El Odio Ancestral
Por Víctor Hortel.
Percibo que el tema Vicentín ha perdido fuerza; si bien, no logro determinar con precisión si perdió fuerza en los medios, o en la agenda del gobierno. Fui de los que festejó la decisión del Presidente. Ni bien se conoció la noticia, me puse la camiseta argentina –de algún mundial pasado- y corrí al chino del barrio a comprar un buen vino, un tinto –cabernet sauvignon- que es el vino que en el barrio me enseñaron a tomar.
Pero, antes de disfrutar el segundo vaso, advertí que el festejo, no fue el homenaje colectivo que el gobierno hubiera imaginado. A poco de anunciada la medida, comenzaron las dudas, las críticas, decisiones judiciales adversas y el odio, siempre el odio.
Es a quienes odian sobre lo que quiero explayarme.
Excluyó del relato a aquellxs que se oponen porque son legítima oposición –en términos de correspondencia de partidos políticos- y expresan un pensar político diverso, dentro del respetuoso juego democrático.
Mi intención es señalar a aquellxs a los que el odio le quita toda característica de ser racional; a aquellxs, a los que el odio le suprime toda capacidad de entendimiento, y les hace esgrimir argumentos disparatados.
Para estas personas, el rencor y la animadversión, funcionan como facilitadores de la discusión. El odio, las coloca en situación de oponerse a todo, a cualquier tema –por diverso que sea- con los mismos argumentos; solo es necesario que el Gobierno anuncie una nueva medida. En realidad, se oponen a todo SIN los mismos argumentos, pues no los tienen, solo exudan odio por todos sus poros y las pocas neuronas útiles activas solo se ocupan de controlas las funciones biológicas básicas.
La marcha convocada para el 9 de julio pasado, lxs mostró patéticxs, turbadxs y de una sospechosa estabilidad emocional.
El Presidente –de perfil socialdemócrata- los denomino: “los odiadores seriales”; en el peronismo se los denomina “los antipatria”.
Estxs “antipatria”, bien pueden ser ubicados a la derecha o la ultra derecha del dial, apóstoles del neoliberalismo, liberales libertarios, individualistas, hedonistas, resultan dignos herederos “adoradores” del Pacto Roca-Ruciman, (ello, pues sus abuelxs o bisabuelxs antes adoraron al empréstito de la Baring Brother) que según sus expectativas, situaba a nuestra Tierra, en una íntima pertenencia a la corona Británica, y pretendían para nuestra Patria el trato indigno de semicolonia de Inglaterra.
En la actualidad lxs “antipatria”, reparten sus amores y lealtades entre el viejo imperio británico y el hoy, aún, vigoroso imperio norteamericano.
En realidad, lxs antipatria, existieron, aún antes de la existencia de nuestra Patria como tal. Sino veamos nuevamente la historia de nuestros héroes libertadores San Martín y Belgrano.
Mientras se declaraba la independencia, turbios negocios se concretaban a sus espaldas. Mientras nos independizábamos de un imperio, firmábamos acuerdos económicos con otro peor. No puedo dejar de imaginar cuántos de quienes marcharon el pasado 9 de julio estarían en contra de Don José Francisco de San Martín y Matorras, o Don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.
Recordemos:
El 9 de diciembre de 1924[i], -poco más de dos años después del histórico encuentro en Guayaquil entre Don José de San Martín y Don Simón Bolívar-, el Regimiento Sanmartiniano de Granaderos a Caballos, junto a lo que quedaba del Ejercito del Norte, integrados a un ejército sudamericano a las órdenes del Comandante Antonio José Sucre vence al ejército español, de casi diez mil soldados, encabezado por el virrey José de la Serna y Martínez de Hinojosa en la Batalla de Ayacucho[ii].
La batalla librada en la pampa peruana, conocida como Ayacucho, “rincón de los muertos” o “rincón de las almas”, en quechua, sería el escenario del último gran combate que libraría a América del Sur del yugo español.[iii]
Consecuentemente, la batalla de Ayacucho resulta tributaria de los esfuerzos libertarios y las luchas de héroes y heroínas de la talla de José de San Martín, Manuel Belgrano, Martín Miguel de Güemes, Juana Azurduy, María Remedios del Valle o Manuel Dorrego, entre otrxs.
Ahora bien, durante el mismo año 1824, el primero de julio, durante el gobierno bonaerense de Martín Rodríguez, se firma, a instancias de Bernardino Rivadavia, el empréstito con la Baring Brothers, que endeudo significativamente a la Patria y cuya cancelación demandó aproximadamente cien años.
La historia, claramente, muestra, cómo mientras un grupo de valientes luchaba con coraje por la libertad e independencia de la Patria, otro grupo buscaba crear las condiciones necesarias para concretar una relación indirecta de colonialidad con Inglaterra.
Luego con Julio A. Roca, la presencia británica en nuestro país se va tornando masiva: bancos, ferrocarriles, frigoríficos, empresas inmobiliarias de ese origen controlan sectores claves de nuestra economía y la Argentina se convierte en uno de los países más beneficiados por las millonarias inversiones británicas. Esta presencia económica se materializaba en una decisiva presencia política que crecerá con el correr de los años. Ocupan el poder presidentes y ministros que habían sido abogados o representantes de empresas inglesas. Se toman decisiones claves, como la neutralidad argentina frente a la Primera Guerra Mundial –durante la presidencia de Victorino de la Plaza- privilegiando los intereses británicos: a Inglaterra le convenía mucho más una neutral proveedora de alimentos que una aliada de escasa importancia militar[iv].
Recuerdo ahora al San Martín a cargo del gobierno de la región de Cuyo: a) fue un impulsor del Estado como agente de la economía, b) supo tomar decisiones contra los intereses impuestos por los porteños, c) tuvo el coraje de establecer una “contribución extraordinaria de guerra”, que fijó como un impuesto a la riqueza, a razón de medio peso por cada mil de bienes declarados. Así, la contribución recaía más sobre los más ricos, lo que era toda una novedad en el sistema impositivo vigente desde la colonia, cuyos principales rubros eran los que gravaban las operaciones comerciales y que se trasladaban a los precios, perjudicando particularmente a los más pobres y d) Expropió las propiedades de los españoles prófugos, declaró de propiedad pública las propiedades de los españoles muertos sin testar.
La política de San Martín le ganó el afecto de los auténticos patriotas de todas las clases y la resistencia de no pocos poderosos criollos y españoles a los que no les gustaba para nada este “excesivo” intervencionismo estatal[v].
En el caso de Manuel Belgrano, fue el primero por estos lares en proponer una verdadera Reforma Agraria basada en la expropiación de las tierras baldías para entregarlas a los desposeídos. Se recuerda un texto aparecido en el Correo de Comercio, a menos de un mes del estallido de la Revolución de Mayo, sobre la necesidad de distribuir la tierra entre los labradores[vi].
Sabemos que también Belgrano, al igual que San Martín, sufrió el maltrato, el agravio y la humillación de las autoridades de Buenos Aires.
Con estas breves referencias, pretendo explicar que siempre que un héroe popular, lucho por la independencia –junto a gauchos y negros pobres; un grupo de odiadores antipatrias entregaba el país a potencias extranjeras.
Que siempre que un héroe de la independencia, adoptó medidas a favor del pueblo, fue odiado, ignorado, resistido y combatido por aquellos privilegiados apellidos patricios de Buenos Aires.
Mientras Alberto Fernández, busca, con imaginación, dialogo y seriedad, respuestas adecuadas a los problemas de la Patria, recuerdo al Macri de los panamá papers, expresando que nuestros próceres sintieron angustia al separarse de la Corona de España.[vii]
No digo que Alberto Fernández sea un héroe popular y mucho menos un héroe de la Independencia, pero claramente es un Presidente preocupado por resolver adecuadamente los problemas del pueblo en general y de quienes menos tienen, en particular. Ello lo coloca en la mira de lxs odiadores, que continúan expresando el odio, como lxs expresaban aquellos en los tiempos de nacimiento de la Nación.
Es de esperar que todxs aquellxs que integran la alianza de gobierno antepongan el momento histórico y la etapa que está atravesando nuestra Patria y posponer debates y/o discusiones banales o profundas, pero que pueden esperar mejores tiempos, y ayudar al Presidente a salir de la pandemia y trabajar muy duro para poner la Argentina de pie.
No permitamos que lxs odiadores, -que se mostraban felices, extasiadxs y maravilladxs, con las políticas económicas neoliberales, el cierre de los puestos de trabajo y la perversa persecución judicial de lxs adversarixs políticxs [basada en ilegales acciones de inteligencia]- le resten potencia y decisión a un gobierno popular que intenta con las mejores intenciones la reconstrucción de la Patria.
[i]La batalla de Ayacucho se inició a las 9 de la mañana del 9 de diciembre de 1824. Aquí se enfrentaron las fuerzas del virrey José de La Serna (9000 realistas) contra los patriotas (5700) al mando de Antonio José de Sucre. Los españoles iniciaron el ataque desde el cerro Condorcunca. La división peruana que comandaba José de La Mar luchó por contenerlos y con la ayuda de los montoneros de Marcelino Carreño los obligaron a replegarse. Ver http://www.omniamutantur.es/wp-content/uploads/batalla-de-Ayacucho.pdf [ii] https://www.elhistoriador.com.ar/la-batalla-de-ayacucho-ultimo-monumento-para-la-gloria-del-ejercito-libertador-2/ [iii] https://www.elhistoriador.com.ar/la-batalla-de-ayacucho-y-el-fin-del-dominio-espanol-en-america/ [iv] https://www.elhistoriador.com.ar/las-relaciones-entre-gran-bretana-y-argentina/ [v] https://www.elhistoriador.com.ar/san-martin-gobernador-de-cuyo/ [vi] https://www.elhistoriador.com.ar/manuel-belgrano-y-la-distribucion-de-la-tierra/ [vii] https://www.youtube.com/watch?v=pf7nHIaAfuQ