La nueva normalidad, que no tiene nada de nuevo.

Por Pablo Pérez.

Luego de 4 años de saqueos de un país y de pérdida de derechos, nos llega este maldito virus, que mata, pero no podemos ver, que nos paraliza y no lo sentimos.

El Gobierno intenta ayudar, pero se equivoca y los pocos recursos del estado se van a los bolsillos de los CEOS, gerentes y dueños de las grandes empresas.

Multimedios viviendo del estado, parece raro, pero como siempre, con pandemia o sin pandemia, con crisis o sin, ellos ganan siempre.

Duele, pero es la realidad.

La clase trabajadora solo se empobrece, el famoso impuesto a las grandes fortunas no se vota, pero la quita del 25% a los salarios ya es un hecho.

Los operadores y oportunistas de siempre quieren abrir la cuarentena y poco les importan los más humildes.

Mientras tanto, el Gobierno de la Ciudad gasta en barbijos carísimos, hoteles de amigos y ahora en la adaptación de las principales arterias como peatonales.

La crisis se siente más fuerte en los barrios de emergencia.

Tuvo 60 días el Gobierno de la Ciudad para prepararse y, como siempre, mostró la desolación, la muerte y la desidia de un modelo de gobierno que solo desgobierna.

Los muertos siempre los ponemos nosotros, los de más abajo.

Lo que sucede en estos barrios es desastroso. Hacinados en habitaciones sucias y sin información, tienen que esperar el resultado de los testeos. Por las noches, los llevan a los hospitales donde en muchos casos no lo quieren recibir y los amontonan sin darles ninguna explicación.

No solo es humillante, si no también peligroso para quienes son negativos. Además, no brindan información de dónde se aíslan a los positivos, ni siquiera a sus familiares. Esto es una vergüenza.

A esto hay que sumarle que en los barrios del norte trasladan a los casos sospechosos en ambulancias del SAME, pero en el sur de la Ciudad los amontonan como ganado en colectivos. Sr. Horacio Rodríguez Larreta, usted es el responsable.

Esta famosa nueva normalidad asusta, preocupa y nos hace perder lo más valioso: la libertad de soñar, reír y abrazarnos.