Año pandémico y reparador: el gobierno de Alberto y Cristina

Por Silvina Caputo.

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A una semana de la asunción de Alberto Fernández el rumbo del gobierno peronista posmacrismo ya era claro. En una nota que publiqué en la agencia Télam bajo el título “del ajuste, a la solidaridad en la emergencia” (https://www.telam.com.ar/notas/201912/416460-alberto-fernandez-primer-semana-presidencia.html#.XfVXYd_fLBU.twitter) repasé las primeras medidas donde la dirección era clara: reparación y asistencia a los más humildes en un giro de 180 grados, a una velocidad que nadie hubiera imaginado.

Lo primero: el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, lanzó el Plan de Lucha contra el Hambre donde en un gesto de unión nacional se convocó además a sectores tan diversos como a la cuñada de los Noble, quien también integró la mesa para definir políticas sociales. Algo poco publicitado, pero cierto.

En el mismo momento el Gobierno lanzó la Tarjeta Alimentaria dando por tierra así, una máxima que se había repetido los cuatro años anteriores, “la aniquilación de los planes y asistencias sociales” (al tiempo que fabricaban pobres a diestra y siniestra).

Y al mes, Alberto y Cristina desde el senado, ya estaban sancionando las leyes de emergencia económica, social y sanitaria.

Le siguió la emergencia ocupacional por 180 días. Es que el macrismo y su máquina de despedir trabajadores dejaba al tejido social al borde del abismo, y el sangrado debía pararse como fuera. Así se hizo, en forma inmediata.

Se restableció la paritaria nacional docente y en un designio casi divino, el ministro Ginés González García volvió a gestionar desde el ministerio de Salud. Por aquellos días, en un acto simbólico y amoroso, se volvió a encender en el Ministerio de Desarrollo Social la imagen de Evita, apagada por los odiadores antiperonistas de siempre, que no dudaron un instante en intentar ocultar, una vez más, la bandera de quienes siempre pugnaron por la justicia social.

Como diría el filósofo de la reposera, ´pasaron cosas´ por aquellos días, tantas, y tan emotivas, que eriza la piel recordarlas.

Pero la alegría duró poco, al menos para una gestión que tenía una agenda cargada de reparaciones y políticas sociales. Porque fue la misma sociedad, la que cayó víctima de una pandemia. Si, pandemia de las que vienen cada tanto en la historia, y en las que -los que pueden escribir la historia- dejan huella.

Hubiera sido fácil echarle la culpa a la situación sanitaria y desatar un caos. Inimaginable pandemia con Macri. Pandemia con Macri, detengámonos un instante… imaginemos.

No se puede. No se puede ni imaginar. Dejémoslo ahí, sigamos con las políticas, con la gestión.

Inmediatamente todos a sus casas, a cuidarse. El Estado se hace cargo de los estatales, pero además de los privados e implementa los ATP, el IFE, y esos instrumentos (más planes sociales dicen los detractores) que paliaron, en parte, tanta angustia.

El Estado presente se asomaba una vez más a la necesidad del pueblo, y así, en el medio de la asistencia, la renegociación de la deuda volvió a ser noticia.

Impensable también, en otro escenario. Y hay que decirlo, hay que contarlo, sobre todo para que, como dice ella, tengamos siempre presente que “no fue magia”.

Las tarifas de los servicios públicos que Macri sin pandemia había dolarizado, volvieron al menos, a congelarse un tiempo y como si las acciones directas fueron pocas, se pensó y se trabajó además en reformas más integrales, como la judicial, y hasta el aborto fue tema de debate.

Es que, en el Congreso, lugar clave, estuvo ella. Ella, la proscripta, la que no puede hablar como quisiéramos, la que pugnó por la unidad, la que lo logró y la que volvió a devolvernos el Gobierno.

Y así fue como, mediante la implementación por primera vez en la historia de las sesiones virtuales (que por supuesto también denostaron los macristas) se aprobaron en un año más leyes que en cuatro años sin pandemia de Juntos por el Cambio.

Este signo, de democracia absoluta, de institucionalidad y de República, que tanto reclaman los indignados eternos, arrojó una realidad incuestionable: se sesionaron todas las semanas, algo inédito.

Y vale aquí recordar que fue posible gracias a que Cristina -previendo objeciones- fue la primera en consultar a la Corte sobre la validez del tratamiento de esas normas, no fuera cosa que luego, con alguna excusa, se intentara anular leyes tan importantes como, por ejemplo la del Aporte Extraordinario de las Grandes Fortunas. Otro logro.

Por otra parte, las políticas de Memoria, Verdad y Justicia volvieron a instalarse en la agenda gubernamental, y se volvieron a reparar legajos de trabajadores del Estado secuestrados durante la dictadura, se reanudaron los juicios por delitos de lesa humanidad -con modalidad virtual- y se volvieron a publicar recompensas para encontrar a genocidas aún prófugos de un Estado de derecho.

Esta semana, sin ir más lejos, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero anunció el pase a planta permanente de 29 mil trabajadores del Estado, en una reparación histórica fundamental -tal como fue definido por ATE- que además sienta las bases para que nunca más venga un Macri a rescindir contratos y a dejar en la calle a más gente.

Y anteayer, una nueva muestra de unidad. Alberto, Cristina, Axel, Máximo, Verónica y Massa en un deja vu de lo que fue la campaña, insistiendo en la importancia de que el peronismo siga fiel a su rumbo y no se pierda en discusiones sectoriales.

Cada uno con su estilo. Alberto moderado y Cristina enérgica. Con esa energía que enamoró y enamora cuando se la escucha defender al pueblo. Cuando reta a ministros y a ministras y a funcionarios que funcionan mal o “tienen miedo” a la hora de defender los intereses del pueblo.

Recorte que fue y será utilizado maliciosamente por los medios dominantes para mostrar lo mal llevada que es. Y si, si se trata de defender al pueblo.

Ella marcó en un breve discurso el camino a seguir. Que no sabemos si será transitado, aunque todo indicaría que si: Control de precios -imposible aquí dejar de recordar a Moreno y preguntarnos una vez más que hace que no está ahí sentado negociando con empresarios y lastimosamente lo vemos en canales de tv enojado, despotricando-, y aumento de la demanda.

Ella dijo que es posible, y recordó que lo llevó a la práctica durante doce años. También demostró que tiene claro, que fue uno de los motivos que llevaron al Gobierno hoy, a donde está.

Como sea, el resultado de este año pandémico y reparador es intenso. Quedan otros tres años para seguir levantando, construyendo, curando, y salvando. Para hacerlo habrá que mantener las convicciones, seguir agradeciendo la presencia del faro que ilumina lo que debe ser iluminado cada tanto, y la voluntad de “la gente” de no volver a naufragar.