Aunque no lo veamos, EEUU siempre está
Por Diego Gutiérrez.
La fecha límite para el retiro de las tropas estadounidenses y de la OTAN finalizó el 30 de agosto, un día antes de lo previsto. Luego de ese día se supone que estará completa la retirada occidental, más allá de que pasada esta fecha todavía se seguirán evacuando civiles estadounidenses y afganos que colaboraron con las fuerzas de ocupación. Aunque la realidad siempre es más compleja de lo que parece, porque si hay una capacidad que tienen los EEUU es la de estar aún sin ninguna presencia militar de relevancia, en cualquier lugar del planeta. Y en este caso el proceso que viene estará supervisado por algunos de sus personeros durante la primera etapa de la ocupación. Afganos que en principio deberían representar los intereses de su propio país pero que como veremos representan los de la potencia imperialista y sus socios de la OTAN.
Sorprendentemente, tanto el presidente Ghani como el vice Saleh, los últimos gobernantes del país, se fugaron, el primero al exterior, se encontraría en los Emiratos Árabes Unidos, y el segundo en el valle de Panjshir, el reducto en donde se encuentra la histórica resistencia a los talibán. El ahora ex vicepresidente se autoproclamo presidente y se alió a Ahmad Massoud, hijo del que fuera conocido como el “león de Panjshir”, líder de la resistencia a los talibán, la Alianza Norte y antiguo héroe de la resistencia a los soviéticos luego de la ocupación del año 1979.
Los elegidos para llevar a cabo las negociaciones son Hamid Karzai, Salmay Khalilzad, como vimos en la nota anterior, y estos se le suma Abdullah Abdullah para el proceso de paz intra afgano. Sobre Karzai se puede agregar algún dato más, el diario New York Times reveló que desde diciembre del 2002 hasta el 2013 la CIA financio su presidencia con docenas de millones de dólares que nunca fueron registrados, con el objetivo de influir en las decisiones del gobierno. Pero su relación con la agencia de inteligencia estadounidense viene desde los inicios de la ocupación occidental. Karzai, quién había mediado entre los talibán y la energética UnoCal, empresa que instaló una oficina en la provincia de Kandahar en el año 1994 y de donde proviene Karzai, se volvió en contra de estos debido al asesinato de su padre en el año 1999. Karzai y su tribu fueron el único foco de apoyo a la invasión del 2001 en el sur del país. Esto le valió el apoyo de la CIA, a la cual le requirió apoyo estando bajo asedio talibán. Para eso se puso en contacto con el agente Greg Vogle, su contacto en el terreno, quien lo extrajo de su posición y que dos semanas después tuvo que volver a salvarle la vida. En esta ocasión las fuerzas de Karzai intentaron un ataque a una posición talibán con el apoyo de los bombarderos norteamericanos, y uno de estos debido a un error en su GPS bombardeo a las fuerzas del líder afgano, quien salvo su vida gracias al agente Vogle.
Abdullah fue ministro de relaciones exteriores del gobierno de transición entre 2001 y 2004, aunque en realidad venia del gobierno de Burhanuddin Rabbani de la Alianza Norte, entre el 1992 y 1996, y durante dos años más luego de que Karzai fuera elegido como presidente en las primeras elecciones post ocupación. Los primeros contactos de EEUU post 9/11 del 2001 con Afganistán fueron entre la CIA y la Alianza Norte y Abdullah como su ministro fue un jugador principal para coordinar la invasión de las fuerzas conjuntas de EEUU y la OTAN.

Abdullah también fue candidato a presidente en las últimas dos elecciones, tanto en la primera elección como en la segunda, los resultados fueron controversiales y Abdullah denuncio fraude. En el 2014 fue el segundo candidato más votado luego de Ghani, y aunque deberían haber ido a una segunda vuelta, Abdullah desistió, ya que no contaba con garantías de una segunda vuelta limpia, y así Ashraf Ghani se convertiría en presidente. El nuevo gobierno creó un nuevo cargo para aflojar las tensiones con el sector de Abdullah, el de Jefe Ejecutivo, similar a un Primer Ministro, y se lo ofreció, que terminó aceptando. En el año 2019 volvió a presentarse a las presidenciales y compitió otra vez con Ghani, quien volvió a derrotarlo. En este caso, Abdullah volvió a denunciar fraude, pero no logró que escuchen sus reclamos ni cambiar el resultado. El 9 de marzo del 2020 tanto Karzai como Abdullah se proclamaron como presidentes de la República Islámica de Afganistán y se desató una crisis política que paralizó al país y que amenazaba con estancar las conversaciones entre al gobierno afgano y los talibán luego del acuerdo firmado entre estos últimos y el gobierno de los EEUU el 29 de febrero de ese mismo año.
Si bien EEUU apoyaba a Ghani presionó para una salida negociada entre las partes, y luego de que amenazara con retirarle fondos al gobierno las partes llegaron a un acuerdo. El gobierno entonces, decidió crear el “Alto Consejo para la Reconciliación Nacional”. Este organismo le fue ofrecido a Abdullah, quien aceptó y el 17 de mayo del 2020 se convirtió en su presidente, lugar que ocupa hasta el día de hoy. Abdullah es de etnia tayika, una de las etnias más importantes en Afganistán y con peso político a la hora de las negociaciones con la resistencia en Panjshir. Junto a Hamid Karzai y a Salmay Khalilzad se convierten así, en los representantes de EEUU en las negociaciones para lograr la paz entre las diferentes partes y que no escale el conflicto hacia una nueva guerra civil.
EEUU no va a tener una representación diplomática en Kabul. Terminadas las operaciones de retiro de tropas y personal civil, ya no quedan miembros de la embajada estadounidense, las instalaciones fueron cerradas y sus representantes se trasladarán a la ciudad de Doha, en Qatar, en donde se seguirán las conversaciones entre las partes involucradas y seguramente los representantes de varios países de Europa, Asia y los talibán.
El contacto entre EEUU y los talibán esta abierto, el director de la CIA, William J. Burns fue visto en Afganistán en una reunión con el Mulah Baradar, no trascendió sobre qué temas se habló pero se especuló que fue para tratar de negociar una extensión del plazo de la retirada de las tropas estadounidenses. Cualquiera hayan sido las razones, las partes están en un contacto directo que nos podría indicar que, a pesar de la caótica salida del país, EEUU esta llevando un proceso calculado y medianamente coordinado de la situación. El mismo gobierno estadounidense, en palabras del Jefe del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, realizó declaraciones afirmando que llegado el caso trabajarían junto a los talibán coordinando la lucha contra el ISIS Khorasan, grupo terrorista que reivindicó el atentado a las puertas del aeropuerto de Kabul que dejó un saldo de 190 muertos.
La cadena qatarí Al Jazeera reveló hace una semana que tanto Karzai como Abdullah se encontrarían en estado de arresto domiciliario, aunque los talibán los negaron. Por el momento ambos se encuentran realizando reuniones con distintos sectores de la política afgana, por lo que se advierte que si bien tienen restricciones de movimientos no se les ha prohibido las actividades relativas al Alto Consejo para la Reconciliación Nacional.
Todo parece revelar hasta ahora que la retirada militar es un reordenamiento de prioridades para el gobierno de los EEUU, tanto para el de Biden hoy, como para el de Obama, que fue el que decidió la retirada y para el de Trump, que cerró el acuerdo en Doha. Las nuevas prioridades parecen ser tratar de equilibrar el frente interno, ante la creciente polarización política con el partido republicano y el trumpismo, la recuperación económica interna luego del Covid, y en el frente externo la disputa estratégica ante la ascendiente República Popular China. El desplazamiento del poder mundial hacía el sudeste asiático, así como la menor dependencia del petróleo de medio oriente reorientan la política externa de EEUU, pero eso no significa que descuidará esta convulsionada zona del mundo, a la cual le prestará atención necesaria apelando a otras herramientas y otros actores que les sean funcionales a sus intereses.