Hay días donde siento la extrañeza del tiempo
Por Liliana Etlis.
… Un niño jugará en una alameda
Y cantará con sus amigos nuevos
Y ese canto será el canto del suelo
A una vida segada en la moneda
Yo pisaré las calles nuevamente
De lo que fue Santiago ensangrentada
Y en una hermosa plaza liberada
Me detendré a llorar por los ausentes
Esta semana estuvo entramada por láminas de acero, dichos, uniformes, delitos, personajes, delirios, memoria colectiva y personas. Un clima angustiante y desestabilizador atravesado por la memoria colectiva donde comienza a cobrar una estatura gigante la necropolítica, esa construcción de cómo se administrará la muerte destruyendo pueblos enteros, hábitat y culturas causada por migración forzada, la práctica del racismo y modos de expulsar del mundo a personas que pueden ser nuestros familiares, amigxs, compañerxs de lucha, vecinxs y otrxs.
Varias miradas en relación al poder sobre la vida a través de tecnologías de dominación como las leyes o el dar muerte a través de la destrucción de los cuerpos como los feminicidios, la esclavitud, el abuso sexual, y la desaparición forzada, son dispositivos que ordenan políticas relacionadas al exterminio y a la destrucción humana.
Los golpes de Estado también están ideologizados por constructos que los EEUU fabricaron y fabrican siempre.
Cumpliéndose 47 años del golpe fascista de Pinochet al Allende de la Alameda de las Delicias en Santiago de Chile, pensaba en la superposición de hechos violentos en otros lugares de la Patria Grande afectados por esas construcciones a lo largo de la historia y los procesos que se fueron estableciendo y naturalizando.
La gubernabilidad neoliberal y sus dispositivos permiten dominar conductas limitándolas a través de las relaciones de poder, utilizando el discurso y determinando subjetividades controlado por medio de aparatos políticos. En otras palabras, el biopoder según Foucault, tiene un objetivo, hacer vivir y dejar morir porque se centra en procesos de la vida. En el biopolítica el objetivo ya no es individual sino de la propia especie, esto es la regulación de la población como cuerpo político en términos foucaultianos, tratándose de un asesinato indirecto. Los que amenazan la sobrevivencia de las mayorías se les deja morir al ser omitidos como objetos de políticas públicas, negando servicios de salud a sectores como migrantes, indocumentados, vulnerabilizados, habitantes de hoteles, pensiones, casas tomadas, villas sin agua ni luz por nombrar algunas cuestiones que me atacan el alma, son las prácticas del gobierno de la ciudad desde hace más de una década. Se subjetiviza de esta manera la vida a través de la exclusión. En instituciones de encierro se utilizan las mismas estrategias en neuropsiquiátricos, institutos de menores, paradores nocturnos, cárceles y geriátricos.
Observando según algunos autores, los estigmatizan como clandestinos amenazadores o una amenaza al sistema cultural, étnico y social incorporando el racismo como concepto en el análisis porque “amenaza la identidad”, estos mismos habitantes de carne y hueso, de alma plegada por el dolor y el miedo, invisibilizada, “sacan provecho del Estado” según otra mirada de los migrantes por autores que profundizan en estos temas de análisis relacionado al poder con mirada eurocéntrica.
Por otro lado G. Agamben profundiza en el Estado de excepción, argumentando que las democracias actuales, el Estado es una regla, viviendo una guerra civil legal permanente en la que la vida está subordinada al poder del Estado y solo está presente en la ley a través de su exclusión. En otras palabras, la “nuda vida” del “homo sacer” agambiano, es la reducción de la vida humana a su status biológico separada de su vida política.
Entonces ante este tétrico panorama de terrorismo neoliberal en un capitalismo que no es bueno ni humano, sino que representa la muerte, ¿Quiénes escucharán la ruta del transitar cómo construir una comunidad en acto? ¿cómo armar e inventar formas colectivas, comunitarias, populares, encontrarnos y sentipensar juntos?
Poner en relieve la distribución de la muerte previamente diseñada porque sobra gente para el capitalismo financiero es anteponerle pensamiento crítico y denunciar la producción de la fragilización subjetiva en el capitalismo mundial y la creación de las pobrezas de las soledades, modos de mantenernos en esa construcción individualista de resolver con el “sálvese quien pueda”.
Los momentos de inestabilidad en este contexto complejo debilita procesos, pero hay una historia a favor de las pisadas de la Madres, Abuelas, Hijos, los siempre organismos de DDHH, que son decisivos para mantener y garantizar otra forma de vida que atraviesa la sociedad argentina. No olvidar. No olvidarnos.
Imaginar es una necesidad y cuanto más solxs estamos, más ailadxs y menos fuerza tendremos, siendo de esta forma, un ataque a los cuerpos.
Recuperar las luchas plurinacionales, feminismos populares latinoamericanos, linajes libertarios de los excluidos, organizaciones sociales y políticas que atraviesan las formas del sentipensar en plena pandemia, visibiliza las injusticias distributivas encontrando operaciones de sentido diferente y antagónico con el sentido que la derecha construye, ligando la misma el concepto de “libertad”, poniendo de relieve quien debe morir y confundiendo en el discurso cuarentena, pandemia, grieta y otrxs sentidos que son nefastos.
Conectividad es muy diferente a comunidad. La sobreinformación confunde y opera ensordeciendo lo importante. Tendremos que desde el campo popular percibir aprendiendo a construir un mundo con distribución de recursos y de la riqueza para llegar a ser una sociedad soñada, justa, libre y soberana.