Hay que borrar esa mancha
Por Julio De Vido (h).
En la edición anterior de esta sección de Identidad Colectiva abordamos la situación derivada de los últimos indicadores del INDEC que señalen que en nuestro país el 42% de las personas se encuentran bajo la línea de pobreza.
Avanzando en el análisis observamos la decisión tomada por el gobierno respecto a la reducción de aportes y contribuciones para los nuevos empleos en las provincias del norte argentino y propusimos la ampliación de esta política a todo el país, al margen de que el principal foco de pobreza de nuestro país se encuentra en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
Resumiendo, estos primeros párrafos, la pobreza se resuelve a través de un Estado que promueva el progreso social a través de la educación y el trabajo que brinda un ingreso genuino y formal, con todos los derechos adquiridos de la normativa laboral y que deriven en una gran masa de trabajo calificado.
Sucede que, generalmente, cuando uno plantea la necesidad de rever el sistema de contribuciones y aportes automáticamente se convierte o en un neoliberal o en una voz a favor de la flexibilización laboral. Error.
Lo que se intenta desde este espacio es que el debate se genere en el seno del movimiento nacional y que no caiga en manos de quienes realmente buscan una mano de obra cuasi esclava, sin derechos e ingresos paupérrimos, como los de la actualidad, que hagan que, por ejemplo, comprar carne sea un lujo, no como plantea la secretaria de comercio interior, Paula Español, que busca el problema en la exportación o en que las empresas productoras le sacan una galletita al paquete para salir de un programa como Precios Cuidados atado con alambre y a la medida de las grandes empresas en detrimento de las pymes nacionales productoras de alimentos.
Lo mismo lo podríamos extrapolar al sector económico que nos atañe en estas líneas, el sector agropecuario, las veces que aquí hemos planteado que las retenciones son una herramienta obsoleta, no estamos ni predicando a favor de las grandes cerealeras ni de los grandes productores, la medida hace año que carece de efectos reales en la economía más allá de aumentos circunstanciales en la recaudación del sector público en los meses de liquidación de divisas de las cosechas antecedentes.
Queda cada vez más en evidencia que la gente no come recaudación, ni esta misma derivó en procesos virtuosos como si sucedió en el período 2003-2007, la economía de la libreta del almacenero de NCK o mejor aún de los sólidos fundammentals macroeconómicos que generaron los años de crecimiento a tasas chinas y de recuperación del conjunto de los indicadores sociales y productivos.
Durante estos años claramente se buscó generar una política nacional, de Estado, en los distintos sectores, aquí es donde yo resalto la gran política agroindustrial del kirchnerismo que sobrevivió aún a la crisis de la resolución 125, aunque salió lastimada de la gestión económica 2011-2015, el sector bioenergético de los biocombustibles.
Esta semana seguramente veremos un nuevo intento de bloque oficialista en el Congreso, con el diputado Cleri a la cabeza, de presentar un nuevo proyecto de ley abstraído de la realidad productiva del sector y defecándose en la ley impulsada, aprobada y reglamentada por el gobierno de Néstor Carlos Kirchner.
Hay una virtud que tenía NCK que residía en comprender el funcionamiento de un determinado sector o actividad, hay actividades que se denominan de escala, esto significa vulgarmente que no se pueden realizar en el patio de una casa, la industria de los biocombustibles no escapa a esta definición –aunque se está avanzando mucho en mini destilerías (Porta Hnos.)- y es algo que Cleri parece no entender, plantear la segregación de las grandes empresas cerealeras y aceiteras e incluso de las grandes empresas productoras de biocombustibles que han surgido en el marco del régimen de promoción es absurdo e inclusive habla de una incomprensión absoluta del destino de una y otra producción.
Hay algo aún más impactante, casi que es una mancha que no se borra nunca más, o a la vez una demostración de la aún vigente habilidad política de NCK, en la sesión especial sobre ganancias la oposición pidió votar la prórroga de la ley 26.093 del año 2006 y nuestro bloque miró para otro lado.