La despedida al diego no se mancha
Por Gerardo Mazzochi. Periodista.

La policía de Larreta tiene como modus operandi reprimir, pegar, no busca contener ni calmar. Son los que les pegan a los enfermeros y enfermeras (hace pocas semanas), y a los pacientes del Borda (hace años).
También se manejan de forma particular en los estadios cuando llega el rumor de que se están acabando las entradas, y entonces reinan entre desmanes, corridas y peleas, pegando y tirando gases.
Esto nos lleva a un paralelismo con lo ocurrido durante el velatorio de Maradona. La persona que dio la orden a La Policía de la Ciudad de informar dos horas antes de las 16 hs. no se podría seguir ingresando a Casa de Gobierno para despedir al astro, ¿no sabía que la noticia iba a producir los incidentes registrados?
¿Era necesario ir a provocar con un despliegue de efectivos con escudos bloqueando la calle, sumado a carros hidrantes y motos intimidantes en un contexto por demás emotivo?
En paralelo las cámaras mostraban la llegada de Cristina a la Casa Rosada, pero esa imagen de una expresidenta amorosa y en silencio frente al féretro se desvanecían en la violencia desatada contra los admiradores de Maradona que huían de la policía en Avenida de Mayo y 9 de julio.
Fuera de cámara, hoy se sabe, el Gobierno le solicita a la familia del Diez extender hasta la 19 el ingreso del público, pero los mismos desmanes generados por la represión ya habían llegado hasta la Casa Rosada donde se rompió un portón y entraron de forma tumultuosa personas que aún no estaban habilitadas.

El esquema de seguridad para un día tan complejo era simple de entender, pero los medios jamás lo explicaron: Las fuerzas nacionales para el perímetro del edificio de la Casa Rosada, Casa Militar para el interior de la Casa de Gobierno; y la policía de la Ciudad, a cargo de las calles porteñas, que, casualmente, es donde se desató la represión. Se culpo al gobierno Nacional y se omitió el detalle de informar cómo se habían desatado los incidentes
Imágenes de policías motorizados disparando a mansalva, otros de civil deteniendo personas o pegándole a un ciclista hasta dejarlo desmayado transformaron el velorio de Maradona en un caos difícil de comprender si uno no conociera quienes fueron los autores.
En ese contexto, fueron las declaraciones del ministro del Interior, Wado de Pedro, pidiéndole a el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta que cese la violencia, las que arrojaron luz en el complicado escenario. Y fue simple, se fueron los policías y terminaron los incidentes.
Mientras tanto, en el interior de la Casa de Gobierno el Estado resolvió el problema como lo hacen los gobiernos populares, sin violencia y con la palabra. Al punto que fue el propio Presidente el que luego del pedido de otras autoridades de seguridad, salió con un megáfono al Patio de las Palmeras para solicitar su desalojo pacífico. La respuesta, fue la deseada.
Todo esto sucedió a metros de la oficina de Wado de Pedro quien estaba reunido con Cristina.
Afuera, en el perímetro de la Casa Rosada, se desplegó personal con escudos de las fuerzas federales que con su sola presencia pusieron fin a la presión que se ejercía sobre la reja.
Se trató de un tipo de negociación que lleva más tiempo, porque tiene que ver con la disuasión y el respeto por el otro que emana de gobiernos que piensan en el pueblo.

Como consecuencia, el accionar de la Policía de la Ciudad impidió que el féretro de Maradona sea trasladado por la 9 de julio, restringiendo así el deseo popular y el cuerpo fue retirado por la Av. Paseo Colón.
Sin embargo, la cápsula de seguridad que lo trasladó, no pudo evitar que cientos de personas lo acompañaran al costado de la autopista en los casi 50 km que separaban la Casa de Gobierno del cementerio.
La última gambeta de Diego fue que el cortejo tomó un camino diferente para empalmar las dos autopistas, y entre lomas de burro que hacían disminuir la velocidad, pasó entre cientos de personas que con respeto y devoción vivaban su nombre, recordando a quien quiera oír, que “la despedida al DIEGO no se mancha”.