Contexto, pasado y presente

Por Julio De Vido (h).

Días pasados comentaba con un amigo que uno de los peores momentos de un proceso inflacionario es cuando se torna más complejo detectar con mediana precisión sus motivos y causas, al margen de su multicausalidad.

A todos nosotros independientemente de nuestra área de estudios nos sucede en el día a día al hacer las compras cotidianas o más puntualmente en nuestros trabajaos si ofrecemos bienes y/o servicios que demanden insumos para dicho proceso comercial.

De alguna forma en nuestro país ya estamos bastante acostumbrados a estos procesos inflacionarios, la gran problemática que en realidad estamos pasando hace algunos años es la situación de estanflación que cada vez se acentúa más, caídas en el producto interno bruto y tasas de inflación superiores al cuarenta o cincuenta por ciento. 

La inflación como todos sabemos es el impuesto más regresivo que hay, el sector más afectado es siempre el que tiene la mayor propensión a consumir bienes básicos como porcentaje de su ingreso y el que suele estar alcanzado por los distintos mecanismos de ayuda del Estado, como referencia a esto, en una especie de reflexión en voz alta o de crisis de ejecución el presidente dijo el día viernes: “no hay dinero que alcance para poner en el bolsillo de los argentinos si siguen aumentando los precios”.

Es realmente preocupante a un año y medio de gobierno del Frente de Todos, al que le puse mi voto en la urna, la liviandad con la que se enfrentan determinadas cuestiones trascendentales del día a día y de su esquema de gobierno en particular en un año electoral en el que la necesidad de hacer un giro de 180 grados es inmediata. No escuché a ningún funcionario de este gobierno hablar de forma racional de la cuestión inflacionaria, solo son planteos, reflexiones y elucubraciones que poco tienen que ver hecho factible del quehacer desde la política.

El ministro de Economía manda a decir a diario en off que esto es un plan, que no conocemos, que culminará con la inflación en un 30%, funcionarios que en cierta forma se auto preguntan porque suben los precios y finalmente una secretaría de Comercio Interior que su conductora ya no sabemos si quiere ser ministra de economía, diputada nacional o panelista de tv.

Realmente no le encuentro el propósito a esas “durísimas” declaraciones para la tribuna, con suerte, ya que la tribuna también se da cuenta que no están teniendo ningún resultado más que precios alza y consumidores empobrecidos. Esto ni siquiera es política para el núcleo duro, esto no es nada.

No hay margen para la política de sábana corta en la delicada situación económica y social en la que se encuentra nuestro país, y desde ninguna perspectiva se vislumbra un calendario o una agenda productivista de crecimiento y desarrollo nacional. 

Generalmente cuando se busca hacer un parangón reciente con situaciones de conflicto en el marco de la relación gobierno-sector agropecuario se retrotrae directamente al evento de la 125, sin embargo, dos años antes se dio uno de los primeros errores en la materia de la gestión kirchnerista, y si esta vez bajo el mandato de Néstor. En el año 2006 el gobierno cerró la exportación de carne vacuna, un mercado interno pujante, un mercado externo altamente competitivo y determinados problemas de oferta entraron en conflicto y se tomó esa decisión que con el diario del lunes resultó ser sumamente negativa, sin grandes manifestaciones del sector pero sin duda marcando el caldo del cultivo de lo que sucedería en el 2008.

En el 2006 la sábana no era corta, todo lo contrario, era una locomotora de altísimo volumen y capital político, de gestión y planificación, sin embargo podían suceder estos errores que se combinaban a la vez con grandes aciertos como fue en ese mismo año la sanción de la ley 26.093 de promoción de los biocombustibles, es decir, había un norte y un respaldo a la decisiones de gobierno. Situación de la que estamos muy lejos en la actualidad.

Solo imaginar por un segundo que este gobierno puede llegar a repetir un error tal como cerrar las exportaciones de carne vacuna sin siquiera un décimo de la construcción política del gobierno de 2006 estremece. Las consecuencias serían muy graves para la política agropecuaria. 

La pandemia en Argentina está yendo mucho más allá de lo sanitario, la destrucción progresiva en los últimos años de los distintos sistemas y herramientas de política económica contra cíclica y la crisis de pragmatismo en la que se encuentre la dirigencia formulan un cocktail que a la “tierra arrasada” que se visualizó como lo que dejo el macrismo pareciera que ahora le están echando sal.