinar en ollas.

Seguimos con los whatsapp, fuimos buscando la mejor manera de organizarnos y encontramos nuestro propio límite material en la cantidad de porciones por viernes. Nos pasó, y puede volver a suceder que algún día se improvise un algo más.

Puentes, lazos, relaciones, nos permitieron algunas semanas conseguir “bolsas de alimentos no perecederos y algunos productos de higiene básicos para repartir entre las familias que ya sabíamos tienen más urgencia. El apoyo de Comité Solidario de la Comuna también fue importante, en algunas oportunidades nos acercaron verduras y frutas, y la mano generosa de otros compañeros del local donaron más frutas para que la cena salga con postre.

Más lazos, más puentes, se fueron sumando en ese camino de mantener la olla de los viernes, donaciones de fideos, de harina, de carne, de pan y hasta de panqueques para el día que el menú fue canelones de carne y verdura con salsa, colaborar en comprar lo que haga falta, en conseguir e ir a buscar donaciones, en poner tiempo y trabajo.

Más y más se fue sumando, no solíamos hacer ollas, no estaba en nuestros planes que surgiera un “comedor” en el local, pero hoy es nuestra realidad.

Cada jueves relevar las porciones necesarias y comenzar a preparar lo necesario, cada viernes preparar ese menú y entregar las porciones, también escuchar en esos minutitos aquello que quienes se acercan necesitan decir. Cada sábado volver a limpiar lo que falte, y cada lunes volver a pensar que podemos hacer, que se necesita y que tenemos, lo más lindo del lunes es saber que nos tenemos y que cada lunes nos sorprende alguien más.

Así, la esquina mágica donde hubo música electrónica, radio abierta, proyecciones de películas, campeonatos de play y truco, presentaciones de libros, charlas con políticos, con compañeros, debates fuertes sobre el trabajo, entrega de premios, exposiciones de fotografías, de cuadros, cuadros pintados colectivamente en homenaje a Evita, día del niño, cumpleaños, un baño sonoro y muchas cosas más…, ahí en esa esquina hoy la magia del encuentro es una olla popular, que cada viernes busca acompañar a quienes transitan esa necesidad.

Narrar esta historia de cómo nos adaptamos a este tiempo tiene la sola intención de que todxs sepan que acá estamos si lo necesitan, que todxs sepan que tienen un lugar donde pueden tender una mano solidaria con otrxs.

Es un orgullo ser parte de este colectivo, es un orgullo contar con el acompañamiento de anónimos, es un orgullo que cada viernes Elina, Walter, Eli, Memi, Euge, Maca, Tini y muchxs más estén haciendo la olla popular de Crece desde el pie con compromiso, con militancia y con amor, porque para todxs nosotrxs LA PATRIA ES EL OTRO.

 

Gracias a todas, todos y todes los que

nos apoyaron, colaboraron, fueron solidarios y

nos dejaron ser sus mediadores de esos puentes, de esas manos tendidas

por ser Comunidad Organizada.

 

 

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