Helia
Por Liliana Etlis.
Estaba en las fronteras de su nacimiento, se mostraba con potencia y plenitud a pesar del caos en toda su belleza. Esta flor tan poco común decidí nombrarla Helia por dos razones, en memoria del primer elemento químico de la Tabla de Mendeleiev, el Helio, un gas inerte del VIIA en la ubicación del reino de los átomos, que fascinaba mi espíritu visceralmente en tiempos de Química por su cualidad etérea, entre otras. Por otro lado, preparaba una performance y había elegido los últimos 30 segundos de la película “Hable con ella”, una escena que sintetizaba en mi mundo y fantasías, partes elementales de mi vida, una mixtura entre corporeidad, sonorización, sensualidad y rasgos de la condición humana.
Nunca se piensa por un lado ni se siente por el otro, nos atraviesan conceptos, sensaciones, paradigmas, percepciones, broncas, extrañezas, nociones, erotizaciones, simultáneamente desparramados en nuestro ser y estar en un segundo, en un tiempo y espacio que jamás coincidiría al menos en mí, con el dualismo cartesiano de X e Y.
Y ahí, en ese momento recordé lo que alguna vez había leído en algún libro, que las memorias cambiantes eran formas hechas de olvido y que lo que recordamos no es lo que pasó sino lo que creemos que realmente pasó…y esto me llevó de la mano hacia la frase famosa “pienso luego existo” que en la Facul tantas veces se enunciaba como el padre nuestro de cada día para demostrar un poco de sabiduría en personalidades un tanto narcisistas desde mi percepción, en tiempos de Terrorismo de Estado. Inmediatamente asocié las ideas de Dussel con su “conquisto luego existo”, de esta forma ilumino la etapa del “yo extermino, luego existo” visibilizando la mediación socio-histórica estructural.
Busqué el nombre de Helia en google sosteniendo en mi garganta un entramado de cosas y por supuesto estaba escrito en latín europeizante como si su especie no hubiese tenido existencia en la cultura de nuestra patria grande latinoamericana. Situación que me vuelve a convocar al tema del racismo y el sexismo epistémico que funda las estructuras del conocimiento de la Universidad occidentalizada como uno de los organizadores sociales.
Vinieron otras explicaciones cada vez más interesantes en mi saber que no era precisamente lo que la academia afirmaba.
Posteriormente Quijano esclarece con su concepto de Colonialidad del Poder y pude comprender que las personas estamos ubicadas en este mundo según construcciones teóricas que nos jerarquizan según si pertenecíamos al grupo europeo o no y además inmersos en una relación capital-trabajo ubicándonos en un lugar de explotación y sumisión, control social y disciplinamiento siempre en base a estos entrecruzamientos.
Así la división del mundo: las formas de trabajo coercitivo, de esclavitud, servidumbre, producción simple y otras para los no asalariados, es decir para los no europeos, los menos remunerados y los otros, los de las formas asalariadas. Ese fue el proyecto de colonización: el control sobre los ejes del trabajo, de la sexualidad, de la identidad, de la autoridad y de la naturaleza desde 1492.
La diferencia entre colonialismo y colonialidad es que esta última sigue existiendo como formas de Poder y de campos del Conocimiento. No se descolonizó ni la epistemología, siguió el racismo, las formas de nombrar nuestros paisajes desde otros espacios, se siguen reproduciendo en la actualidad la matriz colonial porque continúa organizándose la sociedad sobre los ejes centrales del Saber y el Poder en el entrecruzamiento europeos/no europeos, capital /trabajo expresados en el sentido común.
El colonialismo no agota la historia, mantiene las estructuras del poder y el racismo como organizador expresa la colonialidad a través de las cacerolas de teflón, las limpias de mugre neoliberal y no las llenas de solidario guiso que las relaciones vinculares del saber popular y del sentipensar pelean día a día por el buen vivir futuro.
Así Helia, la flor rebautizada, no olvidar el “re” ya que es mostrar la historia no oficial, quedaría no solo por mi historia con un nombre sino con una segunda denominación dada por una ciencia que se impuso desde la modernidad, quitando su verdadero nombre de origen y borrando su historia.
La Descolonialidad y la red que se está formando en estos últimos años, tal vez pueda dar sentido de identidad por fuera de estos paradigmas que excluyen perversamente la naturaleza y lo humano.