El Estado sale de compras
Por Julio De Vido (h).
El diez de diciembre del año pasado, día en que terminó para muchos de nosotros el peor gobierno de la democracia Argentina, el Presidente Alberto Fernández se sentaba en el Congreso Nacional a tomar posesión del cargo y luego exponer ante Diputados, Senadores y la Nación entera por cadena nacional cual pretendía que fuesen sus principales ejes de gestión. Claro, desconociendo que dieciséis días después China estaría alertando a la OMS sobre un brote de neumonía en una ciudad de doce millones de habitantes y que ese brote se convertiría en la pandemia que está castigando al mundo entero cinco meses después de la asunción.
Ese día el Presidente dio un discurso que tuvo destacados pasajes, que a muchos de los que lo votamos nos hizo tener nuestro clímax de orgullo por nuestro sufragio, quizás un poco precoces, ya que todos sabíamos (y sabemos) que lo que venía no iba a ser fácil, menos aún Covid-19 mediante. Uno de los temas que menciono AF, aunque seguramente paso desapercibido para muchos, fue que: “la economía popular y sus movimientos organizados, el cooperativismo y la agricultura familiar serán también actores centrales de estas políticas públicas”; esta frase, como todo en nuestro país, tiene dos visiones, los de la vereda de enfrente: gritando “socialismo, Cuba, comunistas” y la de los que nos gustan las economías de mercado un poco más complejas y que resistimos a formas de capitalismo salvaje, otra posibilidad de gestionar, gobernar, hacer política y desarrollarnos.
Como dice el título, a raíz de esta situación extraordinaria que nos toca vivir, el Estado salió de compras, y con esto empezaron a volar denuncias de sobreprecios, de oligopolios, de licitaciones arregladas, por izquierda y derecha. Pero también aparecieron fotos de reuniones particulares en cuanto a lo que dijo el Presidente en su primer discurso.
El sábado pasado hubo una curiosa reunión en la residencia de Olivos en la que el Presidente y el Ministro de Desarrollo Social recibieron a Luis Pérez Companc, titular de Molinos Río de la Plata, una compañía que controla aproximadamente el 20% del mercado alimentario de nuestro país. Según transcendió se conversaron formas mediante las cuales, a raíz de las polémicas antes mencionadas, se puedan transparentar las licitaciones y que el Estado compre directamente a las empresas, “eliminando intermediarios”.
Acá hay varias cuestiones para comentar:
¿Está mal que el Presidente se junte con el directivo de una de las empresas de alimentos más importantes del País? No.
¿Tiene que consultarle o intercambiar opiniones sobre formas de transparentar las compras de alimentos por parte del Estado? No debería, para ello el Estado cuenta con profesionales en la materia y formas de control varias para que las compras del Estado se realicen de la manera adecuada en el marco de lo que el pliego de la licitación y la urgencia indica.
¿Entonces? Me pongo en el lugar de miles de cooperativas en particular del sector agropecuario (aunque se puede, se debe, hacer extensivo el reclamos de otros sectores) de las cuales más de un 25% tienen algún tipo de integración aguas arriba y procesamiento industrial, claro ejemplo de ello a pesar de su lastimosa situación financiera hace ya varios años es SanCor, seguramente escucharon con gran entusiasmo las palabras que citamos del Presidente el 10-D, pero los hechos parecieran indicar que no están teniendo su lugar en la mesa de reuniones de Olivos.
En definitiva, es hora de dejar de tomar a las cooperativas y los sectores de la economía social, realmente comprometidos con el desarrollo laboral y económico de sus integrantes y no funcionales a los intereses de las corporaciones y los sectores concentrados, como elemento discursivo, para que luego, la política de Estado se instrumente a través de subsidios de bajo impacto real, siendo aquéllos un sector de la economía fuerte pero vulnerables, frente a los grandes grupos concentrados, de escalas variables y arraigo territorial, como lo podemos ver en asociaciones tanto como GESTARA, que representa a muchas empresas recuperadas por sus trabajadores, como en ACA (Asociación de Cooperativas Argentinas) que nuclea a 147 cooperativas agropecuarias de 50000 productores, logística propia, transporte fluvial y procesamiento agroindustrial.
Es momento para que el Estado establezca procesos de compra destinados a cooperativas, que satisfagan sus necesidades coyunturales urgentes, para que una vez que comience a vislumbrarse en el horizonte la reactivación económica nacional, regional y mundial, el cooperativismo tenga sentadas las bases para ser competitivas en estos tres marcos de comercio señalados para poder sostener un equilibrio de largo plazo.