La danza de la lluvia

Por Julio De Vido (h).

Como comentamos en la edición pasada de Identidad Colectiva, el sector productivo primario de la cadena agropecuaria se encuentra en la etapa de planificación de la que será la campaña de verano (o gruesa) 20/21, en esa oportunidad analizamos cuestiones referentes a la planificación económica y la forma de encarar la incertidumbre cambiaria y cómo el productor busca maximizar su ganancia en dólares reduciendo la inversión por hectárea con el impacto negativo que ello tiene para el conjunto de la economía.

Agua útil en capa arable al 31/7/2020

Otro factor de importancia para la producción que no está al alcance del productor modificarlo, al menos en la gran mayoría de los casos, es el clima. Esto no quiere decir que este o quien esté a cargo de la administración no observen ciertas variables que puedan predecir e incidir en los resultados de la explotación.

Quienes habitamos en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores, y seguramente en otras zonas de la región pampeana, sin ser meteorólogos y haciendo memoria, vemos que hace muchos días que no llueve y si la memoria nos da para hacer un pantallazo de los últimos meses podríamos recordar que tuvimos pocos días (contados con los dedos de una mano) de intensas precipitaciones en un corto periodo de tiempo (horas) o en el otro extremo, días de mucha humedad y leves lloviznas continuas durante todo el día.

Esta situación dista de ser normal para la producción agropecuaria y ya se habla de este agosto como el más seco de los últimos diez años.

Inmediatamente que se dan situaciones extremas de este tipo en el sector se gira la cabeza y se busca lo que se llama “Fenómeno ENOS” que no es ni más ni menos que la nomenclatura meteorológica para El Niño. El Niño y su contracara La Niña, estos se dan a partir de variaciones en los parámetros meteorológicos (temperatura del agua, corrientes internas, vientos, etc.) en la región del Pacífico Ecuatorial que la comunidad meteorológica internacional ha invertido mucho dinero en investigación y equipamiento en este lugar recóndito del Mundo para poder generar un modelo de previsión al alcance de todos que se trata de modelos predictivos de tres meses.

La comunidad internacional invirtió tanto dinero por el alto impacto económico y social que tienen la ocurrencia de estos fenómenos, en particular en América, Asia y Oceanía.

Tras una fase Niño que finalizó en septiembre del año anterior entramos en una fase neutral que según las predicciones hay un 50% de posibilidades de derivar en el desarrollo de un fenómeno Niña para el periodo trimestral que viene que implicaría la profundización de las fases de sequía que actualmente estamos atravesando. Algunas regiones se verían mayormente afectadas como ser las provincias de Santa Fé y Córdoba, es decir, grandes regiones productoras, que recibirían al fenómeno con un muy bajo porcentaje de agua útil en el perfil comparado con la situación actual de Buenos Aires que en Junio recibió una cantidad de precipitaciones que al menos serviría para mantener la campaña de invierno en curso y de recibir precipitaciones en septiembre poder planificar la campaña de verano sin ver disminuidas la previsiones de siembra.

En un escenario macro económico débil e inestable y de alta necesidad de divisas como el que estamos viviendo, y el que vamos a vivir en la medida que se reactive la economía, la posibilidad de tener una campaña agropecuaria 20/21 ni siquiera récord, sino razonable en cuanto a la demanda de la economía es cada vez menor. Las cartas están por echarse y los próximos meses serán claves para tener un claro panorama de los efectos y consecuencias.