Egoístas y solidarios en pandemia, comportamiento individual vs. colectivo
Por Abigail Lassalle.
La pandemia ha dejado al descubierto el grado de egoísmo y también la solidaridad que confluyen simultáneamente en Argentina.
Desde el 20 de marzo nos pusimos de acuerdo en que lo mejor para cuidarnos era quedarnos en casa. El aislamiento obligatorio permitió que el sistema de salud se fortaleciera. Argentina pudo comprar respiradores, insumos, organizar los centros de atención para disponer de camas, crear planes de salvataje para los que mas necesitan, entre otras medidas. Fueron quince días de prestar mucha atención a la información, de encierro y respetando las normativas.
Entendimos a los hombres y mujeres cabezas de familia que no pueden salir a trabajar.
Entendimos que el IFE, si bien no es la solución, ayuda. Entendimos en esos quince días, la preocupación sobre los comercios cerrados, la economía nacional, la personal, la familiar, las acciones políticas llevadas a cabo. Aplaudimos a los médicos, recolectores, lloramos cuando lo hacíamos, reconocíamos el esfuerzo que debíamos hacer.
Hace más de noventa días que festejamos cumpleaños sin presencias, que organizamos cenas virtuales, que aprendimos a comprar on-line, que no nos abrazamos, nos besamos, nos damos las manos, que no vemos a nuestros seres queridos. Era lo necesario para poder cuidarnos entre todos. Estamos distanciados.
Ahora bien, la paciencia y empatía duraron poco. Las necesidades pisaron fuerte, a medida que pasaban los días, los pedidos a los gobiernos fueron más y más. Las presiones vertidas sobre las necesidades individuales pesaron más que las colectivas.
El no compromiso de algunos sectores creyéndose inmunes al contagio se vieron claramente en las calles, salieron todos. Dejaron de considerar al otro. Impusieron las salidas sin permisos, burlando las normativas, sintiéndose en derecho de hacerlo porque el cansancio era muy grande.
Las provincias del país que contemplaron todos los cuidados disminuían en los casos y por ende recuperaban el normal funcionamiento de las actividades, y nos comparábamos con ellas en vez de mirar lo que nos pasaba por ejemplo en CABA o en el conurbano. Hoy, el ochenta y cinco por ciento del país está en fases diferentes a las del AMBA.
EL problema lo tenemos nosotros. Somos los que contagiamos, los que debemos cuidarnos para poder cuidar a los otros.
Lamentablemente, por considerarnos más piolas o vivos que el propio sistema, salimos todos a correr, viajamos en el transporte público mintiendo en los permisos, simplemente porque “tenemos derecho”, ¿Es así? ¿Es tan cierto que sólo por el hecho de sentirnos hastiados con el encierro podemos decidir sobre la vida del otro? Me pregunto cada vez que salgo a la calle, ¿por qué hay tanta gente?
La única respuesta que he encontrado, tanto en los especialistas de salud, como las autoridades del gobierno nacional, provincial y de la ciudad, es el egoísmo. Porque una cosa es la necesidad de ir a trabajar, y otra es la inconsciencia de juntarnos, salir, cuando está claro que no lo recomiendan. Que el virus no se fue.
La “cuarentena” se extiende hasta el 12 de julio, es el momento más severo de la pandemia por muchas razones, el frío, la velocidad de propagación, las camas de terapia intensiva que se ocupan rápido y por bastante tiempo y las muertes en soledad. Es importantes que entendamos la necesidad de cuidarnos, de quedarnos en casa si podemos, de salir lo menos posible, no para ayudar al gobierno, sino para ayudarnos. Acá la política ocupa un lugar secundario, todas las banderas están alineadas en ayudar y cuidar a la población, pero no son papás. Simplemente son personas que también se contagian, se equivocan, intentan observar y aprender de los errores ajenos, son humanos. Son más de nosotros.
En la Argentina de la pandemia, que ha dejado al descubierto el grado de egoísmo y también de solidaridad, hoy es necesario priorizar el comportamiento individual para capitalizarlo en un comportamiento colectivo: si te cuidas vos, cuidas al de al lado. Nos vamos a contagiar, sí claro, pero podemos hacerlo de manera controlada mientras respetemos la vida.
No dejemos que la pandemia de lo individual vs. lo colectivo nos enferme. Batallemos para continuar ganándole a los índices y sigamos esforzándonos aún en el cansancio. Seamos empáticos y colaboremos para que el sistema de salud no colapse, para que cuando todo pase, volquemos ese cariño que tanto acumulamos en nuestra distancia.
Si te cuidas vos, cuidas al otro.