Abajo, en el medio y arriba

Por Julio De Vido (h).

Argentina cuenta con 2.800.000 kilómetros cuadrados haciéndolo el octavo país más grande del mundo. Esta superficie distribuida de forma longitudinal le otorga una amplia diversidad de ambientes lo que favorece la realización de distintas actividades productivas, muchas de estas hacen uso del suelo ya sea por lo que se genera en su superficie como lo que se extrae de su subsuelo y de las que ambas posteriormente se pueden obtener productos con un mayor o menor grado de valor agregado e industrialización.

Sin embargo estas actividades ya sea por un plan económico, una orientación productiva, un juego de intereses o una mezcla de todas las anteriores se ven atravesadas por el Estado de forma diferencial, no es algo nuevo sino algo que se profundizó con el pasar de los años y en los momentos de inestabilidad económica expone a este sistema al punto de generar tensiones tanto inter sectoriales como entre la propia dirigencia política.

Esta semana surgió nuevamente la implantación de un barril criollo para poder apoyar a la actividad petrolera que sufre la baja a nivel internacional de los precios del petróleo, la discusión de fondo es la baja de recursos fiscales de la provincias productoras por ver disminuido su ingreso por regalías, es decir el porcentaje de facturación de las empresas petroleras que se destina a las arcas provinciales. El barril criollo no es ni más ni menos que una transferencia del Estado a las empresas productoras con el fin de mantener la producción y los ingresos provinciales, un beneficio a no más de 15 compañías en detrimento de lo que podría eventualmente generar una baja de los combustibles para los consumidores finales ya sea a través de los surtidores o del efecto derivado en la producción de distintos bienes de consumo.

Miles de millones de pesos del Estado son aportados a la explotación de gas y petróleo, empresas privadas que operan en distintos rubros y lugares del mundo mediante, haciendo de esta una de las actividades más subsidiadas del país argumentando la generación de empleo y fundamentalmente el incentivo a las inversiones. Claro, exponiendo al Estado a las amenazas de algunos actores como habitualmente sucede por parte de Tecpetrol del grupo Techint de sacar de producción pozos o iniciarle acciones legales al Estado si las condiciones no son las que les convienen.

Los desfasajes que podrían existir entre la producción, el precio internacional y la recaudación por regalías podría ser subsanada, de existir voluntad política, a través de los Aportes del Tesoro Nacional a las provincias ya que este es un mecanismo, en tanto y en cuanto el monto se encuentre por fuera del presupuesto nacional, de carácter anti cíclico previsto para este tipo de situaciones anormales como la que actualmente estamos viviendo.

Como contraparte de esta situación se encuentra el agro, sector fuertemente gravado al poseer en algunas de sus zonas de producción ventajas comparativas y competitivas, ¿acaso la producción de gas y petróleo no las tienen también?, igualmente condicionado en gran parte de sus productos por movimientos exógenos del precio internacional. Ambos tienen, en distintas partes de la cadena, sectores fuertemente concentrados, en el caso del agro más del 50% del volumen comercializado al mercado internacional se encuentra en manos de cinco empresas, la cadena de los hidrocarburos está concentrada de forma más uniforme pero la gran diferencia se encuentra en la producción primaria, quince empresas productoras contra, por ejemplo, 58.000 productores de soja.

Son muchos datos para poner en relieve la discusión que desde este espacio estamos generando sobre la búsqueda de un modelo claro de país con objetivos de mediano y largo plazo y fundamentalmente previsibilidad y reglas claras y justas para todos sus agentes productivos.

Mientras se desconocen los fundamentos del plan económico, el ministro Basterra aportó una importante cuota de coherencia y de conocimiento del sector al incluir los reintegros en la última actualización de retenciones a las exportaciones, segmentando por volumen producido la alícuota final aplicada (de forma indirecta ya que el productor no es la persona alcanzada por las retenciones), como así también hoy lleva adelante las negociaciones con los sectores del campo que manifiestan su descontento entre otras cuestiones por la falta de cumplimiento de Hacienda en la devolución de estos reintegros y por la última normativa del BCRA sobre no otorgar créditos a quienes no hayan vendido el 95% de su producción.

Sobre este último punto me quiero detener para apuntar en la falta de eficacia en la autoridad monetaria la cual esta semana sufrió un durísimo embate del mercado cambiario al llegar la brecha entre el dólar oficial y el blue de alrededor del 100%, consecuencia no deseada pero factible en el marco del desdoblamiento cambiario realizado en diciembre, la restricción externa que afecta a nuestro país y la colocación de pesos en el mercado que agudizaron la presión sobre la demanda de la divisa estadounidense.