Discutir la agenda, la verdadera reconstrucción

Por Julio De Vido (h).

A doscientos cinco años de la declaración de la independencia de las Provincias Unidas y la consecuente ruptura definitiva de los lazos de sumisión que se mantenían con la monarquía española, Argentina se encuentra, una vez más, en las puertas de un nuevo hito refundacional en el que se deberían rediscutir y rediseñar las bases de, por lo menos, los próximos treinta años.

La formulación de acciones contra cíclicas tendientes a derrotar definitivamente las recurrentes crisis en las que se sumerge nuestro país de forma más asidua generando una destrucción cada vez más profunda y difícil de revertir del entramado social y productivo deberían configurar un indiscutible norte para la tan publicitada reconstrucción argentina.

Esto por supuesto cobra trascendencia tras los cuatro años de gobierno macrista en el que nuestro país se volvió a inmiscuir con el peor tipo de globalización en un momento que distaba de estar preparado para ello, la globalización financiera, Argentina durante cuatro años fue un saco de boxeo de los flujos de capitales internacionales, pegaban y levantaban la guardia cuando quisieran y el árbitro no era imparcial, eran los organismos internacionales de crédito, los mismos que hoy nos cuentan el tiempo mientras estamos en la lona.

“Para peor de males” cuando empezaba la revancha surgió una pandemia de características nunca vistas en el mundo moderno que puso en jaque absolutamente todo lo establecido en las distintas dimensiones, inclusive hoy por hoy con el proceso de vacunación en curso, las brechas y desigualdades se ven como nunca e inclusive se profundizan.

Con casi la mitad de nuestra población habiendo ya recibido una dosis de la vacuna la situación sanitaria no deja de hallarse plagada de incertidumbre, sin embargo y pese a quien le pese urge levantar las velas y profundizar la agenda de la producción y, prima facie, el crecimiento que derive en el desarrollo de los próximos treinta años que antes mencionábamos.

Para ello el gobierno debe necesariamente reconfigurarse comunicacionalmente y porque no en sus equipos, como así también volver a legitimarse en las elecciones legislativas de este año, es falso que la única campaña en curso es la de vacunación, lo único que se esconde detrás de esa afirmación es el ocultamiento al conjunto de la sociedad de las bases y metas políticas que van a guiar a nuestro país por, al menos, los próximos dos años y medio.

La agenda agropecuaria es testigo de esto, por más golpes que ha sufrido este año, biocombustibles y ganadería en particular, y de un sector movilizado como se pudo observar en ciertos lugares del país el viernes, buena parte de su dirigencia plantea un discurso bien distinto expresado también en reconfiguraciones representativas como lo es el Consejo Agroindustrial Argentino, no creo que esto se haya dado por reconsideraciones ideológicas sino más bien por el rotundo fracaso que han representado las políticas macristas que dejaron bien en claro que las parciales bajas en retenciones y aperturas comerciales per se no son un medio válido para el aumento de la producción sostenible y consistente.

A partir de esto también se evidencia el apuro, un poco demorado, que se muestra desde Agricultura y Desarrollo Productivo en buscar formular un plan ganadero integral, con el que deberíamos contar hace muchos años. Inclusive desde el Congreso se busca desde el año pasado generar consenso para un marco normativo de promoción a las exportaciones agroindustriales que se ve con buenos ojos desde las distintas entidades y actividades agropecuarias básicamente por plantear un horizonte claro para la toma de decisiones y procesos de inversión.

En la pos pandemia que comienza a intentar aparecer por el horizonte no hay ni un solo tema o debate que sea excluyente, mejor aún, el gobierno cuenta con todas las herramientas y toda la estructura para buscar discutirlo con sus equipos técnicos y desde la perspectiva que la sociedad votó y si el problema son las figuritas la solución también es fácil, se cambian y si hay que cambiar la Constitución también hay que discutirlo, por ahora la de 1994 no nos garantizó nada.