Disquisiciones desordenadas en un intento de aporte (También desordenado)
Por Víctor Hortel.
Una primera referencia que se me ocurre, y que creo haber planteado en algunos olvidables párrafos anteriores, es que todo el asunto, se termina sintetizando en la discusión “de una cuestión de poder”.
Michel Foucault – en “El discurso del poder”- señalaba que
“Una sociedad sin relaciones de poder sólo puede ser una abstracción. Esto no significa que las que existen sean necesarias, ni que de todos modos el Poder constituye una fatalidad que no puede ser socavada en el corazón de las sociedades, sino que el cuestionamiento de las relaciones de poder es una tarea política incesante”.
Michel Foucault, “El discurso del poder”
No obstante lo señalado, no pretendo abordar el presente artículo en los términos filosóficos de Foucault, sino desde un lugar más vulgar –en contraposición al conocimiento científico- y consecuentemente de menor elevación.
“La cuestión es – dijo Alicia -, si puedes hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
La cuestión es – dijo Humpty – la de saber quién manda. Eso es Todo” (Lewis Carrol. “Alicia en el país de las maravillas”).
Recuerdo el párrafo del cuento, en tanto expresa –a mi criterio- los aspectos del discurso y del poder.
Y digo el discurso; por dos aspectos, porque:
1) el decir en política tiene un enorme valor retórico y simbólico. (Desde siempre los norteamericanos nos enseñaron que un Presidente de la Nación puede ser mucho más criticado por lo que no dice, que por lo que no hace);
2) la tarea intelectual tiene un excelente vehículo de exteriorización en los discursos que marcan la gestión del poder. Ello en razón que el discurso político es una clara bisagra entre el pensamiento y la acción.
Luego, la estrategia discursiva de lxs actorxs sociales y de los centros de poder son un lugar de visibilidad, un ámbito donde se pone de manifiesto el carácter dual de la realidad política: los enfrentamientos o conflictos que derivan de los intereses de sector, y los acercamientos o consensos que vienen de la búsqueda de soluciones y de proyectos compartidos.
Desde otro ángulo, en clave negativa o denigratoria, una visión trivial del gobierno o de las instituciones, se expresa en un discurso de la política pequeña, asociada a esfuerzos personales y disputas internas por ganar espacios en la estructura de poder. Así, lo político es un proceso que desordena, donde la defensa de los intereses lleva a crear camarillas, sectas, grupos de interés. Se pasa del colega al adversario y de allí al “enemigo interno”.
Para explicar el nexo entre política, discurso e intelectual, me valgo de Humberto Eco, quien en “La estrategia de la Ilusión” señala:
“Desde los sofistas, desde Sócrates, desde Platón, el intelectual hace política con su discurso…Considero mi deber político invitar a mis lectores a que adopten frente a los discursos cotidianos una sospecha permanente, de la que ciertamente los semióticos profesionales sabrían hablar muy bien, pero que no requiere competencias científicas para ejercerse”
Humberto Eco, “La estrategia de la Ilusión”
Así, en esta inteligencia, creo, debe apuntarse a la racionalidad política, entendiendo que la lógica (racional) debe existir detrás de los esfuerzos y propuestas que realizan lxs actorxs políticxs, lo que implica pensar, que en todas las acciones hay razones de interés y de poder.
Es la imagen de la política expresada como una ecuación, con costos y beneficios para cada decisión. La idea es que cada movimiento tiene efectos sobre la posición del/la actxr, que lx hace ascender o retroceder en el poder, en el consenso o la imagen pública.
Lo contrario es lo maquiavélico. Cuando el acto político se guía sólo por los fines o los resultados deseados por el/la actxr, quien recurre a medios que no son moralmente aceptables. Los resultados tienen que ver con mantener o acrecentar el poder de una figura (ver “El Príncipe”), no siempre el interés general. Se materializa en las estrategias que se basan en el uso de la fuerza manifiesta o disfrazada para la conquista de voluntades, antes que en el diálogo. Es la idea que el fin justifica los medios.
En esta tensión entre “racionalidad política” y “lógica maquiavélica” se mueve la gobernabilidad del proceso o sistema, la que en algún punto se asienta en la capacidad de los/as dirigentes para mantener un proyecto compartido dentro de las reglas del sistema democrático en momentos de crisis.
No es sólo la imagen de continuar, sino también de mantener la legitimidad de los gobernantes, estar apoyadxs en la sociedad y no en la fuerza.
En contextos de crisis –como la actual-, donde la tensión referida amenaza la gobernabilidad, la mayor tentación de los gobiernos y a su vez, la mayor debilidad, se expresa en la decisión de ocupar los puestos del aparato estatal con hombres o mujeres mediocres pero confiables, antes que convocar a lxs capaces, que son peligrosxs porque tienen proyectos e ideas propias.
La actividad política tiene aspectos visibles y ocultos. Los proyectos nos hablan de misiones, metas, objetivos y las formas de alcanzarlos. La parte visible del discurso se afirma sobre supuestos o puntos de partida. Lo bueno, lo legítimo y lo correcto en términos sociales.
Los principios y los valores deben ser la base de todo discurso. Así, los valores no son parte de la negociación, dado que son los preceptos que sostienen y dan sentido a todo el mensaje político.
Los valores y principios hacen a la identidad, es el marco de ideas que da cohesión.
El concepto de escenarios en política se refiere al modo en que se estructuran las fuerzas en el espacio donde se discute sobre el interés común, los conflictos sociales y los proyectos de sociedad. Es el lugar actual o imaginado, donde confluyen y van a confrontar los grupos de opinión, de interés y de poder.
Desde la óptica del Estado, el lugar donde se toman las medidas de gobierno y también donde los actores políticos confrontan sus fuerzas.
El escenario es información vital sobre amenazas y oportunidades, los planes de adversarios y el estado de la opinión pública. Es información sobre la cual los políticos van a plantear alianzas y coaliciones, construir compromisos y proyectos de futuro.
En general las crisis se expresan originariamente como desequilibrios transitorios porque un/a actxr o un proceso se desvía de las reglas de juego y entonces se pierden las expectativas
El discurso habla de una situación crítica, donde las normas sociales no se cumplen o no sirven, ese espacio lo ocupa la fuerza y hay peligro de dispersión.
El desafío es presentar que la crisis sea parte de un proceso de cambio superador.
“El elemento crítico en la maniobra política para sacar ventajas, es la creación de significado; la construcción de creencias sobre los sucesos, los líderes, las crisis…Creencias que racionalizan o cuestionan las desigualdades existentes. La necesidad estratégica es inmovilizar a la oposición y movilizar apoyos. De modo que el lenguaje político es realidad política”
Murria Edelman – “Construyendo el espectáculo político”
En una precaria y previa conclusión, entiendo que debe trabajarse sobre la alquimia de generar una acción política y su correspondiente discurso que dosifique correctamente porciones compatibles y complementarias de racionalidad política y lógica maquiavélica.
Así, ingresamos en el pliegue de lo “Pragmático”.
En el plano de la teoría de la decisión, la política tiene que ver con la tarea de construir y llevar adelante proyectos que expresan la voluntad de los ciudadanos en la sociedad, la voluntad del pueblo.
En este punto la discusión pasa por: la imposición desde el gobierno, o bien la discusión abierta de las propuestas con la sociedad civil; los criterios del, o la gobernante para definir las prioridades, los grupos beneficiados y los reclamos a satisfacer; la extensión temporal en cuanto a lejanía o cercanía de los resultados esperados; el sacrificio y la magnitud de los cambios que se proponen (efectos disfuncionales).
Aquí, el problema pasa por la famosa “Agenda de Gobierno”, que no es otra cosa que los temas o problemas a los cuales el/la gobernante asigna prioridad para su tratamiento. Incorporar un problema a la agenda es una expresión de su voluntad política de hallarles solución.
Desde este punto de análisis, se me ocurre que el objetivo es la búsqueda de equilibrio frente a la tensión que se verifica entre lo que se denomina “lucha ideológica” y “coincidencias pragmáticas”.
La lucha ideológica es el enfrentamiento sobre los valores e ideas fuerzas que los respectivxs actorxs sostienen que deben guiar el accionar político. Ideología nos refiere a la verdad no discutible y de lo deseable, se toman o se dejan. Es lucha y no diálogo dado que cada grupo defiende su posición hegemónica. Cada actor se lanza a capturar espacios desde sus preconceptos y no trata de construir algo nuevo en común.
Lo pragmático es un recurso de la retórica para darle sustento a un discurso de acercamiento. La imagen es que hay ideas en común, que permite iniciar conversaciones o avanzar en ciertos proyectos.
Prosigo, pero ahora, sólo en clave maquiavélica, con evocaciones a Sun Tzu.
Sugerencias al/a líder/resa, para salir de la crisis:
- i. Tornarse imprevisible. Que nunca adivinen tus intenciones.
- ii. Tomar la iniciativa. Mostrar el camino. Hacerlo bien.
- iii. Encontrarse en permanente estado de alerta. Esperar lo peor.
- iv. Mantenerse en calma, pero presto a colocarse en pie de guerra. Aprender a combatir.
- v. Mostrar sus banderas desde lo más alto.
- vi. Identificar al enemigo.
- vii. Elegir los momentos y escenarios oportunos. Aprovechar el momento.
- viii. Reunir a los seguidores y encuadrarlos. Empujar a todos juntos.
- ix. Desbaratar políticamente al enemigo. Conocer los hechos.
- x. Tener muy buenos amigos.
- xi. Pensar en grande. Hacerlo mejor.
- xii. De vez en cuando es necesario cortar algunas cabezas, y no vale la pena ponerse demasiado sentimental por eso.
- xiii. Si fuese necesario debe despedir a su propia madre.
- xiv. Siempre sentirse optimista.
- xv. Tomaría represalias con quien la ha decepcionado.
- xvi. Ser leal con la gente leal.
- xvii. Nunca retirarse. Nunca rendirse. Quemar las naves.
- xviii. No perder la oportunidad de divertirse.
Otro aspecto a tener en cuenta para sortear la crisis de modo efectivo es la actitud. En algún punto, se advierte, en general, como un cierto temor ante la incertidumbre de que ocurrirá con nuestro país luego de la pandemia. Espero que alguien, en el gobierno, este seriamente pensando, de modo estratégico, ese escenario futuro.
No digo que este mal preocuparse o eventualmente sentir alguna ansiedad por ese momento, lo que ocurre es que me parece advertir que todo se vive con notable escepticismo. A lo mejor me equivoco, pero en los grupos de trabajo la incertidumbre y la ansiedad no son buenas compañeras.
Ahora, ¿cuál sería mi sugerencia? PENSAR POSITIVAMENTE. ACTUAR POSITIVAMENTE.
En primer lugar, el Gobierno debe estar absolutamente concentrado en el porvenir de la Patria, dejando por un momento la preocupación por una oposición cínica, hipócrita y farsante.
No estoy diciendo que no debe preocuparse por ellos/as, sino que para correr bien siempre primero es indispensable saber caminar.
Tengo para mí que el Gobierno está evaluando correctamente esta situación, no obstante, ello me permito insistir en que tenga permanentemente presente que debe adoptar una ACTITUD DECIDIDAMENTE POSITIVA. Ello implica que debe estar motivado, incentivado, con la autoestima alta y fuerte emocionalmente para encarar este momento con éxito.
De lo que se trata, es de tener claro que LO ÚNICO QUE IMPORTA ES EL DESTINO DE LA PATRIA.
Entender [y/o comprender], que de todo lo que está en juego, EL BIENESTAR DEL PUEBLO ES LO MÁS IMPORTANTE.
Y el Gobierno debe tener claro que “EL HECHO, ES QUE EL RIESGO DE NO HACER NADA SEGURAMENTE ES MAYOR QUE EL RIESGO DE ACTUAR”.
EN OCASIONES, CONCENTRARNOS EN SEGUIR ADELANTE ES TODO UN ACTO DE CORAJE.