Corte Suprema: Papeles “flojos” surgidos entre “gallos y medianoche”
Por Maximiliano Rusconi.
Es difícil poder explicar en palabras sencillas la enorme trascendencia que tiene en una república el máximo tribunal del país, la Corte Suprema de la Nación.
Cuando en la discusión institucional y comunitaria de los temas de máxima trascendencia para nuestra vida social y cívica no hay ya posibilidades de ponernos de acuerdo sobre ésta o aquella decisión, algo que sucede a menudo en un país lamentablemente fragmentado, cuando están en juego pedazos de nuestra libertad, entonces cada uno de nosotros miramos a las mujeres y hombres que integran este tribunal. Deberíamos esperar de ellos una decisión ecuánime, sería, confiable, justificada, transparente y racional. Esa decisión debiera ser aceptada por todas y todos como la última palabra. Ultima palabra que al no escucharla pondríamos en riesgo la paz social. Aquella que al ser escuchada y respetada nos devuelve al reino de la pacificación comunitaria.
Es por todo ello que siempre esperamos con renovada (y en ocasiones frustrada) fe que quienes van a integrar ese lugar de tanta sensibilidad desde el punto de vista de garantizar el estado de derecho, sean personas de enorme calidad jurídica, de gran prestigio, de una vida intachable, tan cercanos a la comunidad como lejanos de las coyunturas políticas, personas generosas en lo institucional y austeras en lo personal, valientes en todo el ancho sentido de la expresión y blindadas de los efectos en su ánimo del elogio y la crítica mediática (esos “dos impostores” diría Rudyard Kipling).
Es por todo ello que nuestras consciencias ciudadanas debieran estar alertas, preocupadas, defraudadas con la elección de los nuevos Presidente y Vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia.
Como sabemos nuestra Corte Suprema de Justicia hoy posee una raquítica integración de 5 miembros (algo inexplicable desde cualquier ángulo de seriedad institucional, funcionamiento orgánico y relevamiento de los sistemas judiciales del mundo occidental -como mínimo-).
Hace algunas horas tres de esos miembros decidieron que era una excelente oportunidad para aprovechar la ausencia del 40% de la integración del máximo tribunal (2 miembros), y mediante el artilugio de baja calidad moral -para ser generoso- de votarse a sí mismos, “designaron” al Presidente y al Vicepresidente. Ello sucedió en el lugar institucional de nuestro país del cual debieran bajar las líneas más contundentes de transparencia democrática.
Todo pasó, como decía mi abuelo “Quicho” entre “gallos y medianoche” aprovechando que los otros dos integrantes no podían asistir a esa reunión sorpresivamente convocada.
No había urgencias, sólo mezquindad. No había razones para tamaña actitud, sólo aquella del ejercicio arbitrario del poder.
Los “designados”, ¿casualmente?, son aquellos miembros que aceptaron ser elegidos hace algunos años, por el Presidente anterior, a través del escandaloso camino de un decreto del Poder Ejecutivo.
Este sí es un tema en el que los autodenominados “constitucionalistas” podrían y debieran opinar. Particularmente sería interesante escuchar la opinión de aquellos que de modo usual aparecen en coyunturas políticas para ofrecer una pátina de pseudo justificación académica a los posicionamientos de los multimedios dominantes.
La situación no podría ser más grave y demuestra la necesidad de incluir a la Corte Suprema en las dimensiones que requieren una reforma urgente.