La guerra judicial nos deja regalados como cheto esperando el bondi

Por Mariela Montiel[1].

Sentada frente a la computadora queridos compañeros, no estoy modificando ningún virus Covid-K, no soy comunista, mucho menos anticonstitucionalista. Soy una educadora popular y nacional. Que tuvo la dicha de estudiar en la universidad pública heredera de Perón y que en esas aulas llenas de trabajadores y jóvenes de la Patria Grande supo contagiarse de autores del pensamiento nacional y latinoamericano. Entonces, a los oligarcas que hablan desde la defensa del nacionalismo yanqui en su máxima expresión (llámese globalización), les advertimos (porque la militancia siempre es colectiva) que la estrategia de demonizar las causas justas y nacionales que nos llevarían a la liberación económica y productiva, serán aquí combatidas con la palabra y la acción.

Es un clásico, los oligarcas siempre sostienen su causa creando enemigos: en los años ´20 el judío, en los ´50 el cabecita negra, en los ´70 el comunista subversivo, en los ´90 el narcotraficante, en el 2000 el terrorista. Todos son ejemplos del discurso que idean los círculos del saber para sostener sus privilegios en detrimento de los gobiernos que defienden lo nacional y al pueblo trabajador.

Claramente esta “Guerra judicial” perjudica a los barrios más vulnerables ¿Cómo? Te explico. El Lawfare puede ser definido como el uso indebido de herramientas jurídicas para la persecución política. Es una alianza entre los medios de comunicación, grandes empresarios y el poder judicial. Éste último ejerce el poder como partido político (otra estrategia del neoliberalismo: debilitar los partidos políticos). Podríamos decir, que Comodoro Py ha sido y continúa siendo (hasta que no modifiquemos la estructura jurídica) la Unidad Básica de la oligarquía transnacional y el frente de Cambiemos. El Lawfare tiene por objetivo profundizar el neoliberalismo y achicar las democracias (democracias deficitarias) y es una estrategia que comenzó hacia la década del 80 en el marco del ajuste estructural, la modernización del Estado y de la privatización de lo público. Desde aquellos años, los yanquis han impulsado su “cruzada” contra la corrupción y eligieron al poder judicial como aliado. La   restauración o consolidación del neoliberalismo requiere de alimentar o fomentar la despolitización de la sociedad, anclado en un sentido común donde todos los políticos, el Estado y lo público confluyen en una espiral de corrupción.

No es casualidad que cuando vamos con los pibes a la salita del barrio no haya insumos, vamos a la escuela y se nos caen los techos en la cabeza, exigimos laburo en blanco y solo recibimos subsidios, pero obviamente, cuando vamos a una financiera a entregar el recibo de sueldo o comprobante de jubilación, nos ofrecen café y nos reciben con aire acondicionado.

De la misma manera que crearon “enemigos” idearon un modelo jurídico que legitima al “Totalitarismo financiero”, concepto tomado de “nuestro” querido Eugenio Zaffaroni, Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En este totalitarismo se permite que un gobierno (en este caso el de Macri y Vidal) tome deuda y fugue 86 mil millones de dólares. ¿Te das cuenta? ellos le dicen “activos externos” a lo que en realidad el ranchaje llama “alto choreo”. Entonces, te canto la posta: pidieron guita, se la llevaron afuera, nos endeudaron y ahora, nosotros pagamos la partuza a la que nunca fuimos invitados.

Es también característico de esta “Guerra judicial” que los dueños del FMI elijan a los directores de los Bancos Nacionales de cada país. Entonces, durante el macrismo hemos tenido a González Fraga, representante de un banco multinacional, designado como director del Banco Nación, en total se quedó con 240 mil dólares en los últimos tres años por su cargo en un banco privado, a lo que hay que agregar su sueldo como presidente del Nación. Pero claro, estos genios quieren combatir la corrupción. Estuvimo´ más regalados que cheto en parada de bondi.

Cuando hablamos de colonización cultural e inteligenzia (en términos jauretchianos) no es en vano. Fijate, ya hemos descubierto que crean enemigos, formulan sistemas jurídicos que les permita legalizar la corrupción, como también la timba financiera, los bancos están dirigidos por la oligarquía transnacional, ahora te sumo que atacan a todos los políticos y líderes sociales que pueden revertir esta infamia, llamase Cristina Fernández, Héctor Timerman, Lula Da Silva, Milagro Sala, Evo Morales o Rafael Correa. ¿Cómo logran tanta gente que apoye esta canallada? Te lo cuento. Las capacitaciones para abogados, juristas y miembros del establishment se hacen en EEUU y como si fuera poco, también invierten en la formación de cuadros políticos. Solo así podemos comprender como nuestra agenda política está ocupada por lograr derechos liberales que apuntan a fragmentar el todo. El día que aceptemos (y militemos por ello) que, si hay trabajo genuino y pleno empleo, todos nos convertiremos en trabajadores (futuros, activos o jubilados) la lucha será por la liberación nacional y no por el uso del lenguaje inclusivo, las elecciones sexuales o el aborto. (será necesario aclarar esto, pero lo dejo para otro domingo) No desviemos fuerza. Recordemos que, si jugamos 100 partidos, compran 50, empatamos 30 y ganamos 20.

Así es como el Lawfare es la estrategia de los que siempre están en contra del pueblo. De los que priorizan el capital por sobre las vidas. Y claramente, el monopolio mediático se lleva su tajada. Cada vez que el peronismo habla de reforma judicial, impuesto a las grandes riquezas o investiga los nombres de los que se chorearon todo, nos convertimos en el “fantasma comunista”. El mismo monopolio que se llama a silencio cuando el alcalde de CABA deja que toda la negrada se quede sin agua y termine muriendo de coronavirus. Ahora le dicen “barrio 31”.

Me remito una vez más a Zaffaroni que muy objetivamente aclaró que los juristas nunca llevaron adelante una revolución, esa tarea es del pueblo y en tal caso, ellos deberán reformular las leyes que hacen que las calles están llenas de chorizos de guante blanco y las cárceles repletas de víctimas de este modelo corrupto y cipayo.

Esta “Guerra judicial” es la evolución de las llamadas “comisiones investigativas” de la Fusiladora, esas que persiguieron judicialmente al patriota Ramón Carrillo, secretario de Salud en 1946, elevado a rango de ministerio años después y quien sostuvo una concepción social de la medicina. Creía que ésta debía orientarse “no hacia los factores directos de la enfermedad (los gérmenes microbianos) sino hacia los indirectos. “La mala vivienda, la alimentación inadecuada y los salarios bajos tienen tanta o más trascendencia en el estado sanitario de un pueblo, que la constelación más virulenta de agentes biológicos”. Queda clarísimo la causa por la cual es acusado de nazi.

 

 

[1] Docente del seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano de la Universidad Nacional de Lanús. Prontamente licenciada y pa’ la barriada, simplemente “la Morocha peronista”