El futuro será planificado o no será nada
Por Juan Cruz Giovannetti.
Parafraseando la frase de nuestra compañera Eva Perón de “El peronismo será revolucionario o no será nada”, intentare analizar los planes quinquenales en los gobiernos de Juan Domingo Perón y la importancia de los mismos para el desarrollo no solo económico, sino también industrial pero por sobre todo desde lo social.
Si entendemos que toda comunidad necesita organizarse para realizarse a ella misma y realizar a las mujeres y hombres que conviven en ella, se nos va hacer más fácil entender que el Estado necesita planes de gobierno a corto, mediano y largo plazo para realizarse a él mismo y realizar a las mujeres y hombres que viven en ella. Entonces la organización vence al tiempo y la planificación vence a la duda y a la tibieza y construye el crecimiento y el desarrollo de un país. Ya podemos afirmar que la organización de la comunidad y la planificación del Estado son dos elementos de mucha importancia en la realización del Estado y con ella la felicidad de los hombres, por eso la frase “los días más felices fueron, son y serán peronistas” y los planes quinquenales cumplieron esa misión.
Los planes quinquenales del peronismo, durante la década 1946-1955, sembraron las bases de la planificación económica por parte del Estado. Este rol significó un cambio de paradigma con respecto al período agroexportador, cuyas limitaciones se vieron expuestas a partir de la crisis de 1929. Pero en este período también se focalizó en una visión integradora, que convocaba a la alianza de clases, intentando superar posturas dicotómicas que eran producto de las condiciones en las que se forjó el Estado Nacional. Es decir, durante el período conocido como Peronismo Clásico, se repensó la economía desde varias aristas que el movimiento consideró clave: empresarios, trabajadores, profesionales y sindicatos. Los resultados dejaron saldos dispares, pero significaron un paso que era necesario dar en pos del crecimiento y desarrollo.
El objetivo principal de este artículo, más allá de lo mencionado en el primer párrafo, es ahondar sobre la orientación económica del peronismo, sus herramientas de política y sus efectos tanto sobre la clase trabajadora como hacia el crecimiento de la producción. Este trabajo busca destacar la importancia de la planificación económica como política institucional, tomando como ejemplo los planes quinquenales.
LOS PLANES QUINQUENALES
A la luz de la visión planificadora que se tenía del Estado, el gobierno de Perón elaboró respectivos programas quinquenales de acuerdo con la coyuntura económica por la que atravesaba el país. En términos generales, el Primer Plan Quinquenal (1947 – 1951) se focalizó más en el crecimiento mediante el fomento de las manufacturas de origen textil y metalúrgica, mientras que el Segundo (1953 – 1958) se adaptó más a la lógica desarrollista.
Primer Plan Quinquenal
La primera presidencia de Perón se centró, en el plano económico, en una efectiva dinamización de la actividad, dado el bajo poder adquisitivo del grueso de la población. En ese sentido, las principales medidas fueron:
• Política redistributiva de ingresos.
• Protección de la industria Nacional mediante barreras arancelarias.
• Incentivos a la industria.
• Nacionalización de los transportes y servicios públicos.
• Nacionalización del Banco Central y depósitos bancarios.
• Inversiones estatales en la red de caminos viales.
Como se percibe, la gestión se basó en la planificación económica, buscando relacionar la producción con el crédito y la inversión. Todo ello se vio complementado con una política social tendiente a contener a los sectores más vulnerables.
En el plano agropecuario, la organización de la producción de aquellos años era concebida bajo la dinámica de una fuerte integración vertical, cuya figura principal era el productor – propietario, que reunía gran parte de las actividades dentro de la explotación agropecuaria.
Estas políticas fueron positivas y dieron sus resultados gracias a la presencia activa de un Estado interventor.
La clase trabajadora, integrante clave
Como se sabe, el peronismo encontró en los trabajadores su base de poder. Con el inicio del proceso de Industrialización por Sustitución de Importaciones, se produjo una gran migración interna, desde el interior hacia las ciudades.
Este actor social fue tenido en cuenta como eje sobre el cual se diseñaron muchas de las políticas analizadas.
Las medidas adoptadas hasta el momento buscaban proteger el empleo urbano. Como planteara el mismo Perón en su discurso en la CGT, en diciembre de 1973: “convertimos una masa rural, en una masa urbana y organizada”. Pero el empleo rural también sería objeto de regulación y organización, dada la sanción del Estatuto del Peón. Para resumir, , los principios que se replantearon en cuanto a la cuestión social fueron:
• Concebir a la sociedad dentro de una matriz comunitaria.
• Un sistema que se basaba en partidos y organizaciones con intereses económicos.
• Integrar a los trabajadores al circuito económico, promoviendo la alianza de clases.
• El Estado garantizaba el interés general mediante la regulación del mercado.
Segundo Plan Quinquenal
El objetivo dinamizador del mercado interno del primer plan, se vio opacado con el advenimiento de diversos obstáculos que obligaron a reconsiderar el rumbo de las medidas adoptadas hasta entonces. Si bien se buscaba una superación del modelo agroexportador, las manufacturas de origen industrial no se posicionaron en el comercio exterior, lo cual redundó en crisis de balanza de pagos, como contrapartida del crecimiento del PBI.
La fragilidad más notoria se dio en materia de comercio exterior. Los instrumentos característicos del PPQ, como la política del I.A.P.I. (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), se convirtieron en alternativas poco beneficiosas dada la caída de los saldos exportables y la situación adversa que representaba el Plan Marshal sobre la recomposición de las economías europeas de posguerra. Se estaba gestando la sistemática restricción externa y el peronismo debía redireccionar su estrategia de crecimiento.
Otra problemática que agravó la situación tiene que ver con la cuestión agropecuaria. El estancamiento del sector fue producto de la falta de innovación e incorporación tecnológica. Sumado a ello, las malas cosechas le ponían techo a la generación de divisas, necesarias para financiar al sector industrial.
En ese sentido, se buscó un perfil más desarrollista del aparato productivo, entre lo que se puede mencionar:
• Estímulo a la industria pesada
• Aliento a la inversión extranjera
• Promulgación de la ley 14.122 para garantía a la Inversión Extranjera Directa
• Política fiscal y monetaria contractiva para aplacar la inflación
Dada la interrupción del segundo mandato de Perón por el golpe militar de 1955, alimentado por fricciones de clases oligarcas históricos, los lineamientos de esta segunda etapa no llegaron a madurar, aunque se sentaron las bases de la cultura industrializadora que supo caracterizar a la época siguiente. Allí puede identificarse a la corriente de pensamiento estructuralista de la CEPAL, como la primera expresión autóctona referida a interpretar y proponer explicaciones generadas localmente, desestimando la influencia de los economistas de los países desarrollados. Se conoce a esta expresión como la orden cepalina del desarrollo, la cual rechazaba las ideas del centro, buscando una descripción desde la periferia.
A modo de conclusión podemos decir que las políticas analizadas en el marco de ambos planes quinquenales dan cuenta de la necesidad de la planificación económica integral por parte de los gobiernos, para responder a las necesidades estructurales de una economía. El perfil de esas políticas representa las prioridades que los mismos, como administradores del Estado, tienen de la economía en su conjunto. Lógicamente, no se puede disociar las medidas adoptadas del paradigma económico reinante del momento. Un aspecto que merece destacarse es la marcada diferencia entre ambos planes analizados, que tiene que ver con la difícil modelización de los escenarios económicos a mediano y largo plazo.
Está claro que el contraste entre los planes quinquenales deja ver la fragilidad de la estructura económica argentina de entonces y cómo la gestión política debe diagnosticar y adaptarse al contexto.
Con aciertos y con errores, el peronismo persiguió la alianza de clases y el pacto social bajo la figura de la tercera posición, equidistante de las posiciones extremas que dominaban el escenario geopolítico de entonces. Con ello buscaba un modelo superador de la matriz productiva netamente agroexportadora, sentando las bases de la industrialización.
Dicha industrialización que hoy, por caso, es reivindicada en el modelo agroindustrial, que busca insertar al país en el complejo mercado internacional, signado por la cada vez más imprescindible interdependencia económica.