El extraño caso de un país sin dirigentes
Por Claudio Posse.
Puede pasar cualquier cosa en la política de un país. Puede haber una o mil crisis. Conflictos de clase. Decisiones mal tomadas. Políticos y políticas con malas decisiones. Varones y mujeres avaras.
En un país puede haber dirigentes buenos o malos. Avaro o avara.
Pero siempre hay dirigentes y/o dirigentas.
El problema central que tenemos en nuestra querida Argentina, es el nulo despliegue de los y las dirigentas que tenemos. Los dirigentes políticos argentinos están sometidos a los vaivenes de las empresas de medios. Y no estoy hablando de un espacio político determinado. Hasta el más pequeño de los dirigentes se sienta, hoy, frente a la computadora para escribir algunas líneas tratando de transmitir un mensaje e, inmediatamente, piensa en la repercusión que va a tener en los medios (desde la TV hasta las redes sociales). Entonces, transforma (deforma) su conjunto de ideas pre establecidos para quedar políticamente correcto con la “gente”.
Esta situación nos ubica en un espacio “desideologizado” o con una ideología impuesta por los sectores orgánicos del sistema.
A modo de ejemplo, si cualquiera de nosotros escribe un artículo para un portal (se puede aplicar a cualquier medio -empresa de medios-), lo primero que hace es saber cuál es el público habitual que tiene ese portal, lo cual determina que nuestra mente empieza a acomodar esas ideas a ese espacio de lectores. Sí, encima, el editor del portal te llama y te dice: “trata de ser menos duro con tus mensajes”, bueno, empezamos a tener otro problema, como decir lo que quiero decir con otras palabras. Lo cual genera otro proceso de mutación de nuestro conjunto de ideas. Así hasta perder la esencia misma de nuestro pensamiento.
Voy a poner un ejemplo, sin animo de señalar a nadie, porque presumo que no es intencional, Leandro Santoro, el histórico dirigente radical (hoy en el Frente de Todos), fue entrevistado por Novaresio hace un par de semanas y se refirió a los dichos de Zannini por el tema “vacunas”, diciendo cosas como “lo que hizo y dijo Zannini nos hace daño”. Bueno, yo no soy amigo ni conocido de Zannini, pero entiendo que los movimientos políticos deben tener un discurso unívoco y planificado, porque los dirigentes no hablan por si mismo, también hablan por los que dirigen. Entonces, acá tenemos dos discursos de un mismo espacio completamente antagónicos. Zannini diciendo que estuvo bien vacunarse y Santoro diciendo que eso nos hizo daño. Dos discursos un mismo espacio.
Así es muy difícil poder saber porque estamos en este espacio político, ¿Quién nos dirige, Zannini o Santoro?
Porque en realidad, Zannini estaba en C5N, un canal de corte claramente oficialista y emocional y, por otra parte, Santoro estaba en América, un canal completamente opositor. Ambos se acomodaron en el público que los observaba y, a esta altura, no creo que ninguno de los dos crea algo de lo que dijeron, se sintieron cómodos porque sabían que le hablaban a ese público que los escuchaba y veía.
Por último, no voy a depositar toda esta cuestión a los NO dirigentes que tenemos, es apropiado decir, que estas cuestiones se resuelven cuando la conducción resuelve. En el caso que haya conducción.
La culpa de que no haya dirigentes es absolutamente inherente a la conducción.
Pero entonces, ¿Cómo resolvemos esto? Quizás buscando menos candidatos y tratando de fortalecer ese conjunto de ideas, mejor dicho, la ideología, para construir militantes y dirigentes que construyan una conducción que busque una Patria Libre, Justa y Soberana.