Del retroceso al retraso en la implementación de los objetivos de desarrollo sustentable (ODS) en la argentina

Por Alessandra Minnicelli.

Hace un tiempo comenté en una nota el grave retroceso de la Argentina en la implementación de lo ODS (Objetivos de Desarrollo Sustentable) durante el gobierno liberal de Macri cerré señalando que los avances para la articulación interinstitucional no pasaron de ser reuniones con mucha difusión mediática en las redes de donde surgieron consejos, manuales o indicaciones universales y hartamente conocidos de buenas prácticas. No hay monitoreo ni reporte que permitan acreditar algún grado de avance en relación a los  ODS, otro tema “derivado” por el gobierno Nacional como de responsabilidad solo de Provincias y Municipios.

Con mucha recurrencia en estos espacios hemos señalado que la Responsabilidad Social (RS) representa un desafío. El desafío de organizar las relaciones económicas sociales y medioambientales en un entorno local, yendo primero a lo social para convertirse en sostenible.

Si bien la RS es una opción altamente positiva,-  sobre todo en momentos económicos y sociales como el que nos toca vivir hoy en nuestro país , pandemia mediante – , se mantienen los dos escollos que reitero como relevante , uno es la ausencia de políticas publicas a partir de las cuales referenciar o soportar acciones responsables desde el resto de las organizaciones (que integran el Ecosistema –  y el otro es superar lo que llamamos “las convergencias de fachada “, es decir los meros ejercicios retóricos.

La palabra solidaridad suena fuerte de un tiempo a esta parte, pero debo decir que la solidaridad no es tarea de los gobiernos, a ellos compete dentro del conjunto del Estado bregar por el bienestar general y el bien común, no por la Solidaridad.

El riesgo de esto es que la RS siga siendo «capturada» por los intereses empresariales, modulando algunas acciones hoy solo filantrópicas y de beneficencia – MEROS DONATIVOS, que ni siquiera llegan a ser una política – de RS a la medida de sus necesidades estratégicas y de sus inquietudes a corto plazo.

La RS, ha caído, como la economía, en la lógica de “burbuja especulativa “, en una especulación teórica, ideológica, y no hace falta decirlo, pero como cada decisión, sigue siendo un instrumento de  especulación publicitaria.

Este 2020 , con la situación de emergencia y de pandemia es un ambiente propicio para políticas públicas direccionadas y para acciones de RS, complementarias con ellas y que actúen en la terminalidad de las políticas públicas , esa es la forma de generar la motivación necesaria para que los instrumentos y las capacidades humanas e institucionales tengan  cabida tanto actores públicos como privados, es urgente hacer que los estándares y prácticas internacionales sean una prioridades para el momento “ nueva normalidad “ para el momento en que superada la pandemia debamos atender la realidad cruda de la emergencia económica que se ha profundizado en poco tiempo .

Ese será el momento de definir las particularidades nacionales y locales de la RS y ver que ha hecho en este tiempo cada uno con su compromiso social y ambiental que los cualifica sin duda al momento de direccionar acciones desde el Estado .

En 2019 estábamos en un grave retroceso en la temática por decisión política del gobierno liberal Macrista, hoy es momento de  echar mano a los ODS y a sus  metas y tenerlas como orientadoras  porque son prioridad en los gobiernos sociales nacionales. Del primer Objetivo: eliminación de la pobreza y su incumplimiento podríamos llenar varios tomos con datos, reflexiones e imágenes, incluso con iniciativas  propositivas que las hay y se cuentan por miles.

En diciembre del 2015 el gobierno saliente dejo un Plan Estratégico Territorial (PET) para el desarrollo productivo del país , con Obras de Infraestructura necesarias en todo el País y un Informe sobre el Estado de avance que el gobierno 2015-2019 abandono y paralizo porque no formaban parte de su “ plan de negocios “ (claramente no era un plan de gobierno) y también dejo los lineamientos para la implementación de la agenda 2030 a partir de la institucionalización ODM (objetivos de Desarrollo del Milenio) cumplidos en noviembre 2015 por el gobierno de entonces . Desde ese momento hasta el presente,  no se acreditan logros en ninguno de los 17 ODS.

La decisión de poner fin a la pobreza y el hambre, combatir las desigualdades dentro de nuestro país, construir una sociedad pacífica, justa e inclusiva, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales, sigue pendiente.

El camino para crear las condiciones necesarias para un crecimiento económico sostenible, inclusivo y sostenido, una prosperidad compartida y el trabajo decente para todos los argentinos, se hace con decisión política y con planificación estratégica.