Commodities agrícolas y petróleo

Por Julio De Vido (h).

A comienzos de la semana que está cerrando hoy (ya pasamos un mes en aislamiento obligatorio) por unas horas hubo un tema que opacó levemente a la crisis del Coronavirus, el lunes algunos contratos futuros del “oro negro” caían a terreno negativo, sembrando el vox populi que te pagaban por comprar petróleo. Más allá de los comentarios financieros que no vienen al caso para analizar la cuestión en esta edición buscaremos encontrar, o no, la relación entre el precio del petróleo y la de los commodities agrícolas que tanto nos importan como país en este momento ya que seguramente su agregado de valor y/o exportación en los meses próximos sentaran las bases para hacer más llevadera la recuperación posterior a la pandemia.

A priori podríamos pensar en una correlación directa dado el impacto, combustibles mediante, de los hidrocarburos en la cadenas de valor y distribución globales, podríamos marcar este punto como costos derivados de la comercialización y la logística, que en general en una estructura de costos básica de la producción agropecuaria confluyen en los gastos de comercialización, particularmente en los análisis micro que puede hacer un productor, aguas arriba de la cadena este análisis puede ir convirtiéndose en más complejo por las escalas y volúmenes que manejan los eslabones agroindustriales y exportadores.

Para un productor de soja del norte de la provincia de Buenos Aires, los gastos de comercialización rondan el 20% del ingreso bruto (entendido como precio por cantidad), siendo el peso relativo mucho más pronunciado en maíz y sorgo, que en soja y trigo, cabe aclarar que este porcentaje sube proporcionalmente al alejarse de los principales puerto del Paraná, es decir, para un productor del norte de nuestro país la incidencia de los gastos de comercialización en su estructura de costos es mucho mayor.

¿Cuál sería la importancia de la baja del petróleo bajo este análisis? Una caída del precio de los combustibles que disminuya los costos “logísticos”, para no hacer la historia más larga de lo que no es, eso en Argentina no sucede, todos podemos observar que desde que el primero de marzo, al menos, el precio del barril de petróleo Brent (utilizado como referencia en Argentina) cayó un 58%, mientras que todos podemos observar en las carteleras de cualquier YPF que eso no ha sucedido con las naftas, ya que en nuestro país el precio de los combustibles está regulado por la Secretaria de Energía.

Pero claro, la estructura de costos de la producción primaria no está compuesta solo por los gastos de comercialización, ni la cadena de valor compuesta solo por productores, por ende comenzando a hilar fino encontramos que las relaciones más factibles entre precios de commodities agrícolas e hidrocarburos se dan en el marco de los vínculos mundiales de comercio, oferta, demanda y stocks (de productos derivados y sustitutos) y mercados financieros., como así también por la incidencia de los derivados del petróleo en los costos de los cultivos, vía uso de fertilizantes, fitosanitarios y labores agrícolas.

Un hecho interesante que resumen algunos aspectos mencionados anteriormente es que esta semana se vio en algunos contratos futuros de corto plazo (mayo fundamentalmente) que el precio del trigo superó al de la soja (retenciones mediante, esto no sucede en el mercado de Chicago)

¿A qué se debe?

Estas explicaciones nos ayudarán a entender las relaciones entre petróleo y commodities agrícolas.

El maíz y la soja se ven más afectadas por la caída del petróleo ya que, como comentamos en el artículo sobre los biocombustibles, estos “compiten” con los hidrocarburos de origen fósil que dominan el mercado energético mundial por lo que su uso e industrialización se ve sumamente afectado generando excedentes que derivan a los mercados de poroto, harinas y aceites, según que cultivo se trate.

Por otro lado, la demanda mundial de trigo aumenta firme pero levemente año a año y tiene mercados más diversificados que la soja, es menos “China-dependiente”, lo cual no es per se una virtud, solo que reduce los riesgos en una actividad que se caracteriza por la volatilización de precios por los múltiples factores que la afectan, entre ellas, el efecto de la fuerte incidencia en el precio del trigo, de sus distintas calidades, que obligan a una mayor trazabilidad, como así también, la menor importancia relativa del comercio mundial frente a la producción total, y otras restricciones impuestas por los Estados, que afectan a este cereal, por su importancia en la alimentación directa de los seres humanos.

En resumen, existe un cierto grado de correlación, pero hoy menos que hace diez años, cuando las demandas de uno y otro iban por caminos parecidos, la demanda de alimentos actualmente no suele verse fácilmente afectada por la ampliación de los estratos sociales medios y urbanos a nivel mundial y particularmente en los países asiáticos. No se puede decir lo mismo de los combustibles en el marco de la pandemia en la que en algún momento en simultáneo más de la mitad de los habitantes del planeta estuvo invitado u obligado a quedarse en sus casas.