Ingreso Universal es Justicia Social
Por Daniel Prassel.
Buen domingo queridas y queridos lectores, hoy vamos a seguir profundizando en las desigualdades existentes y por supuesto, sin quedarnos tan solo en el acto de opinar, fijaremos postura sobre una idea que viene dando vuelta desde que fue expresada por el secretario general de la Unidad Básica del Vaticano, nuestro estimado Papa Francisco.
No descubrimos nada nuevo si decimos que el desempleo, ya no solo en nuestro país sino en el mundo, es una verdadera debacle que causa más muerte y dolor que cualquier virus, generando además de un ejército de excluidos, las condiciones propicias para que este sistema perverso en lugar de debilitarse siga vivito y coleando.
Sabiendo que, en Argentina, ya tenemos un 40% de trabajo informal, sumado a los desempleados que gracias a Macri tocaron los dos dígitos de nuevo y el problemón del alto índice de desempleo juvenil (2 de cada 10 jóvenes) estamos ante la obligación de repensar que decisiones políticas hacen falta para erradicar esta situación imperante.
Pensar un ingreso universal no es ninguna locura, es realmente empezar a romper con lógicas estigmatizantes que ya llevan años, porque la única verdad sigue siendo la realidad y hoy en este escenario actual, nuestro gobierno en uso de sus facultades está dando un ejemplo mundial asistiendo a 9 de cada diez hogares, suma los empleados públicos, jubilados, pensionados, titulares de la asignaciones familiares y de la AUH, más los casi 6 millones de personas que reciben el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y los 2,2 millones de trabajadores de cuyo salario se hizo cargo el Estado con el programa ATP y te da la cuenta.
Además, su carácter de universal, es positivo por tres aspectos, en primer lugar, no excluye porque es para todas y todos sin distinciones, en segundo lugar, reactiva la economía real y en tercero da respuesta humanista a este grave problema sin pensar este ingreso como un techo sino como un nivel básico de arranque para que todas y todos puedan pensar en realizarse.
Por supuesto a grandes ideas, grandes decisiones, hay que hablar de cómo sustentar una movida como esta, ya que el dinero no cae desde el cielo, es ahí donde volvemos a reivindicar el rol del estado como gran ordenador de la vida en comunidad.
Es el mismo quien deberá implementar políticas redistributivas de la riqueza, y eso significa discutir los impuestos, acá por supuesto no hay magia posible y lo que corresponde es que aquellos que más tienen, mas paguen, sin ninguna vuelta.
Una gran deuda de la democracia (tiene varias) sigue siendo la “Ley de Entidades Financieras” donde los Bancos no pierden nunca, y la verdad que para los que militamos con énfasis los derechos humanos, sabiendo que se pudo lograr llevar al banquillos a los represores tras años de compromiso y lucha, un gran desafío será voltear cada ley antipopular que dejó enquistada la dictadura para garantizar el proyecto neoliberal de ajuste y achicamiento del estado para favorecer a pocos y condenar a la pobreza a muchos.
La agenda de los derechos humanos que viene, tiene que ser amplia y consciente que hoy la vulneración de los mismos, está íntimamente vinculada a las desigualdades sociales, porque es imposible pensar en goce pleno de ningún derecho, si te levantas y no tenes que morfar.
Como decía Perón, “la unidad nos da la fuerza, la solidaridad la cohesión” pues entonces hoy estamos ante esa oportunidad histórica de hacer valer estas ideas claras, que no especulan y que siempre absolutamente siempre, buscan generar valores, reafirmar convicciones y convencerse de una buena vez que nuestra Patria puede ser justa, libre y soberana.
Hay que bancar más que nunca, y si las empresas masivas de comunicación insisten en desviar el debate hacia otro lado, será nuestra tarea persuadir con estas discusiones que se vienen.
El que sueña solo, solo sueña, el que sueña con otros, hace historia” Antonio Cafiero
Más Estado, Más Solidaridad, Más Comunidad, como nuestrxs 30.000 nos enseñaron