La moderación de Alberto y la épica de Cristina

Por Claudio Posse.

Estos días, después de la marcha suicida… Momento, también irresponsable, porque no solo se enfrentan al virus, también lo llevan consigo. Peor que las “películas zombies”, porque en este género “los muertos vivientes” solo se mueven por el instinto a la comida viva, el virus no les restituye el poder del razonamiento y análisis. El Covid 19 no genera ese efecto.

Los movilizados del lunes pasado son una construcción histórica de la sociedad, ¿el efecto de esa construcción histórica genera cosas parecidas a lo que les pasa a los zombies? Sí, pero pobres zombies ¿no?  Sigamos, decía que después de la marcha me pregunté ¿Cuantas visiones puede tener un colectivo de personas? Y la respuesta es sencilla, puede tener tantas visiones como personas integren ese colectivo. Y si revisan un poco, ya que les recomiendo no pierdan tanto el tiempo, algunas de las declaraciones de los manifestantes se darán cuenta de la cantidad de visiones que tenían. Tanta como cantidad de asistentes. Claro que había algo en común, pero ahí les pido que lean dos artículos de este número, el de Rafael Bielsa y el de Maximiliano Rusconi. ¿Ya lo leyeron? Bien, está claro que los une el odio al peronismo, a lo popular, o, como dicen ahora populismo (queda más “chic”). Pero, volviendo a las visiones, ahí podían escuchar el NO a la reforma judicial, Si a la reforma laboral, NO a la reforma de la constitución, Si al Home Office 24 x 24 sin derechos. Y así.

Entonces, ustedes me dirán: “Pero eso es un lío, ¿cómo lo organizas?” Ahí está el tema, eso no se organiza. Eso se manipula. Les propongo que corramos el velo de la marcha y veamos que hay detrás. No voy a desdecirme del  Editorial de la semana pasada, https://identidadcolectiva.com.ar/quien-carajo-es-brandoni/ , donde proponía que no le demos entidad a villanos menores, lo que les propongo es que vayamos sacando capa por capa de esta cebolla hasta encontrar al verdadero poder que está detrás de estas múltiples visiones.

El lunes por la noche Brandoni estuvo con Joaquín Morales Solá (en TN obviamente) intercambiando opiniones sobre la “Libertad” que falta, y se desbocaron y estuvieron al borde de pedir militares en el poder, menos mal que el tiempo en la tele es tirano, si le dabas dos minutos más podrían haber pedido un golpe institucional, como hicieron Mariano Grondona  y Hugo Biolcati (presidente de la Sociedad Rural) allá por el 2009, ¿se acuerdan? Epa, se habían olvidado, bueno siempre hay que tener memoria porque tropezarse con la misma piedra suele ser dramático para los pueblos.

A partir de ahí se sucedieron varias incitaciones “destituyentes”, a mi me gusta decirle golpistas porque es un poco más claro. Pero no queda en las palabras únicamente de un actor, un periodista o un dirigente rural. Se multiplica en la confusión, justamente utilizando las diversas visiones. Esa es la base de la manipulación, confusión mas diversidad de visiones. Una especie de sin sentido que construye, o intenta, un solo sentido: el común. Y para eso están los medios concentrados de comunicación y actúan permanentemente en función de sus intereses, que suelen ser contrarios a los intereses de los gobiernos populares. Y ahí vamos encontrando el centro de la cebolla. Porque cuando digo los medios, no hablo de los periodistas. Claro está que Viviana Canosa no es poderosa en sí misma, es una anécdota del proceso de manipulación. ¿Incide?, y sí, de eso labura. Pero labura para “ellos”.

Rascando, rascando, llegamos rápidamente a los mismos de siempre. Aquellos que tienen y detentan el poder real de la Argentina. Los que te pueden subir el dólar, los que te suben los precios, los, vamos a llamarlos si me permiten, “ladrones de guantes blancos”. Los que acumulan indiscriminadamente capital sin siquiera tocar un billete. Esos ladrones que nunca son juzgados, porque aparte de periodistas manejan jueces, fiscales, policías, espías y etc. ¿Se imaginaron a Marlon Brando en “El Padrino”? Pues, no. Porque los ladrones de guantes blancos también manejan a la mafia.

Ahora bien, y entonces ¿Qué hacemos? Porque ustedes, me los imagino, estarán pensando: “Claro, porque nosotros tenemos un solo pensamiento ¿no?”. Y… tienen razón, es más, no nos gusta el pensamiento único. Lo combatimos. Y, aparte de esto nos enojamos entre nosotros si es necesario. Porque crecemos en el debate. Ustedes disculpen el paralelismo con lo que ocurre en mi profesión, el mundo del cine y lo audio visual. No hay nada más hermoso que ver a una persona mirando desde el visor de una cámara. Me gusta más inclusive que el mismo paisaje o situación que está observando. Presten atención, existe una postura física, mental y espiritual que transmite aquel que mira desde el visor de una cámara. Pero, pensemos juntos, ¿Cómo va a colocar el trípode que sostiene la cámara? ¿Cómo eligió el lente? ¿Y el plano? La respuesta no está tan a la vista pero es sencilla: Se organizó.

Imaginemos entonces, que decidimos hacer una película. A uno se le ocurre la idea. Se la transmite a otre y hacen el guión. Otra pone el dinero y otre dirige la película. Necesitan a otro que produzca. Alquilan luces, maquillaje, vestuario, utilería y, entre otras cuestiones, una cámara y después eligen actores y actrices y el equipo técnico: director de fotografía, vestuaristas, maquilladores y, entre otros compañeres, un/a  camarógrafa/o. Entonces el director lee el guión, elige el plano, habla con el director de fotografía, ven la iluminación. Le cuenta al camarógrafo/a cual es el plano elegido y discuten ideas. Y zas… ahí tenemos esa bella imagen una persona tras el visor del una cámara retratando una visión del mundo. Pero esa visión no es individual es colectiva y organizada. Esa visión se construyó entre todes.

En la administración de la cosa pública pasa lo mismo. Sin organización no hay película posible. Pero ustedes se preguntaran dos cosas, 1) cuando termina este artículo (faltan pocas líneas) y 2) que tiene que ver el título con todo esto, esta respuesta es un poquito más compleja.

Decía antes que no nos gusta el pensamiento único y entendemos las visiones unificadas a través de la organización. Pero también discutimos las formas organizativas y, también, a quienes la llevan a cabo. Y, según mi entender, está bien. Hay que hacerlo. Tenemos que estar orgullosos de esos debates. Pero no es lo mismo el orgullo que el pecado de la soberbia.  La soberbia, quizás es la madre de todos los males, hace que nos pongamos obstinados y terminemos alimentando a los enemigos del campo popular.

Hemos escuchado mucho sobre la moderación y el intento al dialogo permanente del Presidente Alberto Fernández.  Y, aparentemente, es su característica. No está bien ni mal, o las dos cosas. Siguiendo con los ejemplos cinematográficos, no hay peor actor que el que quiere actuar de lo que no le sale, miren a Clint Eastwood. Hace el mismo papel en Harry el sucio (Dirty Harry) o en Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County), con la cual lloro cada vez que la veo. El hombre fue coherente. Alberto también. Yo no le pediría que actuara de otra manera. Es lo mismo que pedirle a Cristina que agache la cabeza en el Senado o ¿alguno de ustedes se sorprendió cuando carajeo a los jueces? No. Ella es así, épica.

Lo importante es que entendamos que la construcción es colectiva y organizada, con moderados y épicos.

En algún momento tenemos que terminar esta película, con final feliz, que es la felicidad del Pueblo.