Cuerpo Suspendido

Por Liliana Etlis.

Esta prótesis comunicacional que utilizamos por la ausencia de cuerpos, donde la comunicación está por fuera de la corporalidad, me inquieta. Imposible pensarlo desde la lógica binaria, patriarcal, colonizante, racista, sexista, cristiana, otrxs.

El pensamiento de un sector de capa media pasa por Facebook, Twitter, Instagram, telegram, zoom, Itzi meed y otras con palabras copiadas del diccionario de yankeelandia ¿Podremos intentar sentipensar desde una lógica donde el cuerpo no termine en la piel sino en conocer singularidades, emociones, intuiciones y otras lógicas? Desde la perspectiva descolonial ¿podremos desarmar ideas donde la vida sea una convivencia solidaria y sanar las huellas de la colonialidad? Para muchxs la experiencia de pensar la universalidad es obvia. Para otrxs convivir con las diferencias es una perspectiva que facilita la pluriversalidad.

Una imagen que irrumpió en mí durante la semana mientras escuchaba un debate relacionado al tema, llamó mi atención el relato de una madre portando su guagua en un manto ancestral llamada Lliklla. Las mujeres andinas, contaban, seguían la tradición: la manta sostiene la vida y ambas, guagua y madre, mantienen el calor del cuerpo y observan el mundo al mismo tiempo, situación diferente con el portar al niñx en los brazos mirando su rostro. Lógicas puestas en el caleidoscopio del lazo primordial donde la luz ilumina en un caso los pliegues más ocultos y en el otro los más visibles. En uno el calor del cuerpo es fundamental y en el otro la mirada. Ambas importantes. Una invisibilizada por la sociedad y las instituciones y la otra impuesta como creencia universal.

Así, las palabras van ordenando el mundo según la perspectiva eurocéntrica, el lenguaje no es un intermediario entre el sujeto y el paisaje que nos rodea sino un lenguaje cosificante donde la precisión es más importante que lo relacional, una ciencia sucursalera universalizada de cinco países que manipulan el mundo, cito nuevamente: EEUU, Alemania, Francia, Inglaterra e Italia, desconociendo los silencios subalternos donde el nosotros está en la soberanía de las rugosidades.

Por otro lado, el arte nos irá habitando experiencias desde el nivel decorativo y la belleza como fin consumista negándonos la posibilidad de vivirlo desde un lugar donde el valor de la cultura no es la acumulación de datos sino formas de pensamiento diferente con lógicas no coloniales, encontrando un símbolo de lo que se halla sumergido, oculto, que no alcanza a visibilizarse en la superficie y así tener en cuenta un nosotros relacionado con una identidad propia de la Patria Grande.

Un lenguaje descolonial.

La idea de modernidad construye una felicidad cristiana con la felicidad terrenal consumista orientada al vivir con una moral exitosa acumulando riquezas, propiedades y mercancías, una verdadera ficción naturalizada por la matriz colonial del Poder.

Desprender estas nociones es re-hacernos además de una herida, es un pensar haciéndonos, es confiar en que otros mundos son posibles no desde un único universal sino desde uno pluriversal en proceso de construcción a pesar de la Pandemia.