La herida abierta

Por Liliana Etlis.

La idea amaneciente al despertar mi cuerpo junto al sonido de la lluvia, era los quijotes con molinos de viento comunitario. No recuerdo bien el sueño, pero la imagen era esa. Muchxs Quijotes imaginando un mundo mejor para ser vivido con felicidad y me reproché a mí misma no poder resonar los diferentes motivos que entibiaban mis pensamientos, esos que venían del lugar de los sueños, no los que estaban relacionados al cansancio ni a las pesadillas ni a los temores ni a las tristezas sino a las esperanzas que muchas veces acarician los huecos donde se alojan algunas ideas. Y me quedé nuevamente sentipensando que, si fuésemos Quijotes, lucharíamos contra los Molinos de Viento y sería una lucha contra hostiles fantásticos o imaginarios.

A medida que el tiempo planar iba transformándose en una especie espiralada de momentos entre memorias colectivas y presentes pandémicos, el impacto de una mañana bajo el agua del cielo y sujetando hilos entre los discursos, las palabras, las frases sin reflexión y las profundidades de lxs que sí amamantan ilusiones, recordé a Fuenteovejuna.

Es andando en la transición desde diferentes realidades, la interna y la de afuera que pareciera transparente pero que la oscuridad interrumpe sus secretas luminosidades.

Dicen que el hecho fue real y que tuvo lugar hace aproximadamente cinco siglos, que Lope de Vega escribe la obra de teatro aproximadamente un siglo después, dejando testimonio de un pueblo en lucha responsable, en algún lugar y siglo del mundo.

En la obra forman una trama a desarmar un comendador cruel, tirano, abusador de mujeres, que desencadena conflictos sociales originados por las tensiones entre éste y los habitantes del pueblo. Simultáneamente la violencia desencadenada por las injusticias y la posición de los reyes católicos ante el asesinato del comendador me hicieron reflexionar sobre el origen de un dispositivo de participación comunitaria, el papel de cómo se juzga un asesinato desde la realeza y la imposibilidad de estos mismos de condenar a todo el pueblo ya que nadie delata la autoría del responsable del hecho acordando un silencio solidario entre los habitantes del pueblo.

Esta tragedia colectiva con hechos concretos, el abuso de poder del comendador y cómo se implementaba la in-justicia de los reyes católicos me recordó a nuestro vivir actual, los que deseamos se concreten los sueños de libertad, justicia, soberanía, equidad que desde hace años intentamos bajo estas banderas defender, implementando en este suelo patrio, la expresión de las identidades diversas y plurales.

Y estas anteriores formas de sentimientos me llevaron a interrogantes ¿Cómo tratar de utilizar una comunicación sanitaria donde no sólo aparezcan números sino otras formas de resignificar esta realidad?¿Cómo explicar una batalla cultural donde seamos partícipes de una lucha común contra este virus con zombies reflexivos incluidos? ¿Qué nos hace falta en el terreno de la lucha política para que nos organicemos contra el Comendador porteño que es un genocida?¿Cómo
construiremos felicidad colectiva?

Las renegaciones, temores, miedos, pánicos y otras formas de padecimiento existen estimulados por los medios de comunicación y un poder judicial sostenido por la embajada norteamericana y sus aliados antipopulares vendepatrias.

Ya no somos los mismos, si no duelamos una normalidad que ya no está y no encontramos nuevas formas de lucha estaremos reproduciendo errores que nos van a costar muy caros.

Naturalizar situaciones parecieran ser escudos de defensa, molinos de viento para algunxs- quedarán como símbolo de una posible salida- para otrxs desearán que no nos borren las utopías condensadas en desigualdades sociales y estrategias contra la pandemia, no son eternas, hay rasgos de tibieza, muy tibias soluciones.

La lucha por un mundo mejor, el Buen Vivir y el cambio estructural requiere necesariamente la participación de todxs como en Fuenteobejuna, Chile, Ecuador, Colombia Bolivia, Perú, Palestina.

Nada es imposible para dignificarnos con el intento.